En Casa Rosada se vivió un día por demás extraño. Las caras de los funcionarios y todos los que circulaban por los pasillos eran de consternación, angustia y de cansancio. La mayoría no había dormido más de tres horas y muchos aún estaban en estado de shock por las imágenes de la noche, en las que se veía a la perfección como un hombre gatillaba en la cara a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Fue un viernes completamente atípico y el comentario que primaba en los pasillos de Balcarce 50 era que "la democracia no es la misma que hace 24 horas". El Presidente llegó temprano a Casa de Gobierno, participó de la reunión de gabinete y estuvo allí todo el día salvo por un rato de la tarde que fue a visitar a la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner a su departamento. Más tarde, pasadas las cuatro, durante una convocatoria de la que participaron sindicalistas, empresarios, organismos de derechos humanos, movimientos sociales y funcionarios del gobierno nacional, el Presidente resaltó que “celebro que la comunidad argentina hoy esté llenando las plazas, reivindicando la convivencia, el respeto, la democracia y celebrando que Cristina está bien”.

En ese encuentro, que se llevó a cabo en el Salón de las mujeres de Casa Rosada, el Presidente agregó que “todos los que estamos acá somos parte de la comunidad democrática, y por lo tanto lo primero que tenemos que hacer es decir basta a volver habitual lo que no debe ser habitual; a tolerar aquello con lo que no debemos convivir, porque la democracia nos exige respetar al otro”. “Cristina hace muchos años es objeto de una persecución, por eso no podemos seguir mirando complacientes cómo se la estigmatiza y descalifica”, puntualizó y llamó a concretar "un pacto democrático".

La actividad en Casa de Gobierno comenzó temprano con una reunión de gabinete que el jefe de los ministros, Juan Manzur, convocó el jueves por la noche luego del intento de asesinato de la vicepresidenta. Esa misma noche, Alberto Fernández, luego de hacer la cadena nacional, habló con él por teléfono y definieron su participación en la reunión. En el cónclave, del que participó casi todo el gabinete nacional --faltaron al encuentro el ministro del Interior, Eduardo "Wado" de Pedro y el ministro de Desarrollo y Hábitat, Jorge Ferraresi--, el Presidente propuso convocar por la tarde en Casa Rosada a sectores sindicales, sociales, empresariales, de derechos humanos y diferentes credos "para construir un amplio consenso contra los discursos del odio y la violencia". La oposición no fue parte del convite porque, según explican desde el Gobierno, "la decisión fue esa porque el sábado participarán de la sesión que fue convocada en el Congreso". 

Luego del encuentro, todos los presentes, salvo el Presidente, salieron de Casa Rosada por la puerta de Balcarce 50 y subieron al escenario montado en Plaza de Mayo para leer ante las miles y miles de personas el documento que habían consensuado y que también había sido aprobado por los ministros en la reunión de gabinete que tuvieron temprano. Cerca del mandatario dijeron que él no participó de la lectura del escrito porque "hicimos una convocatoria amplia y nunca estuvo previsto que él fuera. Por eso se planteó un documento". 

Mientras pasadas las cuatro de la tarde ingresaban al salón de las Mujeres de Casa de Gobierno un grupo de dirigentes como los secretarios generales de la CGT Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña, también de la CTA como Hugo Yasky, empresarios como el presidente de la UIA, Daniel Funes de Rioja, y de CAME, Alfredo González, referentes de los derechos humanos y movimientos sociales, y gobernadores como Axel Kicillof, de Buenos Aires; Gildo Insfrán, de Formosa y Ricardo Quintela, de La Rioja; el Presidente se encontraba en su despacho con la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Juntos llegaron al salón donde había dispuestas mesas enfrentadas y se sentaron en el medio. A un lado del Presidente estuvo De Carlotto y al otro la titular de Madres de Plaza de Mayo LF, Taty Almeida. 

El clima de la reunión fue de extremo hermetismo, incluso todos los que ingresaban al salón debían dejar los celulares en una mesa afuera y los que llegaron tarde no pudieron entrar. Ese fue el caso del ministro de Defensa, Jorge Taiana; del de Trabajo, Claudio Moroni, de los funcionarios de la provincia de Buenos Aires como Cristina Álvarez Rodríguez y Andrés Larroque y hasta del secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello. 

Según lo que trascendió de la reunión de gabinete que se llevó a cabo por la mañana, existe en el gobierno cierta tensión porque falló el operativo de seguridad de la Policía Federal, que debía proteger a la vicepresidenta y porque hubo protocolos incumplidos. Incluso, circuló el rumor de que algunos sectores opinan que el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, tendría que haber puesto a disposición su renuncia. 

El titular de la cartera de Seguridad, además de participar de la reunión de gabinete, estuvo con el Presidente a solas en su despacho. Antes de las 13.30, y de que el Presidente saliera camino a la casa de CFK, se reunió con Aníbal Fernández, con el titular de la AFI, Agustín Rossi, Olmos, Katopodis, Taiana, el ministro de Desarrollo, Juan Zabaleta, el de Economía, Sergio Massa, el de Cultura, Tristán Bauer, y el canciller, Santiago Cafiero. Antes de terminar la jornada, el Presidente estuvo reunido con la vocera presidencial, Gabriela Cerruti; el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; el vicejefe de gabinete, Juan Manuel Olmos y el secretario de Presidencia, Vitobello, definiendo los próximos pasos a seguir.