Futbolista que no renueva, futbolista que es colgado por su club. Esa parece ser la nueva tendencia del fútbol argentino. Por “colgados” nos referimos, obviamente, a aquellos jugadores a quienes se les vence el contrato a mitad de año, que no arreglaron su renovación y que tienen propuestas de compra de pase que no satisfacen a sus actuales dueños.

Los casos de Federico Gattoni en San Lorenzo, Lucas Merolla en Huracán y Sergio Barreto en Independiente, son tal vez los más conocidos. Pero hay muchísimos más. Incluso en años anteriores, Fabrizio Angileri fue colgado por River por no querer renovar e irse al Getafe. Pasó lo mismo en Boca con Pol Fernández, Julio Buffarini y Agustín Rossi hace muy poquito.

En la redacción de “Peligro de Wolf” pensamos ocuparnos de ellos y analizar cada caso en particular, pero como se nos rompió el aire acondicionado y el clima está inaguantable, le dimos prioridad a la búsqueda de un buen técnico de acondicionadores de aire. Sorry. El análisis exhaustivo se lo debemos. Lo único que podemos ofrecerles hasta ahora es el testimonio de Roger Bordenave, que es uno de los mayores representantes de futbolistas del ascenso colgados por sus clubes:

–Roger, cada día crece más la lista de futbolistas “colgados” por sus clubes. ¿Por qué ocurre esto?

–Será que nací en Mendoza y mi provincia es la Capital del Vino que yo todo me lo tomo con soda. No pasa nada, amigo. Los que más pierden son los clubes, que dejan de ganar muchos dólares con mis muchachos.

–¿Pero no sufren más los futbolistas en conflicto, ya que padecen la inactividad?

–Inactividad sufren si se la pasan tirados en la cama jugando al Candy Crush, como hacen mis hijos. Yo me las rebusco para entretenerlos. Por ejemplo, tengo a un muchacho del Deportivo Morón, el “Pincho” García, que casi lo tengo colocado en un club panameño. Le conseguí un empleo en una pizzería de su zona y ahí está haciendo deliverys con una bicicleta. Con eso logro que permanezca en actividad: se distrae bastante y de paso se gana unos pesitos extras. También tengo a Cantarini, un pibe de las inferiores de All Boys, estaba en conflicto con su club desde fines de diciembre, yo para subirle la moral lo invité a casa a la fiesta de Nochebuena y hasta se ligó un regalito de Papá Noel. A mitad de año lo coloco en un club mexicano. Por eso, para ir metiéndose en la idiosincrasia de ese país lo tengo todo el día viendo capítulos de “El Chavo” y “El Chapulín Colorado”.

–Es decir que su técnica es distraerlos para que cuando se les venza el contrato puedan irse a jugar a otros clubes sin algún desgaste psicológico previo.

–Tal cual. ¿Sabe lo que es para un futbolista entrenar durante toda la semana sabiendo que no será tenido en cuenta a la hora de jugar? Conmigo se sienten útiles. Al pibe Peñaloza lo tengo en casa ocupándose del jardín. Y le encanta, ya sabe distinguir un cactus de una suculenta. Al arquerito Di Giácomo, ex Defensores de Belgrano y a Yáñez, aquél que el año pasado la rompió en Atlas, los llevé conmigo este verano a las playas de Claromecó. Tengo casa ahí. No saben cómo se divirtieron. Di Giácomo fue la sensación del verano: salió campeón de tejo y se reveló como un genio haciendo castillitos de arena.

–Está claro que a los clubes les conviene siempre transferir a un jugador con contrato, porque el club que lo adquiere debe pagar la cláusula correspondiente.

–Por supuesto, lo peor que le puede pasar a un equipo es que un futbolista se le vaya libre, como pasó con Rossi de Boca, por ejemplo. Por eso, junto a otros representantes de jugadores decidimos armar para la próxima temporada un programita de tele para que esta clase de futbolistas no estén al pedo tantos meses. Le pusimos un nombre re-original: Gran Colgado. Y parece que ya hay 2 canales de cable interesados.

Seguiríamos 2 páginas más hablando sobre futbolistas colgados, pero llegó nuestro técnico en acondicionadores de aire y esa es nuestra prioridad. Lo dejamos para otro día. Gracias.