Una importante función de la memoria consiste justamente en “olvidar”, porque si recordásemos todo, el sistema mnemónico se abarrotaría de datos insignificantes, perturbando la calidad asociativa y el recuerdo.

En paralelo, las diversas categorías, nociones y ordenamientos lógicos con que operamos cuadriculan a la realidad externa para poder organizarla y representarla como realidad interna. Esa cuadratura mental que poseemos es producto, a su vez, de la disciplina, de la represión, y de nuestra relación con la autoridad y el saber cultural, que vamos asimilando desde que nacemos. Y que forzosamente nos conduce a esa cuadriculación racional y subjetiva, y nos aloja en la esfera humana, simbólica por excelencia. Básicamente, las únicas opciones (no necesariamente conscientes) que se les presentan al ser humano, son: continuar de la manera que ya conoce, o romper con el esquema cuadriculado racional con que nos estructuramos, para poder vincular nuevamente todo con todo, “regresando” a la sabiduría del ser original, o en todo caso, a ese estado mental primordial donde supuestamente se la poseía, y que después se perdió, quedando el sujeto aprisionado en la cuadratura comentada. Entonces, es más bien el “retorno metafórico” lo que nos permite la sabiduría, dado que no es posible obviar el proceso de socialización, al menos sin pagar un alto precio en salud mental, o en cuanto a la adaptación al medio humano.

Por ende, no deberíamos creernos tanto las categorías y ordenamientos racionales, que si bien poseen un indiscutible valor didáctico, en realidad representan, al mismo tiempo, un obstáculo en nuestra determinación de avanzar sobre lo desconocido, de la mano de la intuición, de la creatividad y de las analogías, siempre dispuestas a tendernos un puente hacia esa meta.

Por consiguiente, y tal como estamos viendo, el que más sabe es el que más y mejor se las puede ver con ese saber potencial e infinito, que solo resta que cobre vida en su pensamiento; el que puede a través de sus vivencias, intuiciones, creatividad, razonamiento y meditaciones de su mundo mental, pensar, reconstruir o crear algo de ese turbio infinito. Rasguñar algo del infinito, por poco que sea lo que se obtiene, es siempre una acción mucho más prolífica que poseer algo más de los minúsculos y estancos conocimientos mnemónicos, que son ínfimos contrastados con la totalidad del saber existente. Lo deseable sería un equilibrado juego entre la memoria y la intuición creadora.

 

*Psicólogo. Escritor y ensayista. [email protected]