Sobre la llegada del hombre a la luna hay miles de versiones. Algunas dicen que fue todo armado. Otras que es una de las hazañas más grandes de la historia. Sin embargo, todas tienen un poco de misterio alrededor y preguntas que hasta el día de hoy nunca nadie pudo contestar. Pero los años pasaron, ahora el mundo espacial presenta nuevos desafíos y son de lo más variados: desde buscar un planeta nuevo para ir a vivir cuando la Tierra no aguante más, hasta encontrar algún tipo de ser extraterrestre habitando algún espacio recóndito del universo. Y entre todas las personas que pensaron una historia espacial está la artista argentina Raquel Forner.

Actualmente, el Museo Nacional de Bellas Artes tiene en exhibición una muestra antológica de Forner, titulada Revelaciones espaciales, que reúne por primera vez todas sus obras de lo que se conoce como su “ciclo espacial”. Se trata de pinturas de gran formato, litografías, dibujos y bocetos que desarrolló en los últimos años de su carrera. Esta serie de piezas parten del interés de Forner por concretar una posible conquista del espacio y es la serie que siguió a lo que se conoce como “ciclo terrestre” o serie El drama, período en el que abordó las guerras del Siglo XX. La curaduría de esta muestra estuvo a cargo de Marcelo Pacheco.

Luna, de la serie Las Lunas, 1960

Para armar este corpus de obras Forner volvió a visitar todas las referencias que encontró cuando formó parte de lo que se conoce como el Grupo de París, ese núcleo de artistas argentinos que estuvieron en Francia durante las primeras décadas del siglo pasado. Es por esto que las obras incluídas en esta antología se despegan de las imágenes bien figurativas, muy presentes en su serie anterior, y proponen imágenes más oníricas, con otra paleta de colores y con un diálogo más evidente con la neofiguración o incluso con el informalismo.

La exhibición incluye las series Las Lunas, Los que vieron la Luna, Los astronautas, Los laberintos, El Apocalipsis, Piscis, Los terráqueos, Mutaciones espaciales, Del espacio y Los mutantes. También están en exhibición las piezas que se incluyeron en Encuentro con astroseres en Ischigualasto, una serie iniciada por la artista después de un viaje al Valle de la Luna, en la provincia de San Juan, y que fue la última serie en la que trabajó hasta su muerte, en 1988.

El interés de Forner por este imaginario apareció poco después de que la ex Unión Soviética lanzara el satélite Sputnik en 1957. Lo que la artista encontró en ese evento fue la posibilidad de pensar a la humanidad frente al misterio, es decir, poder pensar cuál podría ser la situación y la vida de las personas en ese terreno desconocido y lejano.

Fin Principio de la serie Piscis, 1957

En la colección del Museo Nacional se encuentra la pintura “El drama”, una de las obras más icónicas de Forner y con la cual ganó el Salón Nacional de Bellas Artes en 1942. En esta obra la artista buscó sintetizar una serie de acontecimientos históricos vinculados con la violencia y la muerte: en la pintura se puede ver sobre el suelo un globo terráqueo con sangre, mujeres con rostros apagados mirando un cielo negro y en el centro de la imágen un esqueleto que podría ser una versión de San La Muerte pensada por Forner. La pintura es netamente figurativa y con una paleta de colores oscuros, dos elementos que abandonaría al empezar con el “ciclo espacial”.

La Raquel Forner que aparece en Revelaciones espaciales es una artista desprendida de la pretensión realista y despegada de esos colores opacos que encontró necesarios para narrar el horror de las guerras y la violencia de finales del 30 y comienzos del 40. Lo que apareció con el “ciclo espacial” es la deformación total y la explosión de colores intensos (rojos, amarillos, azules y naranjas). En un texto que escribió en 1973, en el cual se refirió a estas obras, Forner dijo: “Mi pintura se hizo más abstracta. Siendo el hombre el protagonista de esta fantástica aventura, volví a representarlo. Pero no representé ya al hombre de la tierra, al ‘terráqueo’, sino al hombre en su nueva dimensión, ‘el hombre del espacio’. Para mi sentir, este hombre encierra en su mente dos mundos, el presente, el pasado y el futuro. La tierra y el espacio. Por eso mis astronautas tienen la mitad de su cabeza pintada en grises, simbolizando la tierra, y la otra mitad en colores símbolo del espacio, del futuro”.

