"El pibe caducó" se le escuchó decir a Lucas Pertossi, uno de los imputados por el crimen de Fernando Baez Sosa, asesinado a golpes por un grupo de "rugbiers" de Zarate. La frase quedará en la memoria de todos los argentinos, englobando con su potencia todo el desparpajo de un crimen que sorprendió al país por su extrema violencia.  

La reconocida escritora Gabriela Exilart tampoco pudo sacarse la frase de la cabeza. Por eso, se la hace decir a uno de los personajes de su nueva novela, Pulsión, publicada esta última semana por la editorial Sudamericana. El caso de Fernando sirvió de puntapié para la última novela de la docente, abogada y escritora, que afirma que escribir fue "más que nada para poder acercarme y soportar la noticia del crimen". 

"Todo el mundo hablaba de eso y yo no quería saber, no quería que me hablaran del tema. Pedía que no pusieran los noticieros. Tengo hijos adolescentes y ese miedo estuvo siempre en mí. Finalmente entendí que era un problema que tenía que resolver", afirma. 

Lo resolvió escribiendo, así "sanaba sus dolores", en sus propias palabras. Si bien fueron cambiados uno o dos nombres, los paralelos con el caso son inevitables.

Sin embargo, la singularidad de la novela se esconde en que está narrado desde la perspectiva de una de las madres de los asesinos, una mujer llamada Ada, que funciona como puente desde el cual se problematiza el derrumbe de las vidas aledañas a aquel que es acusado de asesinato. ¿Cómo mi hijo pudo ser capaz de hacer una cosa así? 

"Cuando escribo, asumo el rol de cada personaje, lo vivo, lo sufro. Fue un gran desafío pensarme como la otra mamá. Pensé qué me pasaría a mí de estar en esa situación, porque nadie está exento de que nos pasen cosas. No sabemos qué hacen nuestros hijos cuando están con otros, ni si son influenciables, o líderes. Creemos que les dimos le mejor y deseamos que así lo hayan capitalizado. Viví la escritura de esta historia con muchas contradicciones", afirma. 

Gabriela es una escritora prolífica (publica casi una novela por año desde 2012), y un nombre cada vez más reconocido dentro del género de la novela romántica histórica, con títulos como El susurro de las mujeres, Secretos al alba, Tormentas del pasado, Pinceladas de azabache, entre otros. Sin embargo, dice que "siempre escribí lo que necesitaba escribir, sin pensar demasiado en el género". 

"La mayoría de mis novelas surgen a partir de un hecho histórico, en este caso, un hecho actual, pero siempre hay un entorno de ficción. Escribiendo ficción hay que tomar distancia y separarse de la realidad. Uno de los elementos que trabajo con los alumnos cuando coordino talleres de novela, es que debe existir lo que se llama universo propio. Toda ficción tiene que tener un universo propio, creamos un mundo para esa historia, inventado, aunque transcurra en una ciudad o escenario real. Los escritores creamos ese cosmos para lo que queremos contar", afirma. 

Gabriela es marplatense, ciudad costera hermana de Villa Gesell, destino turístico comunmente elegido por los adolescentes argentinos para vacacionar y salir a bailar. Sin embargo, cree que este tipo de violencias pueden ocurrir en cualquier lado. "Lo preocupante es la violencia que envuelve a la sociedad y que atraviesa a nuestros hijos", afirma. 

Ahora que el juicio avanza frente a millones de lectores y ávidos televidentes, aunque la novela ya está terminada y en los estantes de las librerías, Gabriela continua siendo afectada por el juicio como el primer día. 

"Creí que había logrado superar el tema, pero cada vez que escucho del juicio me doy cuenta que no, que sigue tan a flor de piel como hace tres años. La única diferencia es que ahora puedo hablar del tema, y antes no. Sigo el caso, porque quiero, como todos, que haya justicia, aunque para los papás de Fernando no creo que exista acto alguno que les devuelva la paz", concluye.