La dificultad de los países europeos para garantizar el abastecimiento de combustible para el invierno debido a la guerra en Ucrania reimpulsa el debate sobre la producción y la distribución de la energía a nivel mundial. Las fuentes renovables se posicionan como las protagonistas de los próximos 20 años, se estima una fuerte inversión en combustibles limpios y una carrera sin freno entre las grandes potencias para liderar las nuevas tecnologías.

La energía generada a partir de los reactores nucleares posiblemente volverá a tomar impulso. Se trata de una tecnología que es cara y compleja de construir, pero tiene la ventaja de ser limpia (es decir que no produce huella de carbono) permitiendo tener una portfolio energético diversificado. Es ideal en un mundo con programas de descarbonización en marcha y una demanda de electricidad global que aumentará 50 por ciento para 2040.

Cuando se revisa quiénes son los países que más reactores nucleares tienen en construcción, China encabeza la lista. Actualmente tiene en marcha la construcción de 21 reactores, entre los que se incluye el primer reactor modular de características comerciales. Los reactores modulares parecen estar marcando un cambio de paradigma en la industria de la energía basada en uranio y podrían ser el reemplazo natural de las grandes centrales nucleares.

Modular

La tecnología modular entusiasma a los expertos porque permite acelerar y facilitar la implementación de un reactor. Se vuelve un proceso más barato, más simple, más rápido y menos riesgoso en el plano financiero, al reducir la incertidumbre en relación a que se termine o no la construcción del establecimiento. El reactor con uranio se produce fuera de la obra civil de la planta.

El experto en energía nuclear Diego Cuneo, de la Universidad de San Martín, considera que la innovación de estos reactores modulares colabora para transformar a la industria nuclear en un protagonista central para los procesos de transición energética y descarbonización de los próximos años. Un proceso que aclara estará liderado por las energías renovables eólicas, solares y la hidráulica, pero en el que estratégicamente se necesita diversificación.

El investigador del Conicet menciona el caso de Francia, país en el que más de la mitad de la energía se genera con plantas nucleares, pero que con las fuertes temperaturas de este verano europeo tiene problemas por las sequías y los cortes de agua que llevaron a tener que frenar varios de sus reactores. La clave pasa por una combinación adecuada entre distintas tecnologías.

Las renovables basadas en el aire, el sol y el agua tienen ventajas pero también problemas, como la intermitencia (baja producción cuando es de noche, se nubla o no hay viento) y una importante huella territorial, o sea que ocupan grandes espacios que no todos los países pueden abordar. En este punto la energía nuclear con instalaciones acotadas ofrece el balanceo adecuado.

Cuneo plantea además otro elemento interesante, que es la carrera entre las potencias globales por liderar estas nuevas tecnologías. A nivel de la energía nuclear considera que China superó ampliamente a Estados Unidos en la capacidad de diseñar y producir plantas convencionales (y que ahora la disputa empieza a darse en el mercado de las plantas modulares).

En tanto, en el plano de las energías eólicas, solares y las basadas en agua China también tiene la delantera. Una forma simple de observarlo es que fue la innovación de la potencia asiática la que permitió que en la última década bajen en forma extraordinaria los precios de los paneles solares.

Se trata de una situación que se potencia por el papel principal de las empresas chinas en el procesamiento de los minerales que se usan como insumo en la generación de energías renovables (cobre, litio, niquel, cobalto y tierras raras). El punto puede  observarse en detalle en un trabajo reciente del Peterson Institute.

El control y manejo que ostentó en las últimas décadas Estados Unidos con las energías fósiles (gas y petróleo) se licúa en la transición hacia las nuevas energías. China maneja la capacidad de procesar los minerales y desarrollar con las tecnologías de punta con la que se fabrican desde los paneles solares y las turbinas hasta las baterías que usan los vehículos eléctricos.