Laura Glusman (Rosario, 1971) tiene un prestigio consolidado como fotógrafa en el arte contemporáneo. Recibió, entre otras distinciones, el diploma al mérito en fotografía del premio Konex a las Artes Visuales en 2012. Pero esta vez ha decidido arriesgarse a hacer y a mostrar algo diferente. Hasta el 29 de octubre puede visitarse Tesoro, su exposición en Diego Obligado Galería de Arte (Güemes 2255, Rosario), martes a viernes de 16 a 20, sábado de 10 a 13. Allí presenta dos videos digitales y dos series de obras en cerámica.

Los dos videos crean un entorno auditivo que se mezcla con los ruidos de la calle. El cuidado de lo vivo es el tema común a las obras. "El pajarito" documenta como un diario el sonido de la experiencia pandémica. Pero el paisaje, ya sin inmensidad, se acota a un árbol, habitado por el estridente zorzal que canta cada día del año perdido, mientras los ruidos urbanos retornan al espacio: "está desubicado con ese cambio de ritmos, con ese silencio", escribe la cineasta Julia Solomonoff en el texto de catálogo. "Te dejo mi casa" (1h 23min, 2022) reúne y edita los registros de las instrucciones recibidas al quedar al cuidado de los seres vivos de casas de gente amiga que se va de vacaciones o en un viaje corto. Gatos, perros y plantas protagonizan planos secuencia donde los humanos se reducen a pies y brazos anónimos. Son apuntes funcionales con el teléfono y es arte involuntario: años de oficio profesional no permiten que Glusman haga un mal video. 

La observación de los horneros y los nidos que ellos construyen originó una serie de esculturas en cerámica y madera que fueron pensadas como albergues para pájaros. "Tienen un deck y un reparo del viento, de la sudestada", explica la artista sobre sus funciones arquitectónicas. A partir del objeto kitsch del plato decorativo estampado, ella realizó una serie de retratos en estudio de perros mestizos; luego serigrafió las fotos en platos con virola de oro por Cerámica Verbano. El proceso requirió abordar a los amos (eso asusta en la época virtual) y empatizar con los retratados, que miran al espectador con una dignidad más que humana. Laura dice de memoria los nombres de cada uno, que son los títulos: “Hachy, Flor, Quecosa, Roberto, Frida, Thelma, Alberto, Furia, Safira”.