Mientras la Pandemia sigue atravesando el mundo, mientras las economías adelgazan o intentan reinventarse en el nuevo mundo pandémico, mientras la mala política y los golpistas disfrazados siguen merodeando esta patria grande, mientras vos te preguntas cómo pagar las cuentas o qué será de la vida de tus hijos, hijas, hijes, mientras todas estas tensiones nos habitan y van buscando su camino, también sucede que aún no hemos podido asegurar nuestra casa común: La Tierra, este planeta generoso al que ya estamos jorobando demasiado.

Por estas horas expertos de la ONU -gente a la que no le tenemos mucha fe, debo decir- comienzan a debatir un informe "crucial", dicen ellos, para la próxima Conferencia del Clima.

Parece que ahora sí, todo indica que se están dando cuenta del daño que le estamos provocamos al planeta, han caído en cuenta de hasta qué punto hemos alterado y devastado nuestra casa común. Y no fue magia ni milagro, fue catástrofe.

Recientemente, el famoso cambio climático les tocó la puerta de la casa. La naturaleza reaccionó frente a nuestros abusos, y en esta ocasión picó cerca. Según parece, las devastadoras lluvias en China y en Alemania, más las inusuales temperaturas sofocantes registradas en Canadá, han sido alarmas que están siendo escuchadas.

"La realidad es grave", dijeron. No estamos "en el buen camino para respetar el objetivo del acuerdo de París de 2015 de limitar el calentamiento global a +1,5º C hasta final de siglo" decían desde la Organización Meteorológica Mundial. ¿Te acordás?

En aquel Acuerdo de París, casi la totalidad de países del planeta se habían comprometido a reducir sus emisiones de CO2 para limitar el calentamiento global "muy por debajo" de +2 ºC. Pues la realidad dice que pasó todo lo contrario.

Aquel pronunciamiento global, las grandes naciones, todos juntos prometiendo, "vamos a cambiar nuestras prácticas para no impactar tan duramente en el planeta". Tantas palabras, tantas promesas, tanta mentira. Resultó todo al revés.

"De hecho, estamos en el camino opuesto, debíamos limitar el calentamiento global a +1,5ºC hasta final de siglo, pero nos dirigimos a más de +3ºC". Palabras de los especialistas que denuncian la situación. Y la cosa es urgente: "Tenemos que cambiar de dirección urgentemente antes de que sea demasiado tarde". "Desde hace años habíamos advertido que era posible, que todo esto iba a llegar", fueron las palabras textuales en la ceremonia de apertura de estos debates pre Cumbre sobre Cambio Climático.

Ojalá que no sean sólo palabras, ojalá se escuche a los voceros de la tierra, es imperativo pasar a la etapa de recuperación. Mucha gente ya lo está haciendo. Muchos y muchas ya están en el tiempo de la acción virtuosa por la Tierra. Huertas, árboles, limpiezas, la mirada de cuidado y la preocupación por la voracidad humana son la lente del nuevo tiempo, y es necesario llegar a esa conciencia.

Tal vez, ahora que la Europa ecologista sufre en su propio cuero los efectos del cambio climático, se decidan a presionar a los gigantes rebeldes. Nosotres, por aquí, ya conocemos a los movimientos por la Tierra, agrupaciones campesinas, de guardianes de los bosques, de comunidades ecologistas y miles de otras formas de armar comunidad con conciencia de cuidado.

Es un momento histórico y para muchos también, místico. Y es global. Son fuerzas que se van moviendo en sentido contrario al sistema hasta hoy reinante. Se comparte por las redes sociales, pero, más aun, es global porque alrededor del mundo, un montón de gente, está llegando a la misma conclusión. Ese es el real movimiento.

Y no es que seamos muy brillantes, es que la evidencia se impone. Como se les está imponiendo a los europeos.