Desde comienzos del siglo XX, la Ciudad de La Plata es el territorio en el que disputa uno de los partidos más significativos de todo el país. A nivel provincial, se ubica a la par del clásico de Avellaneda, ese que juegan Independiente y Racing. Pero para entender la rivalidad entre Estudiantes y Gimnasia hay que remontarse a los comienzos. Tanto de los clubes como de la ciudad misma. 

Facundo Aché, periodista con más de treinta años abocados a la cobertura de los clubes platenses, asegura sin dudar que el platenses "es uno de los clásicos más importantes del país". "La ciudad se paraliza y los protagonistas lo viven de una manera distinta", afirma a la vez que agrega: "Pago chico e infierno grande, parecido al rosarino y a los viejos clásicos de Avellaneda, pero mucho más anclado en la historia de una ciudad".

Hacia fines del siglo XIX, el 3 de junio de 1887 se conformó Gimnasia y Esgrima La Plata. El nacimiento se produjo tras una reunión llevada a cabo en el Salón de Comercio, ubicado en avenida 7. En sus primeros años, la vida social del club se concentraba en deportes de salón, como la gimnasia, el esgrima y la ajedrez, que se llevaban a cabo en la sede oficial que actualmente se sostiene en calle 4, entre 51 y 53. También había deportes al aire libre, que se practicaban en una plaza de juegos atléticos situada en la esquina de avenida 1 y 47. En ese lugar, cuenta Aché, "se desarrolló el primer partido de fútbol de la historia platense", disputado por equipos conformados por los socios del club, en el año 1901.

A fines de 1904, un inesperado giro territorial creó las condiciones para el nacimiento de Estudiantes. Los terrenos de 1 y 47 fueron cedidos a la Universidad Nacional de La Plata con el fin de construir el internado del Colegio Nacional, y los que practicaban fútbol se quedaron sin lugar para jugar. Tras varias idas y vueltas, en 1905, un grupo integrado por ex jugadores de Gimnasia se reunió en una zapatería y conformó el Club Estudiantes de La Plata. La primera comisión directiva, de hecho, fue presidida por Miguel Gutierrez, quien años atrás había desarrollado la misma tarea en el "Tripero".

Frigoríficos, ratas, bosques y universidades

Tanto los hinchas como los entonces jugadores de Gumnasia y Esgrima, buscaban llegar a fin de mes a partir de sus trabajos en los frigoríficos platenses de aquellos años. En Barrio El Mondongo, el que mejor comunicaba a La Plara con sus ciudades lindantes a través de la Avenida 60, estaban el Swift o el Armour, de Berisso. Ninguno de los dos existe en la actualidad, pero aquella actividad impregnó a Gimnasia el apodo de "triperos", que con el paso del tiempo comenzó a convivir con la otra denominación con la que popularmente se conoce al equipo y sus simpatizantes: "El Lobo". 

El seudónimo devino por la ubicación del estadio Juan Carmelo Zerrillo, en pleno bosque platense. El dibujante Pilo Trouet comenzó a identicar de esa forma a los hinchas en el año 1953, pero recién tomó la notoriedad que hoy tiene en 1962, cuenta Aché.

El juego de rivalidades hizo que "El Lobo" tuviera su espejo en la vereda rival. Pero esa razón, Estudiantes adoptó el mote de "El León". "Eso devino años más tarde para figurar como el rey de la selva" y "contrarrestar al lobo", recuerda Aché.  En cambio, el apodo de "pincharata" tiene un origen más anclado en la historia popular de los barrios de la ciudad. 

Se trata de la generalización de un apodo que recibió un hincha llamado Felipe Montedónica, un trabajador de un mercado ubicado en el centro de La Plata, pinchaba las ratas con un tenedor. La historia coexiste con una versión de origen universitario y que señala que los estudiantes de Medicina de la UNLP, realizaban sus prácticas de laboratorio con roedores. En el imaginario popular, el relato del hincha con un tenedor es la que genera una mayor aceptación entre la familia rojiblanca. 

La rivalidad

La historia cuenta que el enfrentamiento fue muy fuerte desde el comienzo mismo de la convivencia de ambas instituciones, al punto tal de que algunos jugadores que integraron el primer equipo de Estudiantes regresaron a Gimnasia tras sentirse discriminados por el simple hecho de trabajar en los frigoríficos.  

En una primera instancia, los excluidos pasaron a jugar al Club Independencia, que fusionó con Gimnasia meses después y arrasó en la segunda categoría del fútbol amateur durante el torneo de 1915. Tras ascender a la primera, se vieron las caras por primera vez con Estudiantes el 27 de agosto de 1916. 

Aquel primer cruce entre ex compañeros y vecinos terminó 1 a 0 para el "tripero". "La pica no venía de lo que había pasado en 1905 con la división - recuerda Aché - sino de la salida de jugadores que estaban enfrentados a Ludovico Pastor, un jugador de Estudiantes de La Plata que generó el rocé debido a sus confrontaciones con los que se habían ido a Gimnasia". En ese primer partido, el gol de Gimnasia lo hizo el mismo Pastor, en contra.

