Se cumplieron dos años del comienzo de las audiencias del juicio de las Brigadas, una megacausa que investiga los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico-militar en los centros clandestinos de detención, tortura y exterminio conocidos como Pozo de Quilmes, Pozo de Banfield y El Infierno, en Avellaneda, tres dependencias de la policía que, también con intervención del ejército, operaron dentro del circuito Camps. Fueron dos años en los que se llevaron a cabo 85 audiencias abiertas y virtuales y donde testimoniaron menos de la mitad de los cuatrocientos testigos y testigas que se preveía a su inicio. En ese marco, el Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia, la Comisión Provincial por la Memoria (CMP) y la Secretaría de Derechos Humanos de la Municipalidad de Quilmes se encontraron junto a estudiantes de escuelas secundarias en el Sitio de Memoria ex Pozo de Quilmes para seguir pidiendo verdad y justicia y cárcel común para los genocidas. Para seguir construyendo memoria colectiva.

“Las declaraciones de estos dos años sirvieron para esclarecer muchas cosas, por lo menos acá en el Pozo de Quilmes”, señala Hugo Colaone, secretario de Derechos Humanos de Quilmes. “Se comprobó que algunos compañeros que intuíamos que habían estado en el Pozo de Quilmes, estuvieron realmente secuestrados acá, y que también pasaron por el Pozo más compañeras embarazadas. De los dieciocho imputados, fallecieron tres que quedaron impunes en esta causa y la mayoría de ellos, excepto uno, está con prisión domiciliaria. Más allá de que hayan pasado 47 años, decimos que es preferible una justicia lenta a una injusticia eterna”. Un juicio en el que no llegó a declarar Alcides Chiesa pero sí lo hizo cinco meses antes de morir quien fuera su esposa, Norma Leanza, secuestrada junto a Alcides y a su suegro, el 15 de octubre de 1977. Norma estuvo en el Pozo de Quilmes hasta el 18 de abril de 1978. En mayo de este año, y vía Zoom, volvió a brindar su testimonio y declaró los nombres de las personas con quienes compartió cautiverio y también los apodos de los represores.

La jornada en el sitio estuvo planteada a través de conversatorios y charlas entre sobrevivientes, familiares de compañeros y compañeras desaparecidos con las nuevas generaciones para dar cuenta, desde esa misma espacialidad, de cómo actuó el terrorismo de Estado en el sur del conurbano. “Los testimonios han sido clave para comprender el proceso represivo”, apunta Samanta Salvatori, directora del Programa de Investigación y Sitios de la CMP.

Un juicio en pandemia

Como el juicio de las Brigadas comenzó en pandemia, se dificultó la posibilidad de llevar a les alumnes a las audiencias. “Para nosotros el acercamiento de jóvenes a la escena judicial es muy importante”, señala Samanta. Por eso, esta propuesta frente al ex Pozo de Quilmes articula las experiencias de los y las testimoniantes con las preguntas de les estudiantes para recuperar esas voces. “Hay una trama que siempre está oscura porque quienes no hablan son los genocidas, que mantienen ese pacto que está presente en las fuerzas. Aún así, están los archivos para seguir investigando y con los testimonios continuar recomponiendo esa parte que no podemos desentrañar pero que de a poco le vamos dando luz y así continuar con esta apuesta que es la pedagogía de la memoria con les jóvenes”.

                                                                                                                                  Crédito: Gentileza Santiago Chanel

Viviana Buscaglia forma parte del Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia. “Esta actividad fortalece las políticas de la memoria en la región -dice-. Nos parece muy interesante que exista un traspaso generacional de esas vivencias, memorias, historias de vida y de militancia de los y las compañeros y compañeras secuestradas en el Pozo de Quilmes, a los y las jóvenes de las escuelas. Es una necesidad que no solo vemos en quienes han sido víctimas del terrorismo de Estado, sino para que los gobiernos neoliberales que encarnaron esas ideologías no vuelvan a tener anclaje en la sociedad argentina”.

Viviana habla de la potencia de los testimonios en cada una de las 85 audiencias: “Fue impresionante haber podido darles identidad a compañeros y compañeras que estuvieron secuestradas en el Pozo de Quilmes y que hayan aparecido nuevas víctimas. La causa se inició con alrededor de 160 casos y en este momento, a partir del trabajo de investigación realizado por el Colectivo Quilmes Memoria, Verdad y Justicia, hemos podido nominalizar 265 víctimas.”

Luciano Grassi es docente de la Universidad Nacional de Quilmes y director del proyecto de extensión universitaria Memoria y Ciudadanía que impulsó Diario del Juicio, un espacio construido colectivamente para darle visibilidad al juicio de las Brigadas. Cuenta: “Esta propuesta reúne a cuatro universidades públicas, organizaciones de derechos humanos y organismos públicos del sur del conurbano bonaerense comprometidos con el territorio y su comunidad y que ante el desarrollo de los juicios de lesa humanidad asumen su difusión. El objetivo es cubrir las audiencias en un registro periodístico semanal, con la participación de estudiantes, profesores, militantes, trabajadores de los sitios y de las secretarías de Derechos Humanos de los municipios, que le dan valor a este hecho histórico, como el testimonio de Rubén ‘el Polaco’ Schell, que declaró en el juicio de las Brigadas desde el Pozo de Quilmes, lugar donde estuvo detenido-desaparecido, y hoy sitio de memoria”.

Luciano cuenta que hay nuevas víctimas que se reconocen y nuevos testigos que a partir de las investigaciones que se producen desde los sitios se retroalimentan con las investigaciones de los fiscales y permiten acciones nuevas. “Vamos a empezar a transitar los 40 años de la democracia, entonces qué mejor manera de hacerlo que celebrando estos dos años de juicio”. Y Viviana subraya: “Seguimos exigiendo cárcel común y efectiva a los genocidas, no queremos que cumplan prisión domiciliaria, no queremos tener al ex médico de la policía Jorge Bergés en los barrios de Quilmes, con ese cartelito tan provocador en la ventana que dice 'es bueno estar en casa'. El único destino para él y para todos sus secuaces tiene que ser la cárcel común”.