En la encuesta del Primer Censo Popular para Personas en Situación de Calle se formuló una pregunta que especificaba acerca si al vivir en la calle, el encuestado sufrió algún tipo de discriminación, amenaza, violencia física o abuso sexual por parte de las fuerzas de seguridad o de otras personas. El resultado no sorprende, pero asusta: el 70 por ciento de los que contestaron el censo relató haber sido víctima de una o varias formas de violencia institucional.

Matías escucha la conferencia que dan las más de 50 organizaciones sociales que realizaron el censo popular por los parlantes situados en la puerta del Poder Judicial porteño. En el primero piso, frente a un auditorio completo, Christian Gruenberg, responsable del Programa de Violencia Institucional de la Defensoría General de la Ciudad, explica que la población en situación de calle, pese a ser invisibilizada, es, a la vez, las más sobrevigilada por parte de las fuerzas de seguridad. “Lo peor que tiene la calle es la Policía. Hay veces que vos estás acostado y ellos te empiezan a patear porque sí, porque se les cantó”, explicó este joven, de 25 años, quien pasó gran parte de su vida durmiendo en las calles porteñas. Pero los casos de represión policial se multiplican: un censista le contó a este diario que al momento de la recorrida por Barracas entrevistaron a un joven que recién volvía de un hospital con varios golpes, al parecer propiciados por uniformados de la Ciudad. Cuando le preguntaron si había realizado la denuncia, su respuesta fue inmediata. “Para qué voy a ir a la comisaría si cuando vuelvo lo primero que me van a hacer es pegarme de nuevo”, contestó.

De acuerdo al informe, la principal fuente de violencia es de las fuerzas de seguridad. Y el color del uniforme es lo de menos. “A mí me fajaron desde la Federal hasta la Metropolitana”, narró Matías, quien dejó de vivir en situación de calle cuando se fue a dormir a la casa de un hermano en el conurbano bonaerense hace seis meses. “Por creer que la problemática habitacional genera una situación de inseguridad se dispone una sobrevigilancia en los espacios públicos donde vive la gente de la calle. Eso sólo se traduce en represión y abuso policial. La tasa es altísima”, completó Gruenberg. Cuando PáginaI12 realizó la recorrida del censo por el barrio de Constitución, la mayoría de encuestados mencionó casos de violencia policial. Un pequeño grupo, en cambio, pidió sortear esa pregunta, sin dar explicaciones.

Por su parte, el censo popular agregó que la segunda fuente de violencia le corresponde a los funcionarios públicos de instituciones y programas estatales. Según los encuestados, el personal de los hospitales y de los servicios sociales, son, habitualmente, discriminadores.

Pero la sociedad civil tampoco está ajena a la reproducción del estereotipo que condiciona a las personas en situación de calle como gente violenta. “Por ahí te miran mal cuando entrás a un restaurant a pedir un poco de comida o pasan por la calle y cruzan de cuadra. Lo peor es que seguro no se dan cuenta”, agregó Matías. “El relato de las personas censadas demuestra que la vida en la calle es esencialmente peligrosa. La criminalización de las personas en situación de calle sigue siendo la principal respuesta del Estado y la sociedad”, indicó el informe.

Informe: J.B.