La urgencia que tenía River por volver a sumar puntos, luego de dos derrotas consecutivas, hizo que presentara una propuesta audaz en el estadio de San Lorenzo.

El equipo visitante se adueñó de la pelota rápidamente y arrinconó a su rival contra el área de Batalla. De La Cruz y Barco eran los que combinaban en el medio, y a partir de ahí se iba construyendo el dominio del desarrollo. Solari tuvo una chance para marcar pero Batalla respondió bien. 

Los primeros diez minutos fueron netamente a favor de River. El adelantamiento de sus líneas era otro punto que no podía contrarrestar el conjunto de Boedo.

San Lorenzo empezó a recuperar más la pelota después de los 15 minutos, y haciéndola circular rápido pudo salir del asedio al que fue sometido por River. Las acciones con pelota detenida eran una opción concreta de los locales, y por esa vía Juan Méndez estuvo cerca del gol con un golpe de cabeza en donde la pelota se fue apenas arriba.

El duelo se fue emparejando en la primera parte, y se repartían la iniciativa en la misma proporción. De esa manera, el desequilibrio podía aparecer por el error de alguno de los protagonistas. 

Barrios, precisamente, se equivocó al tocar la pelota con el taco, cuando San Lorenzo estaba saliendo de su área, y se la dejó servida a Díaz, quien inició la jugada que desembocó en un rebote que tomó Mammana. El defensor le pegó de derecha y convirtió el gol de River ubicándola al lado del palo.

El entrenador de San Lorenzo hizo ingresar a Vombergar y Leguizamón en el segundo tiempo, con el objetivo de tener más profundidad en las cercanías de Armani. Los dos colaboraron para ello, aunque el desorden del local impedía que pudiera exigir con seriedad al arquero de River.

El nivel de juego se fue deteriorando lentamente, y ninguno de los dos equipos tenía la claridad para adquirir el control. La impaciencia del público también le agregaba otro ingrediente a la tarde, que se exaltaba ante cada decisión del árbitro.

La expulsión de Herrera no fue cuestionada por la gente, que la festejó como un gol. Y San Lorenzo, con ese hombre de más, se fue encima de River para ir en busca del empate.

El ingreso de Pinola significó el repliegue de River para sostener la ventaja, que corría riesgo ante cada avance del local. Martegani estuvo cerca dos veces, y después Blandi marcó pero estaba en posición adelantada. 

El final fue con mucho dramatismo, y San Lorenzo no se resignaba ante la resistencia de River. El equipo de Núñez festejó el desenlace con ansiedad, sobre todo por la imperiosa necesidad de reencontrarse con el triunfo. Por el lado del juego, el ganador todavía sigue lejos del ideal, mientras San Lorenzo continúa envuelto en la irregularidad.