HOLY EMY 7 PUNTOS

Grecia/Francia/EE.UU., 2021

Dirección: Araceli Lemos

Guion: A. Lemos y Giulia Caruso

Duración: 111 minutos

Intérpretes: Abigael Loma, Hasmine Kilip, Eirini Inglesi, Ku Aquino, Angeli Bayani, Mihalis Siriopoulos

Estreno exclusivamente en la plataforma Mubi.

Tal vez lo más extraño de este film de origen griego sea que toca tópicos habituales en el cine de terror, pero no hay nada más lejano en él que la intención de asustar. A su protagonista le sangran los ojos, hay operaciones practicadas sin instrumentos, sanaciones con las manos, alguna magia, un bebé que nace ahogado por culpa de la espina dorsal de un pescado, que tenía atragantada. Todo eso sucede con la mayor naturalidad, por la sencilla razón de que su protagonista presencia o experimenta todo eso con la mayor naturalidad. Como Carrie o alguna de sus émulas -todas adolescentes, como ella-, la heroína de Holy Emy tiene poderes paranormales que ella y el círculo que la rodea experimentan con la mayor naturalidad, no como extrañeza o freakismo o superpoder. Mucho menos como sobrenatural (“Dios y el Diablo no existen”, dice una suerte de gurú, “sólo existe el ser humano") ni tampoco con voluntad de hacer daño a alguien, como prescribe necesariamente el cine de terror.

En tanto adolescente, Emy se descubre a sí misma durante el tiempo que dura la película. Descubre su cuerpo y aquello que le pasa a su cuerpo, y el espectador lo descubre junto con ella. Holy Emy empieza igual que Carrie: con un plano cenital, tomado desde los ojos de la protagonista, de un hilo de sangre que recorre el piso de una pileta de baño. Pero esta vez no se trata de la primera menstruación, que Emy todavía no tuvo, sino de sus ojos, que manan sangre. A diferencia de Carrie, el descubrimiento no le produce horror, tal vez sí vergüenza (Emy es una chica sumamente retraída), seguro que ninguna culpa o trauma. Ella no se cuestiona lo que pasa y tampoco lo hace la película, que asume todo lo que sucede con la mayor neutralidad: el fenómeno de los ojos, curas aparentemente milagrosas, una acción producida a distancia de modo mágico, una operación hecha a mano, sin anestesia ni medidas de asepsia, tal como dicen que operan los sanadores milagrosos de Filipinas. No por nada Holy Emy, dirigida por la debutante Araceli Lemos (Mejor Ópera Prima en la edición 2021 del Festival de Locarno), transcurre casi enteramente dentro de la comunidad filipina en Grecia.

El relato no solo no da respuestas sino que casi no se hace preguntas. Las escenas suelen ser discontinuas, de manera que se rehúye el mecanismo de continuidad-progresión-explicación del cine convencional. Por debajo del relato circula un segundo relato, que se hila en forma de ecos narrativos, por líneas de puntos imaginarias, y que tiene que ver con el embarazo, y por lo tanto con la identidad. La madre de Emy partió a Filipinas y Emy la necesita, a su hermana Teresa la dejó embarazada un machirulo que no quiere hacerse cargo de sus acciones, una gata tiene problemas con su embarazo y Emy la cura. Al descubrir sus poderes, lo que descubre Emy a lo largo del film –como sucedía con Carrie- es su identidad, su ser en el mundo.