"Me pregunto si estaré admitiendo la relación para dotarla de la entidad suficiente que algo necesita para después romperse." No es el comienzo, pero la frase es una de ésas con las que Tamara Grosso decide hacer cuestionar a su protagonista en Viudas jóvenes, su ópera prima en narrativa, publicada este marzo por la editorial chilena Alquimia.

Además de bonaerense viviendo en España, donde sigue escribiendo poesía, Tamara Grosso es licenciada en Comunicación Social y ha trabajado como redactora, coordinadora de contenidos y prensa editorial. Es autora de cuatro libros de poesíaGuatepeor (Modesto Rimba, 2016), Márgenes (Objeto Editorial, 2016), Cuando todo refugio se vuelva hostil (Santos Locos, 2018) y El ritmo del derrumbe (Santos Locos, 2021).

Viudas jóvenes forma parte de la colección Foja Cero y es el tercer libro de Alquimia editado e impreso en Argentina. Luego de una década de trabajo al otro lado de la cordillera, distribuyendo sus ejemplares con Big Sur, el sello se instala en suelo argentino, ganando pluralidad de voces e historias.

En la novela, Grosso se arroja sobre un tema que la inquieta, como es el miedo a la muerte en la juventud. Para hacerlo no matiza, sino que subraya la incomodidad, porque sitúa el conflicto en una relación abierta que se desarma, pero no por voluntad de alguna de las partes: es la tragedia quien toma la decisión.

► La convivencia accidental

Colmándose de sentido para luego desaparecer, Juan y la protagonista (de la que jamás se conocerá su nombre de pila) parecerían pactar con la sumisión de la rutina. No hay preguntas, parece no haber celos, el vínculo parece funcionar. Pero Juan muere de repente y las suposiciones estallan como los vítores que siguen a un discurso político en una entrega de premios. Entrará entonces en escena Mora, alguien con quien Juan se veía con cierta frecuencia.

Surgirán preguntas, por mucho que se las retrase. El personaje desde el que se cuenta la novela querrá saber qué rol ocupa Mora en su vida y desde qué parámetro la veía Juan. Suscitar una jerarquía de sentimientos es impiadoso, y más en este encuentro, donde quien más quiere, peor la pasa. Sin embargo, las involucradas perseguirán nombrar lo que sienten para poder sobrevivir. Y en esa búsqueda transformarán la propia unión. Una convivencia accidental que acaba conteniendo(las).

Siempre que se toca el tema de las relaciones abiertas suele hacerse desde el conflicto, de lo problemático que quizás puede resultar. Se cuestiona si es viable, si acaso no es un eufemismo para desligarse del compromiso. Pero en esta novela quien tomó la decisión se fue sin que se le pueda hacer preguntas, y es esa duda la que logra volver a tensar la cuerda.

Grosso no las enfrenta, al menos no por los motivos obvios. Su compañía mutua vendrá a mitigar los embates del duelo, sin que eso alcance a anular las preguntas. A lo largo de páginas poco sonoras, que agravan el drama ante las fallas de comunicación entre ellas, dos mujeres parecen caminar en una habitación oscura con los pies mojados, no conocen ni las dimensiones o estructuras del lugar que las contiene.

"Antes caminábamos cómo pisando un campo minado. Ahora, como si el terreno ya estuviera arrasado". Son dos personas unidas por una ausencia que las llevará a contrastar su relación, a entender cómo reubicarse, a mirar las fisuras. Mientras, en estas nuevas formas de vincularse, la culpa y deseo van marcando el compás.

Foto: gentileza Luisina Donnarumma

► Puteadas en la almohada

"¿Si imaginamos nuestra propia muerte, cómo no hacerlo con los demás?". Sin temores, ése es el tono de Grosso. No es una novela para pensar la moral del amor libre ni el valor de la fidelidad. Los actores se juntan por la necesidad de reconstruir el relato, sabiendo que esa permanencia les da algo así como un estado de gracia, la falsa fantasía de dejar el dolor suspendido en el aire, retrasar el momento del duelo, de entender que no hay vuelta atrás.

"Siempre tuve facilidad para alejarme", dice la pareja oficial, pero qué pasa cuando la tragedia decide por nosotros. ¿Cómo sincronizar un duelo? ¿Cómo continuar cuando es el luto el que se vuelve rutina? En estos nuevos días posteriores al accidente, la mentira también tendrá un papel donde se colará en medio de una dinámica que aún no consigue tomar forma. Una vez más, la muerte expectante de toda decisión ajena. Juan ya no está y ésa es la causa y la consecuencia de que dos de las personas con las que compartía su vida hoy lo recuerden, extrañen y puteen en la misma funda de almohada.

Si las relaciones abiertas ofrecen también parcialidades consensuadas, ¿de qué manera se transforma la disciplina afectiva cuando el vacío existencial rompe el tiempo? Las preguntas se van replicando a borbotones en Viudas jóvenes y no habrá trueque de respuestas que apacigüen los tiempos.

Un cuidado midiendo los gestos durante la falta. Una narrativa en la que se intenta no llegar a tener que pedir perdón, porque el motivo que justifica el encuentro no tiene remedio. Las palabras que ahora intentan calmar no consiguen distraer a la muerte, tarea tan absurda como romántica.