¿Cómo cambia el vínculo de amistad entre dos varones al abandonar la infancia y entrar en la adolescencia? ¿Qué conductas aparecen como prohibitivas cuando las demostraciones de afecto entre dos amigos son cuestionadas por sus pares? 

Close, el segundo largometraje del belga Lukas Dhont (Gante, 1991), indaga sobre estas preguntas caminando alrededor del tema con zapatos de lana. Sin hacer demasiado ruido porque el dolor muchas veces es silencioso. Imperceptible. La película, ganadora del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes y nominada este año a Mejor Película de Habla no Inglesa en los Oscar, es tan dulce como devastadora. Un coming of age nostálgico donde no hay urgencia por crecer sino una necesidad imperiosa de detener el tiempo. 

Los protagonistas son dos chicos y mejores amigos de trece años: Leo (Eden Dambrine) y Remi (Gustav De Waele). Ellos viven en su propio mundo, un espacio seguro donde el único peligro es imaginario. Juegan en un lugar abandonado. Leo le indica a Remi que se esconda y hable bajito: sobre el tejado aguardan ochenta hombres con armadura. “¡Tres, dos, uno…ya!”, grita el capitán antes de salir al exterior y correr, uno al lado del otro, a tanta velocidad que las flores que invaden el paisaje parecen pintadas al óleo. Nadie los persigue, están solos en su fantasía.

Es el último verano antes de comenzar la secundaria. El inicio del nuevo ciclo cambiará las reglas de juego. Lukas Dhont, junto a su coguionista Angelo Tijssens, presenta la relación íntima entre los personajes a través del lenguaje lúdico. Remi toca un instrumento, Leo escucha la melodía y le propone ser su manager. Viajar por el mundo hasta la luna y volverse supersónicos. Gran parte de Close está narrada con el pulso risueño y curioso de la niñez, cuando el límite es tenue entre las casas de dos amigos y la crianza es compartida entre las familias de uno y del otro. 

Leo y Remi duermen juntos y no disimulan esos terrores que los asaltan por las noches. El miedo es solo de uno de ellos, pero en la amistad preadolescente no existe la individualidad. Tampoco entre los cuerpos que buscan pegarse como gotas de mercurio. Es una amistad física. Caminan de la mano, se abrazan, cuchichean entre susurros apoyando las cabezas en la misma almohada. Leo se sienta frente a Remi y dibuja el rostro de su amigo. No es una imagen hiperrealista. El retrato siempre es una percepción de cómo vemos al otro. En Close la mirada es el detonante para los momentos más felices y los más desgarradores. Por eso la cámara encuadra al rostro de Leo, se acerca todo lo que puede a esos ojos claros que expresan todo aquello que no puede decir.

Cuánto tarda en cambiar un cuerpo

La carta de presentación de Lukas Dhont y Angelo Tijssens fue una película LGBTIQ llamada Girl (2018). Una obra potente y cruda que ficcionaliza la historia real de la bailarina belga Nora Monsecour. Lo primero que quiso hacer Dhont al leer sobre Nora en el diario es un documental, pero ella se negó.

Nueve años después escribió con Tijssens una ficción donde los espejos y camillas marcan el camino del relato. Girl, largometraje disponible en Netflix, traza un momento crucial en la vida de una chica trans de 15 años. Interpretada por el bailarín Victor Polster, Lara (el nombre ficcional de Nora en la película dramática) está por comenzar a tomar hormonas y concurre a consultorios médicos porque se prepara para una vaginoplastia. Su padre y hermano menor la acompañan con dedicación y paciencia, pero Lara ya no soporta su físico masculino. Desea despertar y tener el cuerpo que desea. 

“Ya eres una mujer. Lo único que podemos hacer es confirmarlo y afianzarlo”, le dice el psicólogo que la prepara emocionalmente para la operación que se avecina. En paralelo, Lara entra a una academia de ballet muy exigente. No está al nivel de las otras chicas, así que debe quedarse después de hora realizando ejercicios que le enseña una profesora hasta que le sangran los dedos de los pies

Girl expone el sacrificio físico que implica para la protagonista ser quien quiere ser. Su familia es comprensiva y compinche, los profesionales de la salud también. Sin embargo, en su nueva escuela padecerá actitudes crueles de sus compañeras, prejuicios que le provocarán mayor ansiedad de que llegue el día tan esperado. Lara no quiere gustar de un chico ni besar a nadie hasta después de la cirugía, pero los adultos que la rodean le sugieren que no pause sus sentimientos ni detenga su curiosidad por el hecho de estar en un proceso de transición. 

Girl y Close son películas ancladas en la pubertad sobre cómo la mirada ajena repercute en la construcción de nuestra identidad. Girl cosechó elogios, aplausos en el Festival de Cannes y casi llega a los Oscar, sin embargo también abrió una polémica entre un sector de activistas trans. Lukas Dhont recibió reproches porque su protagonista no era trans sino cisgénero, y por narrar una historia del colectivo no formando parte. Además argumentaron que la película transmitía el mensaje inexacto de que un tratamiento de reemplazo hormonal provocará más agonía a la persona trans. Fue el mismo año en el que Una mujer fantástica ganó el Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa y Sebastián Lelio salió en su defensa. Pero quien mejor lo defendió a Lukas Dhont fue la mismísima Nora Monsecour cuando declaró en IndieWire: “Me ofende pensar que la gente cree que Lukas hizo la película desde su perspectiva cisgénero. Por el contrario: mi historia no es la fantasía de un realizador cisgénero. la historia de Lara es mi historia”. 

Cuánto puede durar un juego

Close, al igual que Girl, es un relato en movimiento. Los protagonistas se mudan de un hogar a otro, juegan carreras y andan en bicicleta. Esta última acción tiene el poder de revelar cómo irá mutando la relación entre Leo y Remi. El primer día de clases los acompañamos en el trayecto que hacen en bicicleta, cada niño en la suya pero a la par. El vínculo entre los dos es vital, cómplice, aparentemente indestructible. Tienen lo que es una amistad verdadera: se vuelven personas más inquietas si están juntos porque cada uno saca lo mejor del otro. No hay amor más intenso en la niñez que la complicidad en el juego con tu mejor amigo. Y si el amor es intenso también lo será el desamor. Algo se rompe entre Leo y Remi al empezar la secundaria. Hasta ese momento los dos pre adolescentes vivían con naturalidad el contacto físico entre ellos, la cercanía entre los cuerpos en público. 

Como si no existiera otra posibilidad que demostrarse mutuamente cuánto se quieren. Pero el amor expresivo entre los protagonistas es puesto bajo la lupa por los nuevos compañeros. “¿Son novios?”, les preguntan en un recreo. Leo se incomoda y aclara nervioso que son mejores amigos. La suavidad con la que se tratan es interpretada por sus pares como una relación gay. La tensión irá aumentando con el correr de los días: los compañeros se burlarán de Leo diciéndole que es una niña, un maricón. La singularidad de Close es que no retrata un romance, pero sí una relación cuestionada: la amistad afectuosa entre dos varones.

Cuántas miradas soporta un vínculo

La película dramática pone en escena una realidad preocupante: al ingresar a la adolescencia la ternura entre amigos varones queda desalojada. El contacto físico solo está permitido si son golpes o palmadas en la espalda por el pánico al qué dirán. A partir de los comentarios de los compañeros Leo comienza a rechazar la cercanía corporal de su mejor amigo. Ya no quiere que lo abrace ni tampoco que apoye