El Gobierno promulgó la Ley de Prevención y Control de la Resistencia a los Antimicrobianos, más conocida como la Ley de Antibióticos, que entre sus aspectos fundamentales apunta a regular la venta de este tipo de medicamentos: solo se comercializarán con receta archivada. De esta manera, se propone limitar el fenómeno de la automedicación y generar conciencia sobre lo fundamental que resulta obedecer las dosis y los tiempos que los profesionales de la salud estipulan en cada caso, para cada paciente y en cada enfermedad. La premisa es sencilla: si no se revierte esta situación de automedicación desmesurada infecciones sencillas pueden devenir en enfermedades incurables. Según la Organización Mundial de la Salud, hacia 2050, las infecciones intratables provocarán nada menos que 10 millones de muertes.

“Con esta nueva ley tenemos una herramienta concreta y potente para prevenir la resistencia antimicrobiana, que es un problema enorme para la salud pública”, aseguró Carla Vizzotti. Y luego continuó haciendo énfasis en la implementación futura de la norma: “Esta ley tiene que llegar a cada rincón del país, desde un hospital de alta complejidad hasta un centro de salud de atención primaria, pasando por las farmacias. Por eso necesitamos avanzar fuertemente con una pata fundamental, que es la articulación federal y el trabajo con referentes de cada una de las jurisdicciones para llegar a todas las provincias”, sostuvo la ministra de Salud.

Según puntualiza la normativa, serán vendidos bajo esta modalidad de receta archivada los antibióticos de “todas aquellas especialidades medicinales y medicamentos industriales constituidos por principios activos que por su acción solo deben ser utilizados bajo rigurosa prescripción y vigilancia médica, por la peligrosidad y efectos nocivos que un uso incontrolado pueda generar”. La Ley 27.680, en este marco, fomenta el uso apropiado de los antibióticos, el consumo de las dosis correspondientes, la reducción de su ingesta innecesaria y, de manera subyacente, busca combatir una problemática de corte estructural: la resistencia antimicrobiana.

“Es un gran avance esta ley porque convierte a la resistencia a los antimicrobianos en una cuestión de Estado. Es un fenómeno que se produce cuando los microorganismos se vuelven resistentes a los medicamentos que se utilizan habitualmente para combatirlos. Es una problemática global de máxima importancia, que va rumbo a convertirse en la principal causa de muerte en el planeta”, sostiene la médica infectóloga Leda Guzzi.

A nivel doméstico, un informe confeccionado por el Instituto Malbrán indica que entre 2018 y 2021 se incrementó de un 17 a un 60 por ciento la cantidad de bacterias resistentes a antibióticos. Según advierten desde la cartera sanitaria, durante la pandemia esta situación podría haberse agravado gracias a una mayor ocupación de unidades de terapia intensiva, en la medida en que las bacterias resistentes se transmiten entre los pacientes. También influyó como factor determinante que, durante 2020 y 2021, disminuyeron las consultas por otros motivos que no fueran covid.

De la misma manera que sucede con la Ley de etiquetado frontal que visibiliza el exceso de componentes nocivos para la salud en alimentos y bebidas, la norma recién promulgada plantea una estrategia similar para con los envases de estos medicamentos; en especial, aquellos cuyo ingrediente farmacéutico activo (IFA) tenga actividad antimicrobiana sistémica, pues deberán llevar una etiqueta específica. También dispone la creación de una comisión de control del empleo de antimicrobianos, la prohibición de anuncios de estos productos, al tiempo que contempla la provisión de muestras gratis a condición de que estas alcancen para cubrir el tratamiento completo de la enfermedad.

La ley 27.680 apunta a generar conciencia con respecto al consumo desregulado de antibióticos; reforzar la vigilancia y la investigación en relación a la temática; y estipula un propósito medular: eliminar el empleo de antimicrobianos en sanidad animal. El 60 por ciento de los antibióticos en el mundo se utilizan en ganadería (de manera preventiva para estimular el crecimiento de los animales) y del 40 por ciento restante que están destinados a la salud humana, la mitad se emplea de manera errónea para afecciones virales.

Resistencia antimicrobiana y súperbacterias

Durante la primera mitad del siglo XX, la emergencia de los antibióticos generaron un punto de inflexión en el campo de la salud: las sociedades, al menos aquellas que tenían acceso, comenzaron a perder el temor a morir infectadas. Alexander Fleming fue pionero al descubrir los efectos de la penicilina y millones de soldados pudieron salvar su vida durante la Segunda Guerra Mundial. No obstante, durante las últimas décadas, el empleo desmesurado de medicamentos volvió a las bacterias más resistentes y las convirtió en súperbacterias. De manera que los imbatibles antibióticos comenzaron a resignar su eficacia característica.

En el presente, diversos equipos alrededor del mundo describen y analizan como es que estos microorganismos evolucionan, “seleccionan” las proteínas que utilizan para inactivar a los antibióticos y configuran “escudos bacterianos”. En Argentina, uno de los grupos científicos que se encarga del estudio de súperbacterias capaces de resistir a cualquier antibiótico es liderado por el Investigador del Conicet Alejandro Vila, desde el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR). Desde el punto de vista de la ciencia básica buscan comprender sus mecanismos de diseminación con el objetivo de diseñar estrategias terapéuticas que tengan mejores resultados.

En concreto, las bacterias participan de un proceso de selección e incorporan mutaciones desde hace miles de millones de años de evolución. Si los humanos utilizan de manera indiscriminada los antibióticos, pisan el acelerador y sin querer seleccionan súper bacterias capaces de resistir a todo. “Cuando las personas los toman cuando no deben, favorecen el desarrollo de la resistencia. El caso típico es el uso de antibióticos para cuadros virales”, ejemplifica Guzzi. 

En definitiva, se trata de una carrera que los humanos no podrán ganar: las bacterias fueron los primeros organismos vivos de la Tierra, anteceden y sucederán a la especie humana. Por este motivo es tan importante contar con una Ley que comience a regular la toma indiscriminada de antibióticos.

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