Con un monumental oratorio de Alberto Ginastera continua la temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Centro Cultural Kirchner. Turbae ad Passionem Gregorianam Op.43 es el nombre de la obra del compositor argentino que se pondrá en escena el viernes 18 a las 20, en el Auditorio Nacional de Sarmiento 151. Junto a la OSN participarán el Coro Polifónico Nacional y el Coro Nacional de Niños, además del tenor Ricardo González Dorrego, el barítono Alejandro Spies y el bajo Walter Schwarz como solistas. La dirección musical estará a cargo de Natalia Salinas. Las entradas se pueden conseguir con reserva previa en www.cck.gob.ar y el concierto se podrá escuchar en directo a través de Radio Nacional Clásica (FM 98.7 o https://www.radionacional.com.ar/nacional-clasica/)

Música argentina por intérpretes argentinos. Es el producto de ciertas decisiones de “sustitución de las importaciones” con la que los organismos estables arman sus programas, en gran medida obligados por la situación económica imperante y las asimetrías cambiarias que alejan la posibilidad de contratar artistas que estén más allá de la órbita del peso. Una coyuntura que plantea buenas oportunidades para hacer lo que en gran medida siempre, y no solo en el ámbito de la música, se debería hacer. En este caso se rescata una obra de gran envergadura formal y conceptual de quien es considerado por muchos el gran compositor argentino: un oratorio que relata la Pasión de Cristo, compuesto en 1974, estrenado al año siguiente en Estados Unidos, que no se escucha en la Argentina desde hace cuarenta años.

“En esta obra Ginastera toma como modelo la liturgia gregoriana de La Pasión de Cristo. Utiliza pasajes de los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento y estructura la obra en cuatro grandes partes: ‘La entrada triunfal a Jerusalén’, ‘La Pasión de Cristo’, ‘Gólgota’ y termina con ‘Resurrección’, que es algo que no todas las pasiones incluyen. Los tres solistas interpretan los roles de Evangelista, de Jesús y de la Sinagoga, y siguiendo la tradición, el relato se realiza sobre un tono de recitado específico, en forma de canto llano, el antiguo canto cristiano. Pero tanto los coros como la orquesta, por el contrario, están trabajados en un lenguaje completamente moderno. Esta contraposición de estilos convierte a la obra en algo excéntrico y particularmente interesante”, explica Salinas a Página/12.

Natalia Salinas. Foto: Georgina García DNOE.

Nacida en la Argentina y radicada en Francia, Natalia Salinas es una de las directoras más sólidas de las nuevas generaciones. Actualmente prepara su tesis de doctorado en Dirección Orquestal en la Universidad de Strasbourg y la Hochschule für Musik Freiburg, justamente con una tesis sobre Turbae ad Passionem Gregorianam Op.43. La complejidad de esta obra de Ginastera, que entre coros, solistas y orquesta demanda la participación de unos doscientos músicos, es una rigurosa prueba técnica para cualquier director y un desafío de producción. 

“El proceso de armado de una obra de estas características es muy similar al de una ópera, demanda mucho tiempo de trabajo y coordinación entre las partes, por lo cual es fundamental el trabajo en conjunto”, asegura Salinas. La directora agrega que desde hace varias semanas trabaja “codo a codo” con Antonio Domenighini, director del Coro Polifónico Nacional, con los jefes de cuerda del mismo coro (Silvina Sadoly, Milagro Seijó, Guillermo Gutkin y Ricardo González Dorrego), con la directora del Coro Nacional de Niños, María Isabel Sanz, y con los solistas. “También hay que sumar a esta lista a los maestros preparadores Natalia Surino y Claudio Santoro, y Claudio Morla, especialista en canto gregoriano”, acota Salinas.

Para llevar a cabo semejante esfuerzo, contribuye sin dudas el buen clima que reina desde hace algunas semanas en el ámbito de los Organismos Estables que dependen del Ministerio de Cultura de la Nación, con la entrada en vigor un nuevo convenio de trabajo que encuadra a los integrantes de orquestas, coros y ballets. “Sin duda, haber logrado semejante reconocimiento después de tantos años hace que los ánimos cambien. Pero es justo decir que los Organismos Estables siempre mostraron un excepcional desempeño arriba de los escenarios, incluso cuando estaban en circunstancias muy poco favorables”, señala Salinas.

A propósito, la directora recuerda que en 2017, cuando dirigió por primera vez la OSN, antes del concierto los delegados anunciaron al público su malestar por las condiciones en que se encontraban en aquel momento. “A pesar de todo, salieron a tocar y para mí eso fue una actitud ejemplar. Salieron sin ropa de concierto a modo de protesta, pero como siempre dieron un concierto de muy alto nivel, tocando nada menos que la ‘Quinta’ de Gustav Mahler. En este sentido, considero que los organismos estables son un ejemplo de lucha y en consecuencia hoy tienen el merecido reconocimiento por el cual pelearon durante tantos años”, concluye la directora. Aquella conducta de sostener luchas sin sacrificar nivel artístico, le valió a la OSN el reconocimiento en 2019 con el Premio Konex de Platino como “Mejor orquesta argentina de la última década”.

Este nuevo “Convenio colectivo de trabajo sectorial del personal de orquestas, coros y ballets nacionales” incluye OSN, Coro Polifónico Nacional, Orquesta Nacional de Música Argentina “Juan de Dios Filiberto”, Ballet Folklórico Nacional, Banda Sinfónica Nacional de Ciegos “Pascual Grisolía”, Compañía Nacional de Danza Contemporánea, Coro Polifónico Nacional de Ciegos “Carlos Larrimbre” y el recientemente creado Coro Nacional de Música Argentina. 

Los alcances de la nueva herramienta, surgida a partir de la voluntad política del Ministro de Cultura Tristán Bauer, y puesta a punto en posteriores discusiones entre representantes de los artistas y Estado, señala entre otras cosas el ingreso a través de concursos públicos por oposición y antecedentes; el encuadre de la figura profesional de músicos (instrumentistas y cantantes) y bailarines, con un sistema de promociones dentro de una carrera artística; un régimen de perfeccionamiento y capacitación y un régimen de evaluación del desempeño; una suma para insumos y mantenimiento de instrumento -por ejemplo, un juego de cuerdas de violoncello cuesta alrededor de cien mil pesos-; la participación en producciones video o fonográficas. Todo esto sumado a actualizaciones salariales que, en promedio duplicó los sueldos.

Este nuevo convenio representa un acuerdo necesario, que además de actualizar el rol de los Organismos Estables en las dinámicas culturales, comienza a revertir el deterioro institucional de los últimos años, que entre otras cosas provocó la diáspora de los más talentosos. Para el año que viene queda el desafío del llamado a concursos que permita completar y optimizar las plantas de cada organismo estable y una programación a la altura, para completar el sentido de tan esperado nuevo convenio.