Desde Brasilia

Obsequioso ante Su Majestad. No hubo en América del Sur ningún presidente que haya sido más elogioso con la reina Isabel II que Jair Bolsonaro, quien este domingo desembarcaba en Londres para participar en los funerales del próximo lunes.

Admiración

Luego de declarar tres días de luto nacional escribió de puño y letra en un libro de condolencias británico sentir "admiración por una mujer de gran personalidad y sentido del deber que dejó un legado de estabilidad para su pueblo y el mundo". Sorprende esta gira a Gran Bretaña y luego Estados Unidos cuando faltan quince días para las elecciones en las que el presidente buscará su reelección y la última encuesta de la agencia Datafolha le dio el 33 por ciento de intenciones de voto contra el 45 por ciento de Luiz Inácio Lula da Silva, cuyo favoritismo se repite en otros sondeos. 

Es una apuesta riesgosa la de abandonar el país en el momento más candente de la campaña. Pero los estrategas del Planalto consideran que vale la pena ausentarse unos dias ante la necesidad de que el capitán retirado mejore su imagen en el exterior. Y más que eso: intente recuperar credibilidad ante una comunidad internacional donde se teme que no respete una eventual derrota ante Lula, tal como lo volvió a insinuar la semana pasada durante un acto proselitista en San Pablo.

Seguramente Bolsonaro posará de demócrata convencido cuando la prensa lo aborde sobre sus frecuentes amenazas y hará una defensa sobreactuada de la democracia y la libertad durante sus dos días en Londres y posterior viaje a Nueva York para participar en la Asamblea de la ONU. Su prinicipal objetivo es conversar un par de minutos y tomarse una foto con el rey Carlos III, heredero de una corona que siempre tuvo afinidad con Brasil, lo cual incluye las fluidas relaciones de la reina con los dictadores que gobernaron entre 1964 y 1985.

"Velorio da votos"

Luiz Inácio Lula da Silva y miembros del equipo de campaña del Partido de los Trabajadores (PT) ven el viaje de Bolsonaro como una maniobra destinada a suavizar una imagen desgastada después de casi cuatro años de un gobierno que abusó del discurso del odio combinado con su insensibilidad social y la guerra a las reivindicaciones feministas.

La encuesta de Datafolha, publicada el jueves, indicó que el 53 por ciento de los electores en general jamás votarían al candiato de ultraderecha y que ese rechazo es aún mayor en el segmento de las mujeres votantes.

 "Creo que es elogiable que el presidente haya dicho que va al velorio de la reina de Inglaterra, pero también podría haber ido al velorio de alguna de las 680 mil personas que murieron de Covid", comparó Lula. "Toda su vida Bolsonaro pensó en su propio interés, él piensa que va a ganar votos yendo a Londres, piensa que va a sensibilizar a la gente con el velorio."

Cuando se repasan los golpes de efecto mediáticos dados por el mandatario para impactar en la opinión pública cada vez que su imagen enfrentó una alta desaprobación se llega a la conclusión de que Lula puede estar en lo cierto. Veamos un par de ejemplos.

En enero pasado Bolsonaro fue internado de urgencia tras sufrir una indisposición debido a una supuesta comilona de frutos de mar. Las imágenes del presidente entubado en una camilla hicieron que el público se compadeciera haciendo a un lado el enojo por sus largos veraneos en las playas del sur y las aglomeraciones con las que se burló del aislamiento para evitar el contagio del coronavirus.

Hace cuatro años, en plena campaña electoral de 2018, Bolsoanro fue apuñalado en Minas Gerais, gracias a lo cual sus índices de rechazo cayeron verticalmente y parte del electorado pasó a verlo con compasión, un giro que contribuyó a su victoria. Cuando a Lula le preguntan por aquella cuchillada providencial para la campaña bolsonarista, el jefe petista frunce el ceño por consider que esa historia está llena de aspectos dudosos.

Lazos de sangre

"El que está viajando a Londres para los funerales de la reina es el actual presidente Bolsonaro y al mismo tiempo el que está viajando a Londres es el militar jubilado que hasta hoy sigue estando agradecido a la reina por lo que ella hizo a favor de la dictadura", señala Adriano Diogo director de la Coalición Brasil Memoria, Verdad, Justicia y Reparación en diálogo con Página/12.

Los generales llegaron al poder en 1964 tras derrocar al presidente electo Joao Goulart, y en 1968 fue dado un golpe dentro del golpe, comenzando una etapa de represión más dura con asesinatos, torturas y la supresión de las mínimas garantías. "¿Y quién vino a visitarnos en 1968? La reina. ¿A qué vino? A decir que estaba del lado de la dictadura. no del lado de los presos políticos," pregunta y contesta Diogo.

Ocho años después de su paso por Brasil , en 1976 Isabel II recibió en Londres al dictador Ernesto Geisel en una visita oficial de la cual quedó la simbólica foto de ambos sonrientes a bordo del carruaje real. Esa imagen es recordada como uno de los momentos importantes de un viaje que no fue solo protocolar. "La vistia de Geisel fue negociada durante meses, representantes de la Cancillería viajaron previamente a Gran Bretaña para ajustar los términos políticos. El viaje se hizo cuando la dictadura estaba bastante aislada internacionalmente", cuenta Diogo.

En las décadas del 60 y 70, dice Diogo,  Gran Bretaña envió a Brasil agentes de inteligencia y expertos "en tortura, un tema del que se sabe poco. Siembre se culpa a los esa asesoría en represión, la verdad es fueron los franceses y los británicos".

La ayuda no terminó allí. En 1978 la reina envió a Brasil al principe Carlos, otro gesto bienvenido por la dictadura que había sido objeto de un boicot armamentístico por parte del presidente norteamericano, James Carter, ante las denuncias por violaciones de derechos humanos presentadas por el arzobispo de San Pablo, Paulo Evaristo Arns, el mismo que dio cobijo a exiliados argentinos, uruguayos y chilenos.

Carlos III

De la visita de Carlos en 1978 sobrevivieron videos de unos pasos de samba con una bailarina carnavalesca en Río de Janeiro y su caida de un caballo durante un partido de polo en San Pablo. Esas anécdotas fueron recuperadas de los archivos en este fin de semana en Brasil donde medios de oficialistas promocionaron el viaje de Bolsonaro a Londres anticipando que este domingo tendrá un un encuentro con el rey Carlos III para tratar la agenda bilateral.

Es probable que contacto entre ambos, en medio de una recepción para decenas de mandatarios, no pase de un apretón de manos seguido de un breve intercambio de palabras cuyas imágenes seguramente serán incluidas en los spots de la campaña electoral bolsonarista.

El flamante monarca tal vez le repita su preocupación por la devastación de la Amazonia, algo particularmente incómodo para el brasileño y que ya fue motivo de divergencias en 2019. Ese año, durante una cumbre en Japón, Bolsonaro se refirió al entonces príncipe heredero como un señor "simpático" que sabe nada de la floresta.

Después de Londres el líder de extrema derecha mebarcará hacia Nueva York para pronunciar un discurso ante la Asamblea de la ONU donde seguramente hablará de la Amazonia como ya lo hizo en 2019,2020 y 2021. En sus anteriores exposiciones negó que haya incendios, a los cuales consideró una invención de la prensa internacional.

La semana pasada la ong ambientalista Imazon informó que entre enero y agosto 2022 fueron destuidos casi 8 mil kilómetros de tierras amazónica, la mayor superficie desde que se hace un seguimiento por satélite. ¿ Se animará Bolsonaro a negar esta realidad ante la ONU?