A partir de su irrupción oficial en los torneos de fútbol, Gimnasia acobijó a las masas populares de la ciudad, abriéndole sus puertas y brindándole un lugar en el deporte a los trabajadores que se desempeñaban en los oficios más precarios. En el caso de Estudiantes, a lo largo del siglo pasado el club recibió en su mayoría a la gente de clase media y clase alta de la ciudad. De todos modos, Aché advierte: "En el imaginario social, Estudiantes es el centro y Gimnasia la periferia, y sin embargo ocho de las diez familias que concentran las grandes fortunas de La Plata son hinchas de Gimnasia". "Más allá de la historia y los orígenes, hoy en día está todo muy mezclado", dice al respecto. 

En los últimos años la idiosincrasia de este encuentro dio un vuelco. La falta de hinchas visitantes modificó los paradigmas de las rivalidades entre las hinchadas. La disputa ya no se da en esa semana del partido, sino que se vivencia todos los días dentro de la ciudad de las diagonales. En los barrios de las afueras del centro platense, se dan focos aislados de enfrentamientos y las pintadas en los postes de luz ofician como delimitaciones del territorio.

La historia en la cancha

Walter Epíscopo tiene 52 años, hace 32 que escribe en Diario El Día y 20 que está en Radio Cielo. "Desde el clásico número 100 para acá, vi todos; yo tenía 15 años y, si bien entré al diario a los 20, antes era hincha e iba a la cancha" comenta a BuenosAires/12. "Hoy hay una gran diferencia con lo que se vivía antes", señala mientras recuerda una "previa" que latía al ritmo de la ciudad. 

"En los años 80 o 90, la mayoría de jugadores vivía en La Plata, en la semana iban a la verdulería, a la carnicería o al bar y se cruzaban con los hinchas, de uno y otro lado; hoy eso ya no existe", asegura el periodista. 

El fervor y la pasión de la capital bonaerense brindaron episodios que quedarán en la memoria del futbolero contemporáneo. El 31 de agosto de 1986, una lluvia torrencial había inundado la cancha de Gimnasia. Ante la desesperación y la presión de la multitud, la policía bonaerense ordenó el descenso de un helicóptero dentro del campo de juego, con el fin de que este recorriera de forma rasante y despejara el agua del terreno con la potencia de las hélices. "Yo estaba en la tribuna, fue una locura, una mala maniobra y el helicóptero se caía en una tribuna llena de gente", recuerda Epíscopo.

"El clásico del helicóptero" fue victoria 2 a 1 para Gimnasia. Otro de los datos curiosos es que al local le echaron a un jugador, pero continuó con once dentro del campo. Tras la expulsión del arquero Moriconi, quien debía salir para que entre el arquero suplente era el jugador Eusebio Espinola. Pero  nunca salió, y el árbitro nunca se dio cuenta. 

Otro partido famoso es el que se recuerda como "el clásico del terremoto". Fue en 1992 y es uno de los más recordados por los hinchas triperos. En cancha de Estudiantes, tras el gol del uruguayo José Perdomo, el sismógrafo registró paralelamente un movimiento anormal en la tierra. La relación entre los festejos y el movimiento císmico difícilmente pueda borrarse de los relatos de los hinchas de Gimnasia que presenciaron aquel partido. 

El de 1996 fue denominado como "el clásico del siglo". Estudiantes recibía a Gimnasia en la última fecha del torneo clausura. Los triperos debían ganar y esperar que Vélez no lo haga para consagrarse campeón del torneo de primera división y dar la vuelta olímpica en 1 y 57. Tras el empate por un gol y el triunfo de los de Liniers, el Lobo se quedó con las manos vacías. Aquel encuentro, dejó una foto que viaja directamente al arraigo de la ciudad y a una historia poco contada.

La foto en cuestión es la de los capitanes de ambos equipos. Guillermo Barros Schelotto en Gimnasia y Martín Palermo en Estudiantes. Fueron al sorteo inicial convocados por el árbitro Javier Castrili y se dieron la mano sin mirarse. "Palermo y Schelotto habían ido a la misma escuela de chicos y se odiaban desde ahí, habían tenido problemas hasta con los padres por la pica que había. Después siguió en las inferiores, porque uno jugaba para el "pincha" y el otro para el "lobo" y se cruzaban en todas las categorías. Llegaron a primera y se cruzaron en ese clásico" contó Epíscopo. 

Al año siguiente, Boca Juniors los compró a ambos: "Iban desde La Plata y se cruzaron en el peaje, llegaron al entrenamiento, los mandaron a trabajar a otro sector de la cancha y no se hablaban" rememora el periodista. El resto de la historia es conocida por todos, ambos llegaron a formar una dupla que se convirtió en histórica para la etapa más ganadora del club de La Rivera. 

Ya en el siglo XXI, el partido que marcó a fuego en la rivalidad tuvo fecha el 15 de septiembre de 2006. Con un historial levemente favorable hasta ese entonces, Estudiantes le propinó una goleada significativa a su rival de toda la vida. El 7 a 0 fue un antes y un después. En palabras de Aché, aquel partido fue "el gran golpe que ha sufrido Gimnasia en los últimos tiempos y desde donde se acrecentó el dominio pincha". 

Hoy en día, Gimnasia mantiene una racha de 13 años sin victorias. No le gana de manera oficial a Estudiantes desde febrero del 2010. En 173 encuentros disputados, Estudiantes ganó 64 veces, Gimnasia 47 y empataron en 62 ocasiones.