La necesidad de los gobiernos por anticipar las conductas de las personas y hacerlas dóciles a sus regímenes, suele generar dispositivos de control precisos, que podemos corroborar en los centenares de cámaras que se ramifican por el espacio público día a día. Pero esa es sólo la manifestación visible de la vigilancia de que somos víctimas. Hay otro tipo de control, que en su forma imita a las raíces subterráneas de un árbol centenario. Es la supervisión constante que se hace sobre los efectos que generan ciertos discursos en los comportamientos de los ciudadanos, especialmente en épocas de elecciones o cuando la publicidad crea un producto para instalar su consumo.

Paul Lazarsfeld (1901-1976) y Elihu Katz (1926-2021) fueron dos investigadores y principales exponentes de la Mass Communication Research, una de las más influyentes corrientes de pensamiento en los estudios sobre comunicación de masas del siglo XX. En su libro Personal influence (1955), concluyen que los medios masivos sólo influyen de manera indirecta sobre la población, a través de “líderes de opinión” que se desempeñan en determinadas instituciones o en los entornos donde las personas se vinculan socialmente: por ejemplo, la escuela, la iglesia o un club de barrio. Cualquier semejanza con los influencers no es pura coincidencia.

El mes pasado, con las dos muertes en Berazategui por ingesta de achuras en mal estado, se difundió información imprecisa sobre la bacteria que las habría causado. Los mensajes en WhatsApp se reenviaban al ritmo de la preocupación de los usuarios por lo que se decía era una bacteria “fulminante”. Como casi siempre, los rumores ganaron la carrera a la información oficial, cuando aun no se habían realizado las investigaciones pertinentes. El problema es que en estos casos se utiliza una red social (WhatsApp), pensada centralmente para mensajes de tipo privado, en la transmisión de información pública, que necesita de un tratamiento especial, previo a su difusión. En WhatsApp no existen los especialistas ni los influencers, pero sí los amigos o familiares. En ellos creemos más que en los expertos, por el vínculo afectivo que nos une.

Ante estos hechos, es clave para el buen funcionamiento de todo sistema democrático que las audiencias incorporen tácticas y herramientas que les permitan ejercer una lectura crítica sobre el tratamiento que los medios hacen de temas importantes para la opinión pública. Y esto porque algunos de esos temas son más propensos a caer en el “pozo informativo” del que emergen y proliferan las fake news o informaciones engañosas. A resultas de lo cual muchas veces queda obstaculizado el ejercicio pleno del derecho de “buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole”, como está escrito en la Constitución Nacional (artículo 13).

Para ayudar a lograr ese objetivo es que existe la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación. El organismo lleva adelante distintas tareas de prevención y recomendación ante los efectos que la falta de información precisa puede acarrear en el buen funcionamiento de una sociedad democrática, especialmente en el entorno digital. El ente realiza talleres de formación  destinados tanto a periodistas como a docentes, personas mayores y niños. Facilita estrategias como el reconocimiento de fuentes de información y su chequeo y consulta con organismos habilitados u oficiales, que permitan a los ciudadanos detectar y desactivar posibles mensajes engañosos. Las capacitaciones están basadas en dos fundamentos de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual: la concepción de la comunicación como derecho humano y la de las audiencias como sujetos de ese derecho. Además, publican recomendaciones  sobre el correcto tratamiento informativo en medios tradicionales para ciertos temas “sensibles”, como la equidad y violencia de género, la trata de personas o la cobertura de eventos masivos como el último mundial de fútbol.

Además, en el año 2021, realizaron la 1° “Jornada de Alfabetización Digital, Ciudadanía y Desinformación en tiempos de pandemia”, con el apoyo de la UNESCO. Según se consigna en su página web, académicos, representantes gremiales, docentes de instituciones públicas y miembros de ONG´s fueron convocados para debatir acciones en Alfabetización Mediática Informacional (AMI). Se busca propiciar estrategias entre estos diversos actores y el Estado Nacional en pos de minimizar los efectos de las fake news, que proliferaron a causa de la pandemia por la covid-19. Uno de los conceptos clave, según los expertos, es el de “transalfabetización”, porque incorpora como objetivo que las y los estudiantes sepan usar, buscar y comprender información en los ambientes digitales.

* Licenciado en Comunicación Social (UBA)