Este domingo 27 de noviembre, Caras y Caretas vuelve a los quioscos, asociada en su perfil y circulación con Página12.

Aunque siempre estuvo presente en la memoria de los argentinos, Caras y Caretas modificó su forma de circulación y contenidos editoriales de acuerdo con las etapas del país que le tocaba vivir. Así, la revista acompañó la fundación de la Argentina moderna y modeló el surgimiento de la clase media, de la que tomó aspiraciones y renuncias y contribuyó a dotar de una visión desencantada de gobiernos y farándulas.

Fue liberal oligárquica y luego liberal a secas desde su nacimiento el 8 de octubre de 1898 hasta su cierre en 1939: atravesó la transformación de la República oligárquica marcada por Julio A. Roca hasta el nacimiento de la República democrática parida por Hipólito Yrigoyen. Agonizó al final de la Década Infame. Y supo ser peronista desde 1951 hasta 1955 cuando un golpe de Estado revanchista derrocó a Juan D. Perón; fue antidictatorial y peronista de izquierda en su tercera etapa entre 1982 y 1984 desde la agonía del Estado terrorista durante la guerra de Malvinas a la vuelta de la democracia con la llegada de Raúl Alfonsín.

Su renacimiento ocurrió durante el gobierno de Néstor Kirchner, el 9 de julio de 2005 de la mano del Suterh, el sindicato de encargados de edificios y dirigida por Felipe Pigna y María Seoane. Un renacimiento para acompañar la marcha del país hacia el Bicentenario y para que volviera a iluminar el pasado, el presente y el futuro de los argentinos. En el Cabildo, donde se realizó su presentación ese año, la definimos desde entonces como democrática, pluralista y progresista.

Como la cigarra, Caras y Caretas regresaba así de crisis y bonanzas a develar las marcas de la cultura tanto nacional como internacional con la particular mirada de sus periodistas y dibujantes, y el mismo talento para recrear su estilo y generar nuevos contenidos ya que aspira ser una revista de ideas.

Este domingo, de vuelta a los quioscos, este número de Caras y Caretas se dedica al análisis de la clase social que durante décadas gobernó el país, desde la república conservadora de Roca hasta la actual restauración conservadora con el gobierno de Mauricio Macri.  

El doctor en Historia e investigador del Conicet Leandro Losada se pregunta por la composición de esa elite- “eso que llamamos oligarquía”- y si ella fue una clase política, una elite económica, apenas un grupo social o las tres cosas a la vez. Su colega del Conicet, la antropóloga Victoria Gessaghi, ilumina la formación cultural de esa elite. Pigna reconstruye la crónica de sus ideas. Seoane traza el hilo conductor de sus intereses económicos con el que se define su manera de gobernar en dictaduras y etapas democráticas.

Sus dibujantes y periodistas, sus editores y directores, refirmarán una vez más su compromiso con los lectores y los trabajadores que la sostienen.

Que Caras y Caretas aspira a ser una revista de profundidad. Que critique para unir; que debata para entender; que piense colectivamente para avanzar; que sienta y haga sentir que nada de lo humano nos es ajeno. Y pueda ejercer el derecho de batallar por una comunicación veraz y reflexiva que mejore la vida de los argentinos.