Desde San Pablo

Brasil completa este domingo su cuenta regresiva hacia las elecciones. No hay más qué decir y sí llegó la hora de votar. La pedagogía democrática sugiere que la disputa es entre una república inclusiva, que saque al país del mapa del hambre de la FAO y extienda el horizonte de derechos ciudadanos y otra que excluye, restrictiva, que ignora a sus minorías y sigue amenazando que no reconocerá los resultados como ya sucedió con Donald Trump en Estados Unidos. Lula y Bolsonaro representan dos proyectos antinómicos de país. Quedó reflejado en un par de hechos del cierre de campañas. El actual presidente mostró en su acto – como si imitara a Herminio Iglesias en los comicios del ’83 con su ataúd de utilería – una mochila azul con la foto de su principal adversario político entre rejas, como si fuera un presidiario. El líder del PT declaró horas después de su masiva caminada por el centro de esta ciudad que “las personas no me ven como un candidato, me ven como uno más de ellos”. Tal vez eso explique su crecimiento en las últimas encuestas que, de confirmarse lo que anticipan, le darían la victoria en primera vuelta.

Están en condiciones de ir a las urnas y cambiar el rumbo del país o sostenerlo, 156.454.011 de brasileños. Entre ellos, muchos sentirán la ausencia de sus familiares que hubieran votado y no podrán hacerlo. Son los 686.036 fallecidos durante la pandemia por una política oficial que ignoró todos los cuidados indispensables para evitar la propagación del Covid 19.

Pronósticos

Los comicios se cerrarán a las 17 y según lo indican experiencias anteriores, es muy posible que un porcentaje muy alto de los resultados se difunda cerca de las 20. También se espera que demore más la resolución del principal dilema de esta elección. Si habrá segunda vuelta. Para que Lula pueda evitarla y ratifique los últimos pronósticos, necesita sacar más del 50 por ciento de los votos válidos. No toman en cuenta los que son en blanco o anulados.

Las cifras que demuestran la envergadura de estos comicios fueron dadas por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Su presidente Edson Fachin señaló: “Es el mayor electorado registrado en la historia de Brasil”. Las mujeres son el 52 % del padrón, al que se incorporarán por primera vez jóvenes de 16 a 17 años. Según cifras oficiales llegan a 2.116.781. En Brasil hay 2.637 distritos de votación y 93.758 locales electorales que recibirán las 577.127 urnas electrónicas que se utilizarán en la jornada.

Este domingo no solo se elegirá una fórmula presidencial entre siete alternativas. También la gente votará gobernadores, senadores y diputados federales, estaduales y de distrito.

Los cierres del sábado

El ultraderechista Bolsonaro cerró su campaña en un estado crucial para sus aspiraciones de reelección y otro donde las encuestas le sonríen: San Pablo, el más populoso del país y Santa Catarina, al sur. No alteró su fórmula de la motociata, la larga caravana de motocicletas que encabezó al comando de una Triumph de alta cilindrada. Sin casco, igual que su acompañante, Tarcísio de Freitas del partido Republicanos y candidato a gobernador del estado de San Pablo.

Su desfile con algunos tics de militarismo explícito recorrió las avenidas paulistas hasta desembocar en el parque Iburapuera, el principal de la ciudad. Lo custodiaba la Policía Militar que depende de los gobernadores de cada uno de los 27 estados brasileños, pero que entre sus filas tiene un alto porcentaje de seguidores de Mito, como lo apodan al presidente.

Durante el recorrido, Bolsonaro volvió a dar una de sus habituales sobreactuaciones. Elevando sus brazos, mostró como si fuera un trofeo una mochila de las que usan los repartidores de comida con la imagen trucada de Lula tras las rejas semejando a un presidiario. Para su comité de campaña, de esas actitudes podría sacar rédito electoral. Pasado el mediodía y después de su incursión motoquera, el ex militar tomó un avión hacia el sur para seguir con el cierre en la ciudad de Joinville, uno de sus reductos. Ahí jugó de local con la inseparable compañía del empresario Luciano Hang, dueño de la cadena de bazares Havan, que en sus locales tienen una gigantesca réplica de la estatua de la libertad en la puerta.

