"Honor y lucha". "Hoy como ayer, contra la impunidad que estos días se manifiesta en la condena contra Cristina Fernández de Kirchner en la causa Vialidad". "Por la plena vigencia de la Justicia y los derechos que sostienen al sistema democrático, y por el legado que en la figura de Hebe de Bonafini, extiende la lucha por los derechos de los pueblos, su manto de persistente cordura, a pesar de los obstáculos que los poderes fácticos determinan". Esas expresiones se repitieron este 8 de diciembre, en el homenaje por los 45 años del secuestro de “los doce de la Santa Cruz”, en el escenario montado sobre la calle, detrás de emblemática Iglesia de la Santa Cruz de la Ciudad de Buenos Aires.

Allí se reunían, para organizar la búsqueda de las personas desaparecidas víctimas del terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico militar, sus familiares, entre ellos, las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo: Esther Ballestrino de Careaga, Azucena Villaflor y María Eugenia Ponce de Bianco. Las acompañaban entonces las religiosas de esta Iglesia, Alice Domon y Leonie Duquet. El grupo, que había sido infiltrado por “Gustavo Niño” --el alias que encubría al marino Alfredo Astiz--, fue la presa elegida por el grupo de tareas que, al atardecer de ese día, secuestró, para torturar y hacer desaparecer, a este iniciático grupo de militantes del movimiento de Derechos Humanos en la Argentina.

Apenas habían pasado las seis de la tarde, cuando los asistentes coreaban la canción: “Hay que seguir andando”. En ese momento llegaron al lugar las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora: Taty Almeida, Vera Jarach y Carmen Lareu que se ubicaron en la primera fila de las butacas. Entre ellas, se ubicó a los pocos minutos, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, quien recibió el simbólico pañuelo de las Madres, y el senador Oscar Parrilli, quien lo hizo en nombre de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Foto: Verónica Bellomo


Junto a ellos, podía verse a decenas de militantes y familiares de los doce de la Santa Cruz, y a quienes, desde la práctica militante expresan la vigencia plena de los derechos democráticos: el exvicepresidente Amado Boudou, quien se manifestó “por acompañar, hoy más que nunca, contra el intento de negacionismo”; el jefe de asesores del gobernador bonaerense, Carlos Bianco, “porque parece increíble que hayan pasado 45 años y ellas estén tan presentes, es un legado, que se sintetiza en la figura de Hebe”.

También participaban del acto el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla Corti; la ministra de gobierno bonaerense Cristina Álvarez Rodríguez; el secretario general de ATE Capital, Daniel “Tano” Catalano, que sostuvo la necesidad de seguir adelante con la lucha “en la región donde el Perú ha sufrido ayer un acto destituyente y antes de ayer aquí lo sufrimos en la condena a nuestra vicepresidenta. Necesitamos acompañar a nuestras Madres y Abuelas, para que no sigan vulnerando nuestros derechos, y para levantar las banderas de la justicia social y de los derechos humanos”.

“Porque las tragedias hay que recordarlas, para honrar a quienes las padecieron y para que no vuelvan a suceder nunca más”, remarcó ante la consulta de Página/12 el exjuez federal Carlos Rozanski. “Solo con la justicia honraremos a los nuestros”, agregó Horacio Pietragalla Corti. Y a su lado, Cristina Álvarez Rodríguez explicó: “En estos días oscuros para la democracia argentina, honrar a los doce de la Santa Cruz es una obligación, y que hoy, Astiz no tenga posibilidad de una prisión domiciliaria trae un poco de esperanza. Con todo lo que hemos recorrido, con la historia que nos contiene desde el peronismo, y con los ideales de los 30.000 compañeros desaparecidos y la enseñanza de la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, vamos a salir de esta también”, agregó la ministra bonaerense.

Hubo presencias de “los luchadores de siempre” como Eduardo Jozami, y adhesiones necesarias como del ministro Eduardo “Wado” De Pedro. Resistir a los embates “de los mismos poderes fácticos que van siempre contra el pueblo”, fue la consigna que atravesó la tarde. Y no solo en referencia a la Argentina. También estaban esta tarde, Kristen Hraffson editor en jefe de Wikileaks y el embajador de la agencia, Joseph Farrell, por mandato expreso de Julian Assange.