Astronautas con terráqueos televisados II, de la serie Mutaciones espaciales, 1972

Pinturas como “Fósil de astronauta en Marte” o “Astronautas con terráqueos televisados II” dan cuenta de este giro en la pintura de Forner. Estas imágenes proponen un relato de ciencia ficción sobre el futuro de la humanidad. Lo que Forner hizo con esta serie es imaginar cómo podría ser el devenir de la humanidad una vez que entre en contacto con ese universo infinito.

Revelaciones espaciales es la novela visual sci-fi de Forner. Estas obras en su conjunto proponen un imaginario en el que las personas ya no lloran las penas del mundo, sino que se transforman en sujetos de planetas lejanos. Esta muestra antológica es una gran fantasía que ilustra las ideas que esta artista tenía sobre los acontecimientos que podrían aparejar la llegada del hombre al espacio.

La necesidad de Forner por poder retratar eso que no pasó, que no se vio y que ni siquiera se sabe si existe, es lo que la llevó a abandonar el estilo que tuvo en sus anteriores series, que sí tenían una relación con la historia. Es el impulso por pintar lo desconocido lo que lleva a la artista a hacer este giro formal, a pintar con otros colores, a dar lugar a la abstracción, a crear seres mitad humanos y mitad alienígenas. Se trata de pinturas hechas hace décadas, pero que siguen hablando de un futuro que aún no llegó.

Futuro acontecer, de la serie Apocalipsis en Planeta Tierra, 1979

En Miles de ojos, la novela del escritor boliviano Maximiliano Barrientos, se narra cómo una especie de deidad con forma de pez gigante llega a este mundo y transforma todo: una lluvia de ácido cae sobre la tierra, los ríos quedan contaminados, algunas personas mueren, otras viven y otro grupo se funciona con plantas y autos para dar origen a unos seres mutantes. Se trata de una historia que propone una distopía, un devenir trágico para toda la humanidad. Y si Miles de ojos fuera una novela ilustrada, las pinturas de Forner estarían ahí.

Lo que encuentra esta artista en su aventura espacial no es la salvación de las personas, ni hermosos planetas llenos de agua y oxígeno: lo que hay ahí afuera, en el universo, es la devastación. En pinturas como “Futuro acontecer” la visión distópica de Forner se hace presente. En la imagen un grupo de alienígenas –pintados con colores vivos– parecen alimentarse de una pila de humanos –pintados con colores grises–.

La serie Mutaciones espaciales también presenta un imaginario de seres deformes que podrían ser animales o bien personas deformadas. Además, estos seres están ubicados en un tiempo futuro, como señala la obra “Ser híbrido año 3900”. En este ejemplo la pintura retrata a una cabeza gigante de muchos colores, con un cuerpo de mujer y manos en lugar de pies. Sobre estas bestias Forner dijo: “Para expresar lo que pienso y obscuramente presiento he plasmado plásticamente extraños seres que simbolizan los peligros, las dificultades, el terror hacia lo desconocido que el hombre debe vencer para alcanzar su meta, ayudado por su imaginación sin límites que también simbolizo en mis cuadros”.

Una de las obras incluída en Revelaciones espaciales muestra a una persona flotando en una especie de líquido naranja, conectado a un montón de mangueras. Parece una referencia a Matrix, pero antes de que existiera la película de las hermanas Wachowski. La pintura se titula “Supervivencia” y tranquilamente podría ser una de esas personas que todavía no fueron rescatadas por la pastilla roja de Morfeo, las que están en esos grandes campos controlados por máquinas, enchufados y durmiendo en una suerte de cascarón.

En el “ciclo espacial” Forner imagina un tipo de distopía en el cual sólo hay peligro para los astronautas humanos. La artista aborda una temática que sería tendencia 30 años después de que estas obras se hicieran. Este conjunto de obras fueron –y tal vez son– un oráculo de un mundo desconocido plagado de bestias, fósiles de exploradores espaciales y en el que la luna ya no es brillante, sino apagada y partida.

Revelaciones espaciales de Raquel Forner, con curaduría de Marcelo Pacheco, se puede visitar en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. Del Libertador 1473, Ciudad de Buenos Aires) hasta el 26 de febrero. Martes a viernes de 11 a 20. Sábados y domingos de 10 a 20. Entrada gratuita.