"Fuego amigo" es aquel que reciben en plena batalla los hombres de parte de sus propios pares. Estos incidentes suelen estar producidos por errores, casi siempre humanos, debido normalmente a fallos en la identificación del objetivo. Esta semana que culmina fue escenario de dos hechos que están ligados básicamente a la corrupción policial: el martes en Pérez el único preso que debían cuidar cinco efectivos logró ganar la calle, robar un taxi, chocar a un patrullero y enfrentarse a tiros con la policía. El miércoles un joven de 22 años que con total impunidad robó dos personas a plena luz del día con una nueva milímetros en pleno corazón de barrio Ludueña, recibió con un disparo en la cabeza a un policía del Comando que iba a detenerlo. Luego de reducirlo y llevarlo al seccional 12, donde rato después y en medio de una requisa, descubrieron que tenía las llaves de sus esposas escondidas entre sus glúteos, con lo cual ya tenían arreglada su huída. "No solo que tenía la llave entre los cachetes, sino que después le dejaron al puerta del penal abierta para que se vaya. No sabemos quien fue, se ve que tenía un colaborador en la comisaría". El hecho no figura en los papeles oficiales pero fue relatado y confirmado a este diario por efectivos policiales. La pregunta es porqué si los uniformados tienen como objetivo común combatir el delito, terminan siendo víctimas de los negocios de sus propios pares. Esto marca el nivel de degradación de la propia fuerza, que pone en riego la vida de sus miembros y de la sociedad en su conjunto.

A las 4.30 de la madrugada del martes, un hecho de robo que involucró a un taxista sobresaltó a los vecinos de Pérez cuando los ladrones terminaron a los tiros con la policía. Tres de ellos intentaron huir en el taxi hasta que chocaron con un patrullero y se enfrentaron con los agentes. Dos de los sospechosos se bajaron y dispararon a los efectivos, quienes respondieron con sus armas reglamentarias. Uno de los acusados quedó adentro del auto, fue desarmado por la policía y quedó detenido con un revólver calibre 32 que cargaba seis proyectiles. Tras el papeleo de rigor, llegó a la seccional 22ª de Pérez al amanecer. El fiscal Rodrigo fue alertado del caso y debía reunir las evidencias para llevarlo a audiencia imputativa el miércoles por la mañana. Sin embargo, durante toda la tarde del martes esperó que desde la seccional le llevaran las actuaciones del caso. Tras varios llamados sin éxito a la seccional, el fiscal Fernando Rodrigo advirtió que algo raro estaba pasando. Cuando llamó desde un teléfono diferente al del turno, a los efectivos no les quedó otra que decirle que el único preso que tenía a cargo se había escapado por un espacio para entregar la comida, que hizo dudar al fiscal. Desde el MPA indicaron que Raúl Ignacio A., de 19 años fue capturado tras la investigación de la División Judiciales, a cargo de Silvina Pait, cuyo equipo advirtió que el muchacho podría estar en la casa de su novia, en jurisdicción de la comisaría 32. El evadido fue imputado por el hecho de robo y tiroteo del martes por la madrugada. Los policías ‑‑incluido el subcomisario Fernández, que estaba a cargo de la seccional por licencia del jefe‑‑ fueron pasados a disponibilidad y se los fichó en Fiscalía para investigarlos e imputarles el delito de "facilitamiento de la evasión e incumplimiento de los deberes de funcionarios públicos". "No queda claro si le dejaron la puerta abierta, o por plata lo dejaron ir", dijo el fiscal. Conclusiones más que claras.

 

“No sólo tenía la llave entre los cachetes, sino que le dejaron la puerta abierta para que se vaya".

 

El otro caso, tiene como protagonista a José Luis "Chipo" N. de 22 años y la tarde del martes intentó robarle un celular a Esteban I., de 21 años, en Einstein al 6200. Allí se trabó en una pelea con su víctima y disparó un tiro, pero el robo salió mal y entonces, con su pistola calibre 9 milímetros en la mano, caminó dos cuadras y en Campbell al 300 bis quiso robarle un bolso a Rocío O. en el momento en que la mujer subía a su camioneta. La víctima se defendió y el delincuente volvió a disparar, esta vez contra el vehículo y ante la vista de los familiares de Rocío, que corrieron al delincuente al que insultaban y le arrojaban piedras hasta una casa donde se escondió.

A esa altura la policía ya estaba avisada por algunos vecinos y un móvil del Comando Radioeléctrico llegó a buscarlo a la casa de Barra al 300 bis donde se había refugiado, un pasillo con puerta de rejas pintadas de verde. Acorralado la emprendió a los tiros contra la policía, hiriendo levemente en la cabeza al agente William A., de 22 años y oriundo de la zona rural de Vera. De milagro el uniformado no sufrió heridas graves y tanto "Chipo" como otras cuatro personas de su familia quedaron detenidas.

Una vez que le disparó al policía, el ladrón intentó huir por los techos, pero los móviles blindaron las dos manzanas y comenzaron a buscarlo entre las viviendas y los pasillos. Un vecino contó que "la policía estuvo como dos horas buscando al muchacho". Finalmente lo encontraron escondido en un techo y al verse rodeado y apuntado por varios policías no ofreció resistencia alguna y fue esposado.

El raid delictivo y la posterior captura terminó con la detención de José Luis "Chipo" N. y con varios antecedentes penales por robos; Ramón G., de 28 años y primo de José Luis N.; y Alejandra M., de 22 años y también prima del principal imputado.En la casa de calle Barra la policía secuestró la pistola calibre 9 milímetros High Power con numeración limada y una moto Honda Biz color rojo que tenía pedido de secuestro por un hecho de robo anterior.