En los agitados días de diciembre de 2001, en medio del estallido social, entre los vecinos de los sectores medios urbanos, que en gran medida se habían empobrecido por la crisis financiera y económica que terminó con el gobierno de la Alianza, surgieron las "asambleas vecinales". 

Fueron un tipo de organización horizontal donde la heterogeneidad era la marca, respecto del nivel educativo, edad, sexo, inserción laboral o no, con o sin experiencia política. La figura del vecino era el denominador común y que se reflejaba en los nombres que fueron tomando. Casi siempre eran "asamblea barrial" o "asamblea vecinal" o "vecinos autoconvocados" .

Estas organizaciones tenían carácter deliberativo, cotidiano y enfocado en el territorio (el barrio), y se extendieron en el tiempo de diversas maneras. Pero en aquellos días difíciles, fueron un fenómeno novedoso de la política. Si bien no habían sido motorizadas por referentes o partidos, la deliberación en el espacio público era una práctica profundamente política, aunque no partidaria. Era posible que en la misma asamblea convergieran personas de ideologías distintas. 

La mayoría surgieron después del 19 y 20 de diciembre, los días marcados por la debacle del gobierno y la renuncia de Fernando de la Rúa. En la Ciudad de Buenos Aires extendieron sus convocatorias, generalmente semanales, a enero de 2002. Luego, comenzaron a funcionar de distintas maneras. 

Al comienzo las reuniones convocaban entre 100 y 150 vecinos, aunque con el correr del tiempo ese número fue disminuyendo hasta quedar integradas por menos de la mitad, según la asamblea y los objetivos de la misma.

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Asambleas en todo el país

Un relevamiento realizado en marzo de 2002 por el Centro de Estudios de para la Nueva mayoría, daba cuenta que en todo el país existían 272 asambleas. La mayoría se concentraba en la Ciudad de buenos Aires (112, que representaba el 41% del total) y geográficamente, en los barrios de clase media: Belgrano fue el barrio con más cantidad de vecinos convocados en estas reuniones, que participaban de 10 asambleas.

A Belgrano, le seguían Almagro y Palermo -donde había 7 asambleas barriales en cada uno); Flores, con 6; Balvanera, Caballito, Centro y San Telmo, 5 en cada barrio; Colegiales y Floresta, 4 en cada uno; Parque Chacabuco, Villa Lugano y Villa Pueyrredón, tres grupos en cada barrio. En el resto, había una o dos asambleas vecinales funcionando. 

La provincia de Buenos Aires concentraba el 39% (105, en total), que se repartían en Vicente López (9); Avellaneda (8); La Matanza y La Plata (7 cada una); Bahía Blanca, Lanús, San Isidro y Tres de Febrero (6 cada una). 

El 20% de las asambleas desplegadas por el resto del país -55 en total- estaban en siete provincias: Santa Fe (37); Córdoba (11); Entre Ríos y Río Negro (dos en cada una); La Pampa, Neuquén y San Juan (una en cada una). 

Los debates

Hernán Ouviña, en la publicación "Las asambleas barriales y la construcción de lo “público no estatal”: la experiencia en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires", sostiene que: "Entre los diversos proyectos de autogestión y estrategias de subsistencia que surgieron se pueden destacar: ferias artesanales, ferias del trueque, huertas orgánicas, ollas y comedores populares, actividades culturales, centros de ayuda escolar, compras comunitarias, etc.".

También señala que a partir de esa experiencia, las asambleas se unieron a otros actores sociales, como los movimientos de trabajadores desocupados, cartoneros, fábricas recuperadas, sindicatos autónomos, para impulsar diversos proyectos entre los que se pueden recordar las redes comerciales con empresas recuperadas, entre otros.

"En contraposición al predominio de ciertos valores que caracterizaron a la década menemista, tales como el individualismo, la verticalidad, la exclusión y el personalismo, en las asambleas se resaltaba la construcción colectiva, la horizontalidad, la tolerancia y el compañerismo", asegura Ouviña.

Por caso, La Asamblea Popular de Liniers, durante el Carnaval de la Protesta realizado el 8 de febrero del 2002, leyó los siguientes puntos que planteaban casi todas las asambleas de la Ciudad: "Juicio político a los jueces de la Corte Suprema, reforma política que contemple entre otras cosas la revocabilidad de los mandatos, mayor presupuesto para la educación, para la salud y para los jubilados, creación de nuevas fuentes de trabajo, reestatización de las empresas privatizadas, no pago de la deuda externa, y, finalmente, juicio y castigo a los represores y asesinos del 19 y 20 en Plaza de Mayo".