La violencia física, psicológica y simbólica "permanente" con la que José María Castro sometió durante años a su pareja e hijos, quedó acreditada en el juicio oral y público por el que ayer fue condenado a prisión perpetua, acusado por el femicidio de Elsa Noemí Mércuri. El tribunal integrado por las juezas María Trinidad Chiabrera, Hebe Marcogliese y Patricia Bilotta dio a conocer ayer el veredicto unánime contra el hombre de 67 años, imputado por haber matado y ocultado el cuerpo de Elsa, de 61 años, de quien no se supo nada durante ocho meses, hasta que fue encontrada en el pozo de un molino, en la zona de la casa que compartían en General Lagos. 

El 28 de marzo de 2019 fue el último día que su familia supo de Elsa. Castro, con quien la víctima mantuvo una relación de 43 años, dijo que lo había abandonado y que se había ido a Brasil sin llevarse ropa ni su celular. "Un día más que no sabemos nada, mami!! Voy a seguir publicando hasta que sepa algo de vos", escribió Valeria, una de sus hijas, por esos días, en una búsqueda desesperada por redes sociales.  

Fue esa insistencia y la falta de credibilidad a las palabras de su padre, quien "siempre fue violento", lo que llevó a que se hiciera la denuncia por la desaparición de la mujer, que en el último tiempo se dedicaba al tarotismo.

Ocho meses después, el 27 de noviembre de ese año, cuando se allanó el domicilio que compartía la pareja, fue hallado el cuerpo de Elsa en el pozo de un molino que tenían en el predio en General Lagos, en el kilómetro 275 de la ruta 9. 

Según la acusación del fiscal Alejandro Ferlazzo, Elsa sufrió violencia machista durante todo el tiempo que duró la relación con el ahora condenado, quien llegó a juicio acusado de ahorcarla e intentar ocultar el cuerpo. "Ella y sus hijos eran víctimas del contexto de violencia de género", dijo ayer el funcionario judicial.

Valeria y sus hermanos, quienes fueron testigos y acompañaron las jornadas de debate desde el  primer día, salieron "más tranquilos" ayer del Centro de Justicia Penal, tras escuchar la sentencia. "No solo mi mamá, hay muchas mujeres que mueren en manos de quienes dicen amarlas, y esto tiene que parar", reclamó la mujer.

Lo ocurrido, "no tiene descripción para nosotros. Durante los días que presencié el juicio esperé que cuando pida la palabra diga que estaba arrepentido, pero hasta último momento lo negó, se contradijo. Se ve que lo que él dijo en un momento y que se tomó a broma en una reunión familiar, que la iba a matar y la iba a tirar en el pozo del molino, lo estuvo planeando desde antes, porque lo que dijo se cumplió", lamentó la mujer.

Durante los años de relación, Valeria recuerda otros episodios. "La situación se vivió siempre en casa. Un día él llegó a apuñalar a mi mamá en un riñón. Habrá sido hace unos 30 años. Ella estuvo hospitalizada, primero en Arroyo Seco, luego la trasladaron al Hospital Clemente Alvarez, por la gravedad; y él estuvo preso el tiempo que ella estuvo internada. Cuando le dieron el alta, lo soltaron", ya que cuando pasaban cosas como ésa, no lo denunciaba o levantaba las denuncias, como consecuencia del mismo sometimiento que vivía. 

Valeria cree que recién ahora podrán hacer el duelo, y recordó que en el último tiempo su mamá "se dedicaba a ser tarotista, tenía sus clientas". Él hacía tareas de pintor, albañil o jardinero.  

Hasta ayer, los hijos de Elsa no sabían qué podía pasar a partir del juicio. "Si bien teníamos todas las pruebas, uno tiene miedo de lo que puede decir la Justicia. Fue una semana difícil, revivir todo y ver el semblante de él, que nunca se arrepintió", dijo Valeria. Y concluyó: "Hoy se pudo hacer justicia".