Foto: Verónica Bellomo 


Desde el escenario

El acto conjugó música con sentidos homenajes a quienes hicieron de la lucha una forma de vida. Un video recordó a quienes ya no están. Y fue el recuerdo de Hebe de Bonafini, “nuestra Madre”, como susurraron dos jóvenes al pie del escenario, lo que movilizó el primer aplauso de pie entre quienes estaban presentes en esta tarde porteña de calor extremo, en contraste con la intensa humanidad que se manifestaba alrededor de la Iglesia de la Santa Cruz.

El segundo momento que movilizó a los asistentes fue el recuerdo de Nestor Kirchner que, en sus funciones como Presidente, volvió a decir aquello de “Somos los hijos de una generación diezmada”, y los aplausos se combinaron con lágrimas emocionadas.

La imagen de Milagro Sala, detenida, a la que sucedieron las de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, completaron el arco histórico de una disputa que hilvanó crisis políticas con respuestas populares. Fue Carlos Cuevas, el hijo de Mabel Careaga, hija de Esther --desaparecida del grupo de la Iglesia--, quien honró con sus palabras a Hebe. “Pensábamos que eras inmortal, nos enseñaste que la revolución se hace todos los días, nos queda tu vida como ejemplo, corriendo siempre el límite de lo posible”. Concluyó con una “maldita pandemia que nos privó de vernos más seguido en el último tiempo”. Y enfatizó sobre el legado de la lucha que se construye “con la valentía de los 30.000 y la audacia de las Madres”.

La historia de los trágicos sucesos ocurridos en esa Iglesia durante diciembre de 1977, fueron recordados luego por Cecilia De Vincenti, hija de Azucena Villaflor. Cecilia puntualizó las fechas de los secuestros. “Recordamos que fueron detenidos entre el 8 y el 10 de diciembre, en cinco operativos del grupo de tareas de la ESMA, la mayoría en el calvario de esta Iglesia”, dijo sobre el lugar en el que organizaban una colecta para publicar una solicitada en el diario La Nación que dijera, simplemente: “Sólo pedimos la verdad”. Luego agregó que “el mar nos devolvió a Azucena, a Esther, a Mary, también a Alice y a Leonie. Ellas también volvieron, y con su presencia probaron la existencia de los vuelos de la muerte”, explicó.

Foto: Verónica Bellomo 



La entrega de pañuelos

La distinción “Pañuelos en lucha” entregada por la comisión de familiares de Los doce de la Santa Cruz, este año fue para Axel Kicillof y Cristina Kirchner. El gobernador lo recibió con un discurso de agradecimiento en el que resaltó “este presente doloroso” por el “vergonzoso fallo” que condenó a la vicepresidenta. “Y no es contra Cristina, sino contra el mismo aparato judicial, que hoy es una mafia, no un sistema de justicia”, expresó. Kicillof se refirió a la película Argentina, 1985 para enfatizar en la necesidad de “otra película” que hable de la lucha del pueblo contra “las leyes de impunidad, el punto final y la obediencia debida”. Porque “el gobierno de (Mauricio) Macri tuvo un secretario de Derechos Humanos que avaló el 2x1 que hubiera dejado libre a Astiz”, sostuvo. “Ese 2 x 1 no se produjo y se revirtió porque el pueblo salió a la calle”, graficó el gobernador. “El poder popular puede torcer decisiones judiciales”, sentenció.

Luego de esas palabras, fue invitado a colocar una rosa sobre los recordatorios de Los doce, ubicadas en el patio de la Iglesia. Lo acompañaron entre otros, la diputada nacional Victoria Montenegro, los padres de Esteban Mango, quien, con 14 años en el momento del trágico secuestro, pudo ver el operativo y testimonió en los juicios que siguieron el proceso.

El cierre llegó luego de la lectura del documento, del show de Arbolito, y como en cada homenaje, con la voz firme de Taty Almeida que dijo: “30.000 compañeros desaparecidos, ¡Presentes! ¡Ahora, y siempre!”. Su corolario de “No nos han vencidos”, esta vez, reactualizó una lucha que se inició mucho antes de 1976, y encuentra en la Argentina de 2022, un escenario donde, en palabras de Vera Jarach, no habrá “Nunca más odio, y nunca más silencio”.

Foto: Verónica Bellomo