Territorios. Ese es el nombre del espectáculo que reunirá a la cantora entrerriana Liliana Herrero, la brasileña María Gadú y la española Silvia Pérez Cruz, tres intérpretes destacadas de la canción popular. “Fundamentalmente, lo que estamos pensando las tres es que lo que hacemos es volver a nombrar esa memoria que tienen los territorios. Es volver a cantarlas”, explica Liliana Herrero a Página/12. “Volver a nombrar algo siempre supone una posibilidad de reponer y retomar una memoria que cada una de nosotras posee y que es distinta, y al mismo tiempo permite un diálogo maravilloso y posible entre nosotras”, se explaya la cantora. Más que un concierto, es un encuentro cultural que propone repensar “desvelos y anhelos” y construir comunidad frente a un mundo cada vez más hostil. La presentación será este lunes 24 de octubre a las 20.30 en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125.

En febrero de este año, las tres artistas junto al guitarrista Pedro Rossi –“su presencia es muy importante”, señala Herrero- se habían reunido por primera vez en un escenario en el marco del Festival Medio y Medio, que se realiza todos los años en Maldonado, Uruguay. Aunque apenas se conocían, fueron tres conciertos conmovedores. “Ahora mismo me une a ellas un amor”, dice la cantante y compositora Silvia Pérez Cruz, desde España. “El tiempo que compartimos en Uruguay sentimos una conexión muy plena con la vida, la muerte, la risa y el llanto. Y como vehículo constructor todas las canciones que iban saliendo y los repertorios propios y los comunes. Creo que hay una manera de escuchar muy parecida y aunque las voces son distintas, tenemos unas pieles que se emocionan con lo mismo. Fue muy lindo y natural el encuentro, por eso necesitamos repetirlo”.

La experiencia compartida en Uruguay –a donde regresarán el 27 de octubre, en el teatro Solís de Montevideo- fue reveladora. Sobre todo, porque la individualidades se fundieron en un todo colectivo. “Se dio un encuentro muy espontáneo y muy tenso al mismo tiempo, y cada una recordando temas propios, de su propio territorio, pero al mismo tiempo las otras interviniendo en esa tradición”, precisa la entrerriana. “Fueron dos días intensísimos de ensayo, de mucha risa, mucha celebración y emoción. Hemos llorado mucho. Yo conocía a María (Gadú) pero no personalmente, porque en la pandemia hice uno de los ‘famosos’ streaming, y ahí invité a Fito y a María, que hizo ‘El tiempo está después’ (de Fernando Cabrera), que lo había escuchado por mi versión. Y lo canta también en este concierto”, repasa.

-¿Cómo se dio el diálogo de las voces en escena? Porque son tres voces y modos muy particulares.

Liliana Herrero: -Fue una experiencia muy novedosa porque en los ensayos incluso no habíamos pensado en que cada una interviniera mientras la otra estaba cantando y, sin embargo, espontáneamente en el vivo apareció eso. El vivo fue también un experimento y un diálogo inesperado para nosotras. Yo canto "Giros", de Fito, y en el primer vivo ya María y Silvia empezaron a hacer voces, y fue precioso lo que pasó. Esa situación de algo que no hemos planificado pero que se produce en el vivo señala muchas cosas. Señala, por ejemplo, que estamos todas dispuestas a intervenir en lo que la otra hace. Y esa situación enriquecía lo que yo podía estar cantando sola o alguna de ellas. Fue celebratorio: esa es la palabra fundamental. Porque en estos tiempos muy peligrosos en términos mundiales, que se produzcan estos encuentros nos da una esperanza extraordinaria. Esos encuentros son los que van a sostener el mundo, no solo en el arte.