El acto final de Lula tuvo como punto de partida la esquina de la avenida Paulista y la calle Augusta. Fue una colorida caminada a la que asistió con sus principales candidatos: Gerardo Alckmin – que completa su fórmula-, Fernando Haddad que lidera las encuestas para llegar a la gobernación de San Pablo, la ecologista Marina Silva y también su esposa Janja. El expresidente iba conducido a paso de hombre arriba de un pequeño vehículo adaptado y saludaba conmovido por el contacto con su gente. Minutos antes de que llegara al lugar, se largó un aguacero que no intimidó a la mayoría de la militancia. La movilización también fue acompañada por sus aliados del PCdoB, PSOL, la Rede, movimientos sociales del PT y hasta por la Democracia Corinthiana, el grupo de hinchas del club con el que se identifica Lula y que durante la dictadura tuvo como referente máximo al ex futbolista Sócrates.

“Hoy a los 76 años descubrí una palabra llamada amor que me cala muy hondo. Ayer (por el viernes) en los actos de Bahía y Ceará y hoy en este acto de la calle Augusta, la participación del pueblo, la emoción del pueblo, la esperanza de ese pueblo… es algo que me deja muy emocionado y es por eso que quiero ganar las elecciones para recuperar los derechos que ese pueblo se merece”, dijo Lula en la conferencia de prensa posterior que celebró en el hotel Jaraguá.

Denuncia de corrupción 

Folha da San Pablo colocó ayer en su portada digital la noticia de un nuevo escándalo de corrupción contra una empresa estatal con sede en Brasilia que recibió sumas multimillonarias del gobierno nacional para hacer proselitismo con obras de asistencia social.

Se trata de Codevasf, la misma cuyo control le entregó el presidente a sus aliados del llamado Centrão, la bancada de partidos conservadores que lo apoyó desde el Congreso a cambio de ciertos favores como no dar curso a 145 pedidos de juicio político contra Bolsonaro. La Compañía de Desarrollo de San Francisco y el valle de Parnaíba – así se llama – se dedica a trabajos en cuencas hidrográficas y proyectos de riego, acciones e instalaciones de saneamiento y la construcción de puentes y obras de pavimentación.

Codevasf ya había recibido demasiadas denuncias de corrupción en los contratos que firmaba, aunque la diferencia con la última es que podría haber cometido delitos electorales. Folha informó que donó cisternas a casas que habían sido señaladas con pegatinas a favor de un diputado aliado de Bolsonaro. Se llama Elmar Nascimento. La investigación derivó en 34 detenciones y la incautación de 3 millones de reales. Datos de una ONG llamada Cuentas Abiertas señalan que el gobierno del ex militar autorizó pagos a la firma desde 2019 hasta este año por cerca de 9 mil millones de reales.

Las denuncias sobre hechos de corrupción de las que se valió el oficialismo para machacar contra Lula y el PT durante cuatro años de gobierno, se volvieron ahora residuos cloacales que inundan el aparato del Estado que todavía controla el presidente y ex militar. El cierre de campañas, después de un último debate presidencial acalorado y desvirtuado por las intervenciones bizarras del candidato Padre Kelmon – un aliado indisimulado de Bolsonaro – ratificó la tendencia hacia un apretado desenlace en la primera vuelta.

Pero esta conclusión provisoria no deja de ser el producto de encuestas del Ipec – ex Ibope – la consultora con más exposición del país que contrató el grupo Globo para difundir sus pesquisas electorales. Ni la propia cadena – que fue responsable en la llegada del actual presidente al Planalto en octubre de 2018 -se anima a dar un pronóstico definitivo en los horarios centrales de su programación.

Una señal de que todavía falta mucho por verse. Como fuere, Brasil vivirá este domingo, acaso, la decisión ciudadana más importante de su historia republicana. Con lo que eso significa para el resto del continente. Con lo que implica una elección donde Lula puede llegar a la presidencia por tercera vez en su larga y resiliente trayectoria política. O, por el contrario, que Bolsonaro siga su rumbo como pieza clave del neofascismo mundial que ganó en Italia las elecciones hace una semana.

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