A lo largo de casi 30 años de carrera en el servicio exterior me ha tocado frecuentar compatriotas que iniciaron o rehicieron un camino profesional en el extranjero, entrañables amigas y amigos que guardan una mirada nostálgica de la Argentina. En Argelia, mi destino diplomático desde hace más de tres años y medio, conocí un hombre extraordinario. Roberto Muñiz, Mahmoud para los argelinos, héroe de la revolución argelina, acaba de dejarnos en la madrugada del 12 de noviembre a sus 99 años.

“Mahmoud l’argentin” fue un moudjahid, un combatiente revolucionario que en 1959 se unió al Ejército de Liberación Nacional para apoyar la causa argelina en la guerra de independencia contra Francia. En Argentina quedaron seres queridos y compañeros de una militancia en la Unión Obrera Metalúrgica que lo sensibilizó con el sufrimiento de los pueblos que luchaban contra el colonialismo. Se instaló en Marruecos y allí integró un grupo clandestino que fabricaba armas y municiones para pasar a Argelia, en apoyo de la revolución iniciada en 1954. Finalizada la guerra, el gobierno argelino lo invitó a quedarse, ofrecimiento que aceptó para empezar un nuevo proyecto de vida como empleado de Sonnelgaz y miembro de la Unión General de Trabajadores Argelinos (UGTA), acompañado de su esposa Alfonsa, militante sindical del gremio textil que viajó desde Argentina para unirse a esta aventura norafricana.

No debe sorprender que Muñiz se haya sentido atraído por la causa argelina ya que la guerra de liberación contra Francia suscitó tempranamente un gran movimiento de simpatía en el mundo entero. Alcanzada la independencia, Argelia proclamó a su vez su solidaridad con todos los movimientos de liberación, acogiendo a militantes de todo el mundo, como Nelson Mandela, el Che Guevara, los representantes de la OLP y los exiliados chilenos.

Podría afirmarse que Roberto Muñiz fue el primer embajador argentino en Argelia. Tuve la suerte de visitarlo en su casa para compartir empanadas y anécdotas. Dueño de una memoria envidiable a sus casi 100 años, en esas ocasiones narraba su experiencia de vida y alternaba el relato cantando tangos, el himno nacional y la marcha peronista. Sus restos fueron sepultados en el sector cristiano del cementerio de El Alia, en una tumba contigua a la de su esposa, fallecida en 2005. Fue una ceremonia emotiva de la que participaron un centenar de personas. Cuando cayó el último puñado de tierra sobre su tumba, alguien gritó “Mahmoud era más argelino que muchos argelinos”, en medio de una ovación general.

Muñiz dejó una autobiografía en francés, publicada en 2001 por la editorial argelina Marinoor. Ese testimonio debería traducirse al español para mantener viva la memoria de quien será siempre recordado como el argentino más honorable en Argelia.