Hace más de 60 años la hoja de coca, de uso tradicional en los pueblos andinos, entró al catálogo de sustancias peligrosas junto a la heroína y la cocaína en base a  informes que hoy los expertos critican por su falta de información científica.

Esta semana, el vicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca, comenzó el camino para terminar con el “error histórico” que llevó a clasificar a la hoja de coca dentro de las sustancias bajo control internacional en la Convención de 1961.“La hoja de coca no es cocaína”, subrayó el ministro de Interior de Bolivia, Eduardo Del Castillo.

Una propuesta bien recibida

Choquehuanca participó en la reunión de la Comisión de Estupefacientes en Viena. El vicepresidente boliviano junto al apoyo del gobierno de Colombia, organizó un evento paralelo para explicar la iniciativa que prevé levantar las restricciones internacionales sobre el uso tradicional de la hoja de coca.

La hoja de coca y sus usos tradicionales y medicinales están consagrados en la Constitución boliviana vigente desde 2009. 

El vicepresidente boliviano afirmó que encontró flexibilidad y ningún rechazo a su planteamiento de dejar de considerar a la hoja de coca entre las sustancias más peligrosas.

"Cuando hablábamos de la hoja de coca, sentíamos un rechazo casi natural, pero ahora hemos encontrado aceptación, flexibilidad, interés, de poder trabajar estos temas", afirmó Choquehuanca en rueda de prensa.

Reparar un erorr histórico

Durante el encuentro “La hoja de coca y el control de drogas de las Naciones Unidas. Reparar un error histórico”, Choquehuanca hizo una revisión de la clasificación de la hoja de coca en la Lista I de la Convención Única de Estupefacientes de 1961. En este listado están las sustancias más peligrosas como la heroína y la cocaína que tienen un control internacional estricto.

Choquehuanca dijo que mantuvo encuentros con la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial y la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

"En todas esta reuniones hemos encontrado apertura", celebró el vicepresidente de Bolivia. Además, recordó que su país no busca la legalización, sino la reclasificación de la hoja de coca al entender que incluirla en la Lista 1 fue un error histórico cometido por la falta de información.

Además, precisó que el gobierno de Luis Arce tiene previsto iniciar un pedido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que haga una revisión crítica de las propiedades de la hoja de coca con el objetivo de retirarla de la Lista I de la Convención de 1961.

La Convención de 1961 estableció una mirada que no distingue entre coca y cocaína y las trata exactamente igual. Aunque permite algunas excepciones, como por ejemplo, si bien pide erradicar los arbustos de coca y terminar con las prácticas tradicionales, incluye en su artículo 27 la claúsula Coca-Cola. Este apartado autoriza el uso de la coca sin alcaloides como “agente saporizante” para la marca de bebidas.

El vicepresidente dijo que si se logra ese objetivo de levantar la prohibición internacional, Bolivia podrá "comercializar, industrializar y liberar del narcotráfico a la sagrada hoja de coca". 

Choquehuanca se refirió a numerosos estudios que dan cuenta de los valores medicinales y nutricionales de la hoja de coca y pidió a la OMS que acompañe el proceso de recalificación “a la luz de la investigación científica”.

Una historia de prejuicios

La historia detrás de la clasificación de la hoja de coca como una sustancia igual de peligrosa que la heroína y la cocaína empezó en 1950.

Ese año, en un informe elaborado por la Comisión de Estudio de las Hojas de Coca luego de un breve paso por Bolivia y Perú en 1949, relacionaron la hoja de coca con analfabetismo, desnutrición, incluso afirmaron que su consumo “degenera” el carácter.

 El texto contiene una serie de comentarios arbitrarios sin sustento científico y plagados de prejuicios contra los pueblos indígenas.

En esta línea, el gobierno de Bolivia considera la clasificación de la hoja de coca en la Lista 1 como colonialista al porque criminaliza y reprime el uso tradicional de la hoja y prácticas culturales.

Ahora, 73 años después del informe que catalogó a la hoja de coca como peligrosa Bolivia exige una revisión crítica de la planta. Por eso, a pedido del país andino, la OMS va a elaborar un informe luego de estudiar las propiedades, toxicología y efectos nocivo de la hoja.

Esto puede llevar como mínimo un año en el que también van a ofrecer recomendaciones a los 53 países integrantes de la Comisión de Estupefacientes, el órgano de la ONU en materia de drogas. Está previsto que la votación se realice a finales de 2024 o principios de 2025.

El ministro de Gobierno (Interior), Eduardo Del Castillo, precisó que la finalidad del proceso es terminar con la criminalización a los productores de hojas de coca. “La hoja de coca no es cocaína”, subrayó del Castillo.

"Bolivia ha ido cumpliendo sus compromisos con la comunidad internacional en materia de lucha contra el narcotráfico", añadió el ministro, quien saludó el recibimiento que tuvo la propuesta del gobierno de Bolivia. "Algunos de ellos, evidentemente, se han reservado a emitir criterio, esperando los informes técnicos que vaya a emitir la Organización Mundial de la Salud", reconoció.

"Este proceso, evidentemente, va a ser largo. Pero no vamos a claudicar en nuestra lucha", añadió Del Castillo.

"Se busca volver a poner este tema en la agenda. Y desafiar a la OMS para que, al menos, se replantee claramente el papel que desempeñó en el pasado", asegura Martin Jelsma, del Transnational Institute, un espacio que apoya el proceso para revisar la clasificación de la hoja de coca.

"Desde que la hoja de coca entró en los tratados nunca ha habido ninguna revisión seria. Así se busca desafiar a la OMS para que asuma alguna responsabilidad", denuncia Jelsma.

Esta semana en Viena, en la Comisión de Estupefaciente, numerosas voces, como el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, o la directora de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, Ghada Waly, pidieron una política de drogas basada en la "evidencia científica".