Los meses que restan de este 2022 se perfilan movidos para el sistema universitario nacional: al debate en el Congreso por una revisión presupuestaria que empate a la inflación de cara al año entrante, se le suma la aprobación en Diputados de los proyectos para la creación de nuevas casas de estudios; un programa de acción que incluye la virtualización de la educación superior y la necesidad de pensar en vías novedosas de integración en el marco de un mundo cada vez más globalizado. Para noviembre, además, se esperan las finales de los Juegos Universitarios Argentinos (JUAR). Y esa es solo parte de la abultada agenda en la que trabaja la secretaría de Políticas Universitarias conducida por Oscar Alpa.

Rector en licencia de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam), Alpa es contador público graduado en esa institución y especialista en Administración Financiera por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su llegada a la Secretaría se concretó en octubre del año pasado, tras el nombramiento de su antecesor, Jaime Perczyk, al frente del Ministerio de Educación nacional.

En conversación con el Suplemento Universidad, el secretario valoró un panorama general en el que se viene advirtiendo una tendencia al aumento de las inscripciones de estudiantes. Se refirió además a las expectativas sobre las próximas actividades y explicó el programa acordado entre su Secretaría y el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) para enfrentar los desafíos que la educación superior argentina tiene por delante.

A poco de la lanzar la tercera etapa del Plan de Virtualización de la Educación Superior, Alpa precisó que uno de los objetivos centrales del programa de acción convenido será reforzar el proceso de enseñanza híbrida implementado durante la pandemia. Un plan que contempla, además, medidas orientadas a ampliar la internacionalización de las carreras, la modificación de sus formas de acreditación y la renovación en el área de extensión universitaria.

-¿Qué diagnóstico hace la SPU del sistema universitario luego de estos años de pandemia y la vuelta a la presencialidad?

-Lo esencial es que se mantuvo la tendencia al aumento en la cantidad estudiantes. Es un crecimiento que se ve día a día y que se evidencia en resultados positivos. Resta corroborarlo con los datos actualizados. El último número con el que contamos, de los registros de 2020, indica un total de 2.318.000 estudiantes, sumando la gestión pública y privada. Antes de eso, ya había una tendencia creciente. Venimos creciendo a una tasa que se encuentra entre el cuatro y el cinco por ciento anual de nuevos ingresantes. Es un fenómeno que se da sobre todo en el área de gestión estatal. De ese número total –correspondiente al último registro–, 1.872.000 estudiantes pertenecen a la esfera de gestión pública, en instituciones tanto nacionales como provinciales. Cuando hablamos de garantizar como derecho humano la educación superior, es necesario ver estas estadísticas.

-El panorama de las inscripciones durante la pandemia pareció variable, pero algunas universidades han dado cuenta de un aumento ¿Qué datos estadísticos dejaron estos años?

-En parte, registramos un aumento. Todavía tenemos que seguir trabajando estadísticamente para determinar en qué medida se dio, ya que las universidades estuvieron siempre abiertas durante la pandemia, aunque no viésemos estudiantes o docentes circulando. El paquete estadístico de las universidades es volcado a la SPU, en donde un equipo importante trabaja con los números, aunque siempre hay un ligero desfase en el ritmo de procesamiento. Ahora vamos a terminar de procesar los datos de 2021, pero hay una primera situación que pudimos detectar hasta hoy y es que la cantidad de estudiantes universitarios aumentó. Además, muchas universidades han tenido récords en la cantidad de estudiantes egresados, gracias a que la virtualidad les permitió terminar las materias que les quedaban.

-¿Cómo siguió ese proceso?

-Cuando se definió la vuelta a la presencialidad, se generaron expectativas con respecto a la continuidad de la virtualidad. En muchas universidades se mantuvo la cantidad de inscriptos, en otras se reformuló. El gran desafío que tenemos desde la gestión pública es cómo implementar el formato híbrido. En la terminalidad de las carreras vimos que fue muy importante, pero en el ingreso hay que acompañar con mucha tutoría. En función de estos primeros análisis, a finales del año pasado comenzamos a pensar y definir desde la SPU, el Ministerio de Educación y el Consejo Interuniversitario Nacional, un programa de políticas universitarias de siete puntos, con énfasis en el desarrollo económico y en el progreso social.

“El gran desafío que tenemos desde la gestión pública es cómo implementar el formato híbrido. En la terminalidad de las carreras vimos que fue muy importante, pero en el ingreso hay que acompañar con mucha tutoría”.

-¿Cuáles son los siete puntos del programa?

