El ministro de Finanzas, Luis Caputo, rechazó los cuestionamientos a la emisión de un bono a 100 años con un interés del 7,9 por ciento sobre el capital recibido por la Argentina, y hasta negó que exista controversia sobre ese acuerdo entre el gobierno nacional y un grupo de bancos internacionales. “No hay tal controversia, entre todos los especialistas en finanzas hay unanimidad absoluta en que ha sido una transacción espectacular para el país. Hubo no sólo felicitaciones del exterior, sino también aquí en Argentina”, sostuvo el funcionario, que fue imputado por la Justicia por esa operación. Pero la realidad virtual del ministro y su bono no sólo choca con las repercusiones políticas y económicas no sólo reflejadas en medios locales y extranjeros. La propia aseveración de la supuesta “unanimidad absoluta de los especialistas en finanzas” quedó ayer mismo desmentida por un informe de la sociedad de inversión británica M & G, publicado por un periódico alemán, según el cual “la probabilidad de incumplimiento” del pago del bono antes de la mitad de su duración (50 años) es del 97,6 por ciento.   

 En referencia a la tasa de interés del 7,92 por ciento, que le garantiza a los inversores cobrar nueve veces el capital inicialmente invertido hasta el vencimiento del título, Caputo afirmó que “cuando miramos el pasado, (pagar) 7,9 por ciento en ese plazo (de 100 años) luce espectacular”. En la entrevista que dio en exclusiva a Radio Mitre (el ministro de Finanzas no da entrevistas periodísticas, según reconoció ante Marcelo Longobardi), intentó explicar el sentido de la operación que autocalificó como “espectacular”. Primero, respecto del plazo, lo justificó apuntando que es “un manejo responsable de la deuda diversificar plazos, tasas y monedas”. En relación a la tasa, indicó que la de los bonos del Tesoro de Estados Unidos, “el nivel mínimo al que nos podemos financiar”, bajó “circunstancialmente para financiar la inversión y el consumo tras la espectacular crisis de 2009, pero ahora (la recuperación económica) ya se dio, y ha empezado el camino inverso, la suba de tasas. Entonces, ¿qué hacemos?”, se preguntó. Y se respondió a sí mismo, “mirar el pasado, y en los 30 años previos a la crisis, de 1977 a 2008, Estados Unidos se financió a una tasa promedio del 8,10 por ciento. Es decir que el 7,90 por ciento está por debajo de la tasa que pagó Estados Unidos en prácticamente toda su historia”. El responsable de Finanzas del gobierno de Mauricio Macri justificó que, teniendo en cuenta que la tasa que paga Argentina se compone de la suma del tipo de interés del bono de largo plazo de Estados Unidos más la tasa de riesgo país (hoy en el orden del 4 por ciento), acordar una tasa a 100 años del 7,9 por ciento resultaba “un negocio espectacular”. Mientras el gobierno aspira a bajar la tasa de riesgo por lo menos a la mitad, Caputo incorpora una hipótesis de multiplicación por 4 de la tasa de Estados Unidos para justificar la cuestionable operación que cerró, en secreto frente a la opinión pública y el Congreso, con el Citigroup y el HSBC.  

 ¿Por qué Argentina tiene que colocar deuda todas las semanas?, preguntó uno de los entrevistadores. Caputo negó que ello signifique un aumento constante del nivel de deuda. “Es otra falsedad, porque 3 de cada 4 veces que tomamos deuda es para cancelar compromisos del anterior gobierno, pero tomando divisas a tasas más bajas. Esto es un ahorro de la carga financiera”, sostuvo. El ministro de Finanzas llega a esa conclusión considerando únicamente la deuda emitida en dólares, pero no la de corto plazo que toma en pesos con instrumentos alternativos, como las Lebacs. Mientras el gobierno admite una emisión de deuda cercano a los 50 mil millones de dólares en 18 meses de gestión, la suma de las distintas variantes aproxima esa cifra a los 100 mil millones. Las Lebacs han resultado, desde el inicio de la gestión de Cambiemos, el mecanismo más atractivo para las inversiones especulativas externas, que ingresan dólares al mercado para aprovechar la elevada tasa de interés en pesos y la resultante en dólares cuando vuelven a la moneda original al vencimiento. Al considerar la tasa resultante en dólares de este jugoso premio pagado por el Banco Central, también se cae el argumento de que se bajó el costo promedio de financiamiento al 4,75 por ciento en dólares.