El fútbol que viene es como un edificio que se está levantando al revés. Tiene armada y en vías de desarrollo la llamada Superliga, su estructura superior. Pero todavía no terminó de ordenarse en los pisos de más abajo. Ahí donde deberán cohabitar los clubes de todo el Ascenso. Los del interior y la Capital, más el Gran Buenos Aires. Los clubes que mantendrán planteles profesionales y los que no. Esa es la tarea más compleja que deben concluir los dirigentes liderados por Claudio “Chiqui” Tapia en los próximos días. El tiempo urge porque si se reestructuran los campeonatos, será desde la temporada 2017-2018. Por ahora no hay consenso. Dos bloques bien diferenciados intentan imponer sus posturas: el de los clubes del interior y el que reúne a los de la zona metropolitana de Buenos Aires. El viernes próximo se discutirá el tema en el Comité Ejecutivo. Será el primer paso hacia una reforma de fondo o cambios cosméticos para que todo continúe como hasta ahora.

Un problema serio es que todos quieren subir en masa, pero nadie espera descender de la misma manera. Los movimientos previstos llevarán a que desaparezca una categoría, si se aprueba la fusión entre equipos de la B Nacional, el Federal A y la B Metropolitana en un solo torneo y bajo distintos formatos que se están evaluando. En la base de la pirámide quedarían dos divisiones más. O sea, las cinco que hay en la actualidad se reducirían a cuatro y la última sería amateur. Sobre esta idea viene trabajando desde agosto de 2016 el vicepresidente de Atlanta, Alejandro Korz. 

“Escuchamos a todo el mundo. Hay proyectos que seguirán discutiéndose, como otros que no tenían lógica ni seriedad. El problema está en los ascensos y descensos, una comisión está evaluando todo y le presentará el próximo viernes la propuesta al Comité Ejecutivo de la AFA para que decida. Este es un mandato que nos dio el presidente y lo vamos a cumplir”, le dijo Marcelo Achile, el vicepresidente de la comisión de Torneos y presidente de Defensores de Belgrano a PáginaI12.

Los quince dirigentes que integran la conducción de la AFA tienen que definir el alcance de la reestructuración. Algunos representan a clubes de Primera División, que hasta ahora se mantuvieron prescindentes porque ya lograron lo que querían: la Superliga. Esta es la única competencia que hasta hoy se vislumbra ordenada, con un cronograma a cumplir hasta llegar a 22 equipos en las próximas tres temporadas. Además, es la que recibirá mayores recursos de la TV –el 78 por ciento de lo que ingrese–, se manejará con autonomía de la AFA y con su propio estatuto. Ya tiene un CEO designado a su frente, que asimismo oficiará de presidente. Mariano Elizondo, contador público y profesor de la UADE con larga trayectoria junto a Marcelo Tinelli en su productora Ideas del Sur.       

El 20 de agosto próximo está previsto que comience la Superliga. Se prolongará hasta mediados de mayo de 2018, en vísperas del Mundial de Rusia. La jugarán 28 clubes. Los 26 que continuarán en Primera División, más los dos que asciendan desde la Primera B Nacional: por ahora son Argentinos Juniors y Brown de Puerto Madryn, aunque Chacarita tiene muchas chances de subir también. En 2017-2018 se repetirá nuevamente el número de cuatro descensos y dos ascensos. 

Si se aprobara la división en dos zonas de la segunda división del fútbol argentino (una del interior y otra metropolitana), cada uno de sus ganadores subirán a la Superliga en 2018. Como habrá un solo ascenso cada veinte equipos, se les pedirán incentivos adicionales a los clubes de Primera División. Un ejemplo: la posibilidad de pelear por un cupo en la Copa Sudamericana. 

Las futuras reformas provocan los mayores problemas en el campeonato que reemplazaría a la B Nacional. Porque es el más costoso de todos, el que demanda más viajes y en el que conviven clubes del interior afiliados a la AFA a través de sus Ligas, con otros de Buenos Aires que están en la situación opuesta. Si prosperara la idea de agrupar a los equipos en dos regiones (Metropolitana e Interior) e incluso tres (Norte, Sur y Metropolitana) habría 40 y/o 60 clubes en la misma categoría con participantes que provendrían de la Primera B Nacional actual, el Federal A y la B Metropolitana. Esta última posibilidad, la de tres zonas, no tendría futuro. 

El proyecto que pretende mantener a la B Nacional casi igual –apenas con ligeros cambios– consiste en que el próximo torneo se dispute con 25 clubes a una sola rueda. Una de las ideas que se discutió es que los nueve primeros pelearían por dos ascensos y los 16 restantes tratarían de evitar los seis descensos previstos. Si se mantuviera el torneo bajo este formato, muchos equipos deberían perder la categoría en las próximas temporadas hasta estabilizar la cantidad en veinte. Esta opción no entusiasma a los dirigentes de la B Nacional, aunque hay otros que la aceptarían.

La comisión de Torneos que estudia las distintas propuestas de reestructuración la preside el vice de Estudiantes de La Plata, Pascual Caiella. Por ahora les delegó a sus pares del Ascenso la elevación de una reestructuración consensuada. En los últimos días se sumaron a la discusión representantes de tres clubes por categoría y entre todos presentarán los proyectos finales de nuevos campeonatos al Comité Ejecutivo. 

La tercera división de la AFA sería un mix de clubes de la B Metro y la C y la última jugaría con equipos de la C y la D, siempre tomando en cuenta los méritos deportivos de la temporada anterior, o sea la que está terminando. La última categoría no contaría con futbolistas profesionales, aunque resta saber qué dirá Agremiados. 

El actual torneo de la Primera C es profesional desde enero de 2014. Ese año empezó a regir la presentación de quince contratos para jugadores rentados que antes solo cobraban viáticos y en algunos pocos casos recibían un sueldo. Pero hace tres años se les fijó un salario mínimo que era de 4.500 pesos y pasaron a estar encuadrados bajo un Convenio Colectivo de Trabajo.

En las reuniones que vienen manteniendo los dirigentes para reordenar el fútbol, cada cual intenta hacer valer sus razones. Están los que presumen de su poder de convocatoria, de los recursos que generan, de su cantidad de socios, de su infraestructura, de sus economías en orden, pero lo que no discuten son los méritos deportivos. Sin embargo, en la Superliga hay presidentes que son selectivos y no digieren la posibilidad de que se sume a ese círculo privilegiado un club del Ascenso de origen humilde o sin historia en Primera o hasta uno que provenga del interior en las mismas condiciones. Lo dicen sin ponerse colorados, lo comentan entre ellos y presumen de títulos de nobleza que el fútbol no otorgó nunca. Ni siquiera en la Inglaterra monárquica donde se inventó este juego que motiva tantas disputas. 

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