-La idea se gestó en el plenario del CIN realizado en San Martín, en diciembre de 2021. Lo ratificamos con siete documentos, en junio, en la ciudad de Córdoba. El primer punto tiene que ver con la modalidad de enseñanza y aprendizaje: aulas híbridas y semi presencialidad, fundamentalmente. Durante la pandemia tuvimos una virtualización de emergencia y ahora apuntamos a una educación a distancia.

Otro eje es la duración real de las carreras. Sabemos que, para una licenciatura de cinco años con 2800 horas cátedra, el promedio de terminalidad está entre ocho y nueve años. Hay que revisar esa duración real de las carreras. En tercer lugar, estamos trabajando en la implementación de tecnicaturas, carreras universitarias cortas –mal llamadas “de pregrado”– y trayectos formativos con certificaciones que corroboren un recorrido, una cantidad de materias y que sirvan para el trabajo. El cuarto punto está dedicado a la movilidad internacional y la internacionalización del currículum, aprovechando la virtualidad. Quinto: hay carreras que tienen un riesgo público y que tienen que ser aprobadas por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación (CONEAU); el resto no cuentan con un sistema de certificación de calidad. A diferencia de hace treinta años, hoy muchas instituciones quieren pasar por un sistema de calificación para que, en contraste, no parezca que tienen un sello de menor calidad. Pensamos en un sistema voluntario. En el sexto documento, abordamos el tema de la investigación universitaria y en el séptimo la curricularización de la extensión.

-¿En qué estado se encuentra la creación de las universidades nacionales de Saladillo, Pilar y Delta?

- En este momento los proyectos ya tuvieron despacho de comisión en la Cámara de Diputados. Las iniciativas acompañan la idea de ampliar el sistema, no sólo llegando a todas las provincias, sino a sectores específicos. Dos de ellas, por ejemplo, Pilar y Delta (San Fernando, Tigre y Escobar) cubrirán la oferta en el área que queda en el norte y noroeste del conurbano bonaerense, y otra (Saladillo) el sector de la provincia que está entre la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA) y la del Centro (UNICEN); un territorio muy importante. Persiguen el objetivo de poder llegar a las distintas zonas de nuestro país y poder seguir teniendo la educación superior como un derecho. Esas tres, junto a otras universidades, han sido aprobadas por el CIN y significan un avance desde la política universitaria.

-¿Cómo vienen las negociaciones por el presupuesto 2023 para las universidades?

-Es un trabajo que venimos haciendo de forma conjunta con los rectores y rectoras. Entendemos que el presupuesto que fue elevado por el Poder Ejecutivo satisface el planteo hecho por el CIN. Contempla lo que corresponde a las paritarias que tenemos firmadas hasta ahora y, según las conversaciones con las diferentes autoridades universitarias, cumple con las expectativas de seguir construyendo y ampliando carreras, de generar políticas de investigación y extensión y de fortalecer las carreras estratégicas. En este marco, anunciamos recientemente la tercera etapa del Plan de Virtualización de la Educación superior, que avanza con una política de aulas híbridas en todas las universidades y prevé la instalación de cámaras y micrófonos para garantizar que, más allá de que el aula sea un espacio de asistencia y participación, quien lo necesite se pueda conectar y estar de forma virtual. Significa una gran inversión. Además, recientemente comenzamos con la firma de diez contratos que involucran al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF, ex Corporación Andina de Fomento). Hay 73 obras en marcha que tienen fecha de finalización entre fines de este año y marzo. Y, en breve, habrá un llamado a licitación de otras 75.

-Despues de dos años de encuentros virtuales, volvieron los Juegos Universitarios Argentinos de modo presencial. ¿Cómo se desarrollaron hasta ahora?

- Estuvieron excelentes. He podido estar presente en tres de las nueve regionales. Actualmente restan por jugarse los encuentros del conurbano Norte y los de la Patagonia y después se realizarán las finales. Participaron, más o menos, doce mil estudiantes de las universidades públicas y privadas de todo el país. Es un lindo desafío para todos los participantes y un gran esfuerzo para nuestra gestión. Muchas veces, el desarrollo de las actividades implica el traslado de delegaciones a zonas muy lejanas, lo que involucra micros y un gran movimiento. Vamos resolviendo cuestiones que surgen día a día, acompañados por la Federación del Deporte Universitario Argentino (FeDUA). El 20 de septiembre fue el día del deporte universitario, que sirve para pensar en el proyecto de doble carrera –la académica y la deportiva–, con la cual articulan los JUAR.