La defensa del ex presidente brasileño Luis Inacio Lula Da Silva apeló el fallo del juez Sergio Moro, que lo condenó en primera instancia a nueve años y medio de prisión por supuesta “corrupción”. El argumento de los abogados del líder del Partido de los Trabajadores (PT) se centra en las "contradicciones, omisiones y oscuridades" de la sentencia. "Solo el pueblo puede juzgarme", dijo hoy el ex mandatario durante un acto en San Pablo.

La apelación fue presentada ayer y en ella se cuestiona la “ausencia de imparcialidad” de Moro. A lo largo de varias páginas se lo critica por haber ignorado pruebas y testimonios favorables a Lula y se rechaza la pena por ser “desproporcionada”.

"¿Cuál es el criterio para dar total credibilidad a un coacusado que busca una reducción de pena (en referencia a Leo Pinheiro, ejecutivo de empresa OAS que declaró contra Lula) y de descartar la veracidad de un ex presidente de Petrobras (Sergio Gabrielli, que testificó a favor del ex presidente)?", destacaron los letrados. 

Cuando el magistrado responda estos cuestionamientos (se descarta que los desestime), la defensa de dirigente con mejor intención de votos para los comicios de 2018 volverá a presentar una apelación de segunda instancia, según adelantaron los abogados.

En tanto, Lula continua con su campaña para volver al Palacio de Planalto. Esta mañana estuvo en la asunción de nuevas autoridades del PT en la ciudad paulista de Diadema. Desde allí volvió a calificar a la sentencia en su contra de “política” y al enmarcó en la “persecución política” en su contra.

En su segundo discurso público desde ese fallo, el dirigente reiteró que no hay pruebas que justifiquen su condena y puntualizó que “mientras (los jueces y fiscales) no prueben nada, voy a recorrer este país para que ustedes me juzguen".

Su interpretación es que la Justicia de ese país quiere sacarlo del mapa electoral. Me "están juzgando políticamente", reiteró ante el público que coreaba: "¡Lula/ guerrero/ del pueblo brasileño!".

Condenarlo a prisión y dejarlo fuera de la contienda electoral respondería a una estrategia más amplia para destruir al PT, que en 2016 fue sacudido cuando un golpe institucional dejó a Dilma Rousseff fuera de la Presidencia.