A mediados de agosto pasado, un sábado al mediodía, con un cielo azul despejado en Tultepec, un municipio del Estado de México –conocido como “la capital nacional de la pirotecnia”–, sobrevoló un helicóptero “Bell 206” la zona. Había despegado del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Su objetivo: arrojar desde el aire unos 50.000 “volantes” conteniendo un verso del poeta chileno Raúl Zurita. Las calles con olor a pólvora, los mercados e iglesias de Tultepec y de municipios vecinos como Ecatepec y Cuautitlán vieron caer la lluvia de papeles impresos que anunciaban: “Todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas al mar a las montañas”.

El acontecimiento, surgido de una idea años atrás con el poeta, fue organizado e impulsado por Mantarraya Ediciones –fundada en 2003, por Antonio María Calera-Grobet–, y la logística, los trámites y gestiones burocráticas (el “permiso ambiental”), estuvieron a cargo del literato y poeta Ricardo Suasnavar. Melisa Arzate, también de la editorial, y la Hostería La Bota (restaurante-bar y centro cultural) fueron parte de la organización, y el artista visual Arturo Ocampo aportó retratos de Zurita además de otras ilustraciones para los “volantes poéticos” que llovieron en los alrededores donde se desarrollaba la Feria Internacional de la Pirotectnia, y sobre zonas marginales y limítrofes donde existen altos índices de pobreza y baja escolaridad, violencias y femicidios.

“A esa zona no llegan las ofertas culturales oficiales ni los proyectos mainstream del arte. Queremos que los niños, los jóvenes y las familias se encuentren con la sorpresa de que algo (un verso) caiga del aire y les ofrezca de alguna manera cierta esperanza, una sonrisa, una alegría, y que esa experiencia estética pueda detonar otra acción política o social”, dijo Arzate. Así, se concibió el evento “como una acción artística y de activismo cultural ciudadano para hacer llegar la cultura adonde nunca llega”. “Es la inmanencia del amor, un manto de amor que arrasa la obra de Zurita”, dijo Calera-Grobet. Además de la “lluvia”, se realizó con jóvenes y vecinos un festejo con lectura de poesía, en el restaurante “La Celestial”, cercano al centro de Tultepec.

Este evento de la editorial Mantarraya –que ha publicado casi un centenar de títulos y organiza cada año el encuentro “Poesía por Primavera”– se hizo eco, de algún modo, de la historia artística del poeta, de lo ocurrido hace ya cuarenta años en el espacio aéreo de Nueva York, cuando Raúl Zurita impulsó una escritura poética en el cielo, con cinco aviones trazando las palabras de los primeros quince versos de su poema La vida nueva, a más de 4500 metros de altura, a lo largo de unos 135 kilómetros; o el gigante geoglifo, de más de 3.000 metros de extensión, en el que se dice: “Ni pena ni miedo”, que fue impreso –con máquinas excavadoras– en el desierto de Atacama (Chile), en 1993, y sólo es legible desde el aire.

Canto a su amor desaparecido es un poemario de Raúl Zurita publicado por la Editorial Universitaria en noviembre de 1985 en Santiago de Chile, aunque parezca imposible, con un país sumido en la dictadura militar pinochetista. Y sin embargo, pese a todo, en apenas cinco años agotó cuatro ediciones. Entre las dedicatorias del comienzo, están las Madres de Plaza de Mayo, y la local Agrupación de Familiares de los que no aparecen; el libro fue una de las primeras obras en referirse a los horrores de aquel presente; poético y sufrido canto de amor y de la sobrevivencia. Con un trabajo en los lenguajes, amplió la visión –la “globalizó”, incluyendo “galpones”, “cuarteles” y “nichos”, mapas y menciones a otros países y continentes–, y hermanó a Chile con los demás países latinoamericanos. El poemario fue traducido a varios idiomas, entre ellos el inglés y el francés, y es una de las obras fundamentales del autor, junto a Purgatorio (1979), Anteparaíso (1982), La vida nueva (1994, con una “versión final” en 2018) y Zurita (2011), volumen de más de setecientas páginas.

Raúl Zurita, poeta premiado, traducido a una quincena de idiomas –como el noruego, neerlandés, coreano, estonio, chino, bengalí, ruso y griego–, y figura reiteradamente propuesta para el Nobel, tiene ahora un nuevo grupo musical, llamado Unidad Popular, integrado por él junto a Aldo Perán y Manuel Vargas; experiencia que no desentona con una previa, realizada junto a la banda de rock González y los Asistentes, con quienes grabó un disco, Desiertos de amor (2011), y dio recitales, y del que se puede ver el flamante documental Zurita y los Asistentes (2021). Entre sus más recientes libros, se encuentra una antología realizada en Colombia, Verás cielos en fuga, otra en España, realizada por la Universidad de Salamanca, Verás auroras como sangre, y una nueva novela, que tituló Sobre la noche el cielo y al final el mar. Durante una entrevista con Culto-La Tercera, dijo, comentando las últimas publicaciones: “el primer texto de la antología lo escribí en 1968 y recorre toda mi obra hasta ahora. Y caigo en cuenta de que son 53 años de tu vida, ahora tengo 71 y al frente está el final: la noche de la noche”.