Liliana Herrero. Foto: Nora Lezano

El repertorio del concierto incluye a autores emblemáticos de los tres países, pero también aparecen nombres que forman parte de su educación sentimental o que recogen una línea ética, política y estética. Caetano Veloso, Atahualpa Yupanqui, Fernando Cabrera, Federico García Lorca, Leonard Cohen, Milton Nascimento, Violeta y Fito Páez son algunos de esos nombres posibles. También aparecen composiciones propias de Pérez Cruz y de Gadú. “La canción popular nos habla todo el tiempo. Entonces, traerlas o hacer ostensible que aún son en este tiempo y que ellas establecen un diálogo extraordinario con este complejo mundo contemporáneo es maravilloso. Eso me da una sensación de esperanza, de que es posible no olvidar y resignificar aquello que sucedió”, sostiene Herrero. “Les conté las canciones que me sabía de Brasil, las que me sabía de Argentina y las que encontramos en común. Y ellas eligieron de mi repertorio una canción del disco Domus (2016), ‘Verde’, que era la banda de sonido de una película”, cuenta Pérez Cruz, una artista que aprendió guitarra con ‘Alfonsina y el mar’.

En su discografía, Pérez Cruz ha incluido tangos y versionado a autores argentinos como Fito Páez ("Carabelas nada") o Jorge Fandermole ("Oración del remanso"). “Uno de los momentos más cruciales de mi vida musical fue cuando mi padre me hizo escuchar ‘Alfonsina y el mar’ cantada por Mercedes Sosa, cuando yo tenía 8 años. Esa canción la hice en público desde los 12 hasta los 27. Era una de las canciones que cantaba siempre con mi padre”, le cuenta la catalana a este diario. “A los 21 años participé en grupo que se llamaba Immigrasons, que estaba integrado por músicos catalanes y argentinos, Tiki Cantero, Ernesto Snajer y Guido Martínez. Y ahí conocí el folklore y la música pop argentina, y ya me volví loca. Me enamoré del bombo legüero y de la guitarra folklórica. Y las melodías fueron un descubrimiento porque eran canciones muy naturales, me sentía muy cómoda cantando zamba, chacarera o tango”, dice.

-¿Y cómo llegaste a la música de Brasil?

Silvia Pérez Cruz: -A la música de Brasil la conocí a los 15 o 16 años. Porque suele ser habitual dentro el repertorio jazzístico cantar también bossa nova. Y es muy bello porque gracias a la música brasileña entendí cómo cantar mejor mi idioma materno, o sea, el catalán. Su manera de unir las palabras me ayudó a hacer más dulce el canto. Y también he tenido la suerte de viajar a Brasil y tocar con Toquinho, Hamilton de Holanda y también soy muy admiradora de los músicos brasileros, como Caetano, Chico Buarque, João Gilberto, Milton Nascimento, Marisa Monte. Son realmente dos países de los que he aprendido muchísimo, la Argentina y Brasil.

-Has abordado varios estilos musicales, desde el jazz al fado y el flamenco. ¿Te interesa más el contenido de la canción que los géneros?

S.P.C.: -Sí, para mí los estilos son mundos de donde sacar herramientas para contar lo que uno siente. Pero lo más importante es la emoción. Si tuviera más vidas, me gustaría ser una especialista de cada estilo. Pero al no tener o al menos nos ser consciente de ello, mi voluntad ha sido encontrar qué es lo que emociona de todas las culturas, por qué ,y cuándo se dice "ole" o "yeah". Y creo que es cuando alguien canta o toca con peso, y está en su lugar y en su presente. Eso me emociona y para mí eso es lo importante. Y de cada estilo he aprendido cosas que me ayudan a expresarme mejor. Cuando estudié música clásica aprendí mucho del cuidado del sonido; también del contrapunto de sus armonías. Luego, con el jazz, aprendí otro tipo de armonías y colores, y la libertad de la improvisación. Del flamenco aprendí del ritmo, del humor, del cantar desde adentro. De la música popular aprendí el compartir y la generosidad. Del tango y el rock esa entrega, esa actitud. De cada música -y en realidad de cada persona- aprendes algo.

Silvia Pérez Cruz. Foto: Alex Rademakers.

-¿Qué es la interpretación para vos? Porque tu voz es la esencia principal de tu obra.

S.P.C.: -Me relaciono con la música de muchas maneras y desde cada ángulo siento cosas distintas. La composición siempre es un ritual más íntimo, más lento, y la interpretación, el directo, es mucho más animal. Es más inconsciente. Antes de subir al escenario pienso mucho en lo que quiero, lo que construyo. Pero cuando estoy en el escenario intento pensar en lo mínimo posible. Entonces, en ese viaje las sensaciones pueden llegar a ser una maravilla. Cuando todo funciona bien, te sientes como un canal donde lo más importante es no pensar para que las puertas estén abiertas y pase el aire a través de ti. Y en esos momentos uno casi que no tiene cuerpo ni edad. Y puede alcanzar una felicidad muy pura. Para mí, ya en el disco Granada (2014) reivindicábamos que la interpretación era también un momento creativo; hay una portación creativa en cada interpretación y en cada intérprete.

-¿Cuál es la relación que encontrás entre tu música y los territorios? Porque has transitado varios con tu voz: Portugal, España, Estados Unidos...

S.P.C.: -Es verdad que he cantado en muchos idiomas. Cuando una canción me emociona y me entran ganas de cantarla -porque hay algunas que veo claramente que solo las puedo escuchar y no puedo aportar nada-, no me importa que sea en un idioma u otro. Me traduzco la letra, busco el significado y disfruto esa canción. Desde pequeña me preguntaban de dónde era, no entendían de dónde era, si era andaluza o portuguesa, y finalmente entendí que mi voz era ibérica, que había una conexión con el cante de las abuelas de toda la península y las islas. Pero hablando de territorios, si me dicen de dónde me siento, respondo del Ampurdán, que es una comarca pequeñita donde me crié hasta los 18 años. Es el paisaje que conozco y que me ha emocionado, donde he paseado, he mirado el cielo y sobre todo el mar, los bosques y los campos, todo chiquitito. Pero es un sitio donde casi que los árboles y las piedras tienen nombre, porque te reencuentras fácilmente con ellas. De ahí soy yo.

-Liliana, en tu caso venís trabajando hace mucho tiempo en esa relación indisociable entre música y territorios.

L.H.: -Sí. Porque no hay música sin territorios. Por eso el título es en plural. Son territorios que conversan entre sí. Y en ese diálogo se vuelve a nombrar lo que ha pasado en cada una de sus tradiciones de estos países. Pero además tenemos una relación muy estrecha entre España, Brasil y la Argentina. Nada nos resulta extraño. Hemos aprendido los repertorios de todas, y cada una intervenía como podía y como se nos ocurría. Estoy muy contenta con este encuentro, porque me parece esperanzador. Siempre tengo la idea de que la música es una construcción comunitaria, no es un arte individual. Más allá de que haya una composición particular, uno siempre puede entrar ahí, siempre hay una hendija por la que mirar, cantar y escuchar. La música es una construcción colectiva y se intenta en ellas hacer una comunidad libre y emancipada. Porque volvemos a nombrar la tradición que cada una posee. Y nombrar es batallar, es ponerse en el medio de una canción, intervenirla, interrogarla y realizar otro sonido. Esa es la exigencia de la música y la exigencia de la interpretación.

María Gadu.

-¿De qué manera estas músicas pueden alumbrar estos “tiempos peligrosos” de los que hablabas?

L.H.: -La música siempre es un amparo. Y es iluminadora también porque el arte lo es. No es su forma literal. No es necesaria la literalidad, porque la música no es un panfleto. Es necesaria la belleza, la interrogación sobre esa memoria. Es necesario conocer todos los arcones llenos de piedras preciosas musicales y poéticas que tienen los países. Porque es ahí donde estamos batallando con algo que no debe perderse. Porque creer que se puede perder aquello que pasó hace mucho tiempo es una equivocación. Lo que pasó hace mucho tiempo está acá, al lado mío, en este momento, en este tiempo. Por eso territorio y tiempo. El pasado es algo que siempre aguarda para que volvamos a pasarlo. Y eso es lo que estamos haciendo en este concierto. María, por ejemplo, es una extraordinaria luchadora de las etnias amazónicas y en contra de la tala de árboles. Y ese mundo aparece en sus canciones y en sus ideas.

-¿Qué es lo que más te preocupa de este presente?

L.H.: -Me preocupa muchísimo la embestida de grupos neonazis o neofascistas en el mundo y en la Argentina, sobre todo a partir del 1° de septiembre (con el intento de magnicidio a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner). Es evidente que no son cinco loquitos que venden copos de azúcar. Entonces, eso me preocupa porque percibo que el mundo está muy complicado, en el sentido de que hay organizaciones internacionales que quieren reponer lo peor que hemos tenido: las matanzas, las masacres. Son grupos violentos discriminatorios, persecutorios y asesinos. Y después las relaciones con los intereses escandalosos con el dinero, el poder y el capitalismo mismo. Son situaciones que nos resultan difíciles de comprender porque son complejas. Y el papel de los medios masivos de comunicación es nefasto. Hay una anulación del pensamiento, también. El pensamiento requiere tiempo, desarrollo de ideas, debates, nuevos lenguajes. En cambio acá estamos ante posiciones muy duras, con pensamientos muy menores y sin profundidad.


La ficha

Liliana Herrero es una artista clave del canto popular de la Argentina y América latina. Herrero renueva la estética del folklore argentino llevando a primer plano la emoción de su voz. Inició su vida artística como cantante en los años '60. Desde entonces sostiene decisiones estéticas y culturales dedicadas a indagar en las raíces folklóricas latinoamericanas, otorgándoles sonidos y tratamientos contemporáneos. De esta manera, propone una forma de interpretación más ligada a la re-composición que a la mera copia fiel de una obra popular en su versión original. Y es allí donde logra exponer su particular voz, que trasciende fronteras estilísticas y generaciones para adueñarse de su propio territorio musical. Su último disco publicado es Canción sobre canción (2019), en el que versiona piezas de Fito Páez, como “Abre” y “Giros”.

Silvia Pérez Cruz es una cantante, intérprete y compositora española (Gerona) que abreva en diversos géneros musicales, desde el jazz, el fado y el flamenco hasta el folklore, el tango y la música británica. La artista ha interpretado canciones en catalán, castellano, gallego, portugués e inglés, sin perder la originalidad de su voz. En 2022 recibió el Premio Nacional de las Músicas Actuales por “la calidad creativa e interpretativa de su carrera” y por el carácter versátil y audaz de su propuesta. Su principal instrumento, sin dudas, es la voz, que la lleva a lugares profundos y viscerales. Su último disco es Farsa (género imposible), publicado en 2020.

María Gadú es uno de los principales nombres de referencia de la música popular brasileña de la actualidad. Es compositora, cantante, guitarrista y autora de canciones conocidas mundialmente como “Shimbalaiê” y “Altar Particular”. Su última visita a Buenos Aires fue en 2019 con su show Pelle, a guitarra y voz, que le permitió recorrer y versionar las canciones que la han marcado durante toda su vida. Entre los hitos de su música se encuentra la gira y el disco (Multishow Ao Vivo, de 2011) que realizó junto a Caetano Veloso; y sus conciertos con el estadounidense Tony Bennett. En 2015, su álbum Guelã fue nominado a los Grammy Latinos en la categoría Mejor Álbum MPB. Desde su música, trabaja con pueblos indígenas de la Amazonia brasilera. Su último disco editado es Quem Sabe Isso Quer Dizer Amor (2021).

Silvia Pérez Cruz es una cantante, intérprete y compositora española (Gerona) que abreva en diversos géneros musicales, desde el jazz, el fado y el flamenco hasta el folklore, el tango y la música británica. La artista ha interpretado canciones en catalán, castellano, gallego, portugués e inglés, sin perder la originalidad de su voz. En 2022 recibió el Premio Nacional de las Músicas Actuales por “la calidad creativa e interpretativa de su carrera” y por el carácter versátil y audaz de su propuesta. Su principal instrumento, sin dudas, es la voz, que la lleva a lugares profundos y viscerales. Su último disco es Farsa (género imposible), publicado en 2020.