Un planeta podría desaparecer. Sí, suena a una posible misión de la Estrella de la Muerte en alguna saga futura de Star Wars. Pero no. Esto podría pasar con el WASP-12 b, un gigante gaseoso deforme, descubierto en 2009 y ubicado a más de mil millones de años luz de la Tierra.

El planeta duplica el tamaño de Júpiter y tiene una excéntrica particularidad: sus temperaturas son de aproximadamente 2.210 grados Celsius. Fue, al momento de su descubrimiento, el planeta más caliente del que se haya tenido registro. Este astro deforme orbita alrededor de WASP-12, una estrella de la constelación de Auriga, en el anticentro de la Vía Láctea.

La mayoría de estos lejanos planetas, que están más allá del sistema solar, orbitan otras estrellas o flotan libremente alrededor del centro galáctico. Empezaron a descubrirse en los años 90 y, de momento, la mayoría de los avistados pertenecen a una región relativamente pequeña de la Vía Láctea.

Lo cierto es que esta gran pelota de rugby plantearía está perdiendo masa de forma constante. Lo hace absorbida por su estrella, WASP-12, a una velocidad de 6.000 millones de toneladas al segundo. Gira tan rápido alrededor de su sol que su año dura solo 26 horas. A este paso el planeta será destruido en un período de 10 millones de años.

Ahora, si bien 10 millones de años puede parecer mucho tiempo, en el tiempo planetario es un pestañeo. Basta con pensar que la Tierra se formó hace unos 4.550 millones de años. Por eso, para los especialistas esto significa que ese planeta está en los últimos instantes de su existencia.

Además, casi todo el material que se desprende del planeta acaba en la estrella rápidamente, pero una pequeña parte de la masa va creando un disco que se precipita hacia WASP-12 describiendo una lenta trayectoria en espiral. Es que si bien WASP-12 b pesa 1,4 veces más que Júpiter, está 44 veces más cerca de su estrella que la Tierra del Sol.