Cuando Alberto Fernández inició su gestión, una de las primeras medidas fue restituir el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que había sido degrado a Secretaría en 2018 durante el gobierno de Mauricio Macri. A mil días de aquel momento, pandemia de por medio, es momento de balances y realizar un repaso por las conquistas, así como también por los puntos flojos y los desafíos de la cartera de CyT de cara a lo que viene.

Uno de los principales logros de la gestión que inició con Roberto Salvarezza como ministro y que hoy tiene a Daniel Filmus a la cabeza fue la sanción de la Ley de financiamiento del sector. A partir de la norma 27.614, se estableció el incremento plurianual y progresivo de la CyT en el presupuesto nacional. El proyecto, que había sido cajoneado durante el gobierno anterior en las comisiones legislativas, plantea alcanzar un mínimo del 1 por ciento del PBI destinado al área hacia el 2032. De esta manera, vuelve a pensarse a la ciencia y a la tecnología a largo plazo, como una herramienta indispensable para orientar el camino hacia el progreso; como un actor protagónico cuyo rol no puede quedar librado a las intenciones de los gobiernos de turno. Así, desde 2019 en adelante, se incrementó un 26 por ciento (en términos reales por sobre la inflación) el presupuesto orientado a la CyT.   

Un camino similar siguió el ingreso a la Carrera del Investigador Científico (CIC) del Conicet. Si a partir de 2016 los científicos y las científicas organizaron movilizaciones, sentadas, cabildos abiertos y muestras, con el objetivo de resistir frente al recorte presupuestario y los ingresos al Consejo (en aquel año solo ingresaron 385 nuevos investigadores al sistema); desde 2019 se sumaron más de 800 nuevos investigadores e investigadoras cada año. A la fecha, según el sitio oficial, más de 11 mil científicos y científicas forman parte de la CIC y constituye un récord.

Asimismo, se buscó mejorar la realidad de los que ya formaban parte del sistema. De este modo, más allá de las paritarias acordadas, se otorgaron cuatro jerarquizaciones salariales. Desde aquí, mientras que entre 2015 y 2019, el salario disminuyó en un 36 por ciento, con la nueva gestión se recuperó en un 27 por ciento. Aún falta continuar con la consolidación en este punto (muchos científicos apuntan que los salarios son bajos en comparación a los percibidos por investigadores de la región) pero la recuperación es digna de remarcar. Con las becas sucedió algo parecido: también se incrementaron en un 34 por ciento por sobre la inflación desde diciembre de 2019. En contraposición a lo que sucedía durante el mandato anterior en que los becarios y las becarias no eran reconocidos lo suficiente.

La Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, liderada por Fernando Peirano, también cumplió con un rol importante durante esta época. Financió, a partir de créditos y subsidios, a más de 1700 PyMEs, dio de alta más de 6 mil nuevos proyectos (por un total de 25 mil millones de pesos) y otorgó mil nuevas becas de posgrado. En esta línea, se buscó fortalecer el perfil productivo del sistema científico y tecnológico: la ciencia reluce de una manera distinta cuando la articulación también incluye a los pequeños privados, que tienen el horizonte en generar soluciones efectivas y de impacto social.

Sectores sensibles y pandemia

Durante estos mil días también se sancionaron otras leyes de importancia para el sector. Es el caso de la Ley de Promoción de la Biotecnología Moderna y la Nanotecnología, que se propone impulsar los conocimientos generados en esta área, un espacio de intersección pujante que requiere de los esfuerzos conjuntos y sostenidos del sector público y el privado. Asimismo, la promesa de planificar el sector científico y tecnológico a largo plazo se relaciona con la presentación que realizó Filmus y sus colaboradores del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, que buscará llegar al Congreso para convertirse en Ley. El plan debería haber sido presentado durante el mandato de Mauricio Macri pero, a tono con la mirada que el expresidente tenía del sector (un área prescindible y que solo servía de adorno), no se concretó.

En materia espacial, durante este período, se lanzó el satélite Saocom 1B y, en efecto, se completó la constelación de satélites de observación, que en la actualidad sirven para la gestión de emergencias y el beneficio de las actividades productivas. En el mismo campo, se relanzó el Plan Nacional Espacial 2030; al tiempo que, con el propósito de reactivar de manera definitiva el área, se reflotó el proyecto del lanzador nacional Tronador II, mediante una inversión de 4500 millones de pesos. De forma adicional, se financió la construcción de la primera planta doméstica de fabricación de baterías de litio con el objetivo de iniciar la transición de la matriz energética; y se anunció la compra de la supercomputadora (única en Latinoamérica) que operará el Servicio Meteorológico Nacional y servirá como instrumento para la realización de investigaciones de punta a toda la comunidad científica.

Aunque parezca ya concluida, la ciencia y la tecnología continúa en el combate de la pandemia. A la inversión de 1600 millones de pesos en proyectos científicos e insumos de confección nacional para luchar contra la covid (tests, barbijos, telas antivirales, etc.), también vale mencionar el financiamiento de cuatro proyectos de vacunas de bandera. Una de ellas, la “Arvac Cecilia Grierson”, desarrollada por un equipo de la Universidad Nacional de San Martín, ya comenzó las pruebas en humanos y en 2023 podría estar disponible como refuerzo para la inoculación de toda la población.

Federalización, el eje a trabajar

Uno de los grandes desafíos lo constituye la federalización de la ciencia y la tecnología, en la medida en que Buenos Aires y los grandes centros concentran al 80 por ciento de los investigadores e investigadoras que tiene el país. Con la meta de mejorar las condiciones de acceso y participación en el conocimiento de las diferentes jurisdicciones (y con el horizonte puesto en contribuir al crecimiento de las economías regionales), el MinCyT creó el Plan Federal que otorgó 23.500 millones de pesos solo en 2022. También lanzó el Programa Federal Construir Ciencia y, a través de esta iniciativa, comenzó la edificación y adecuación de 22 obras de infraestructura en 39 instituciones pertenecientes a 16 jurisdicciones del país. 

De forma complementaria, se lanzó el Programa Federal Equipar Ciencia, por intermedio del cual se adjudicaron 167 equipos a 60 instituciones ubicadas a lo largo y a lo ancho del país. Aun falta resolver cómo es que los científicos y científicas ubicados en los centros urbanos podrán radicarse en provincias que tienen menos recursos humanos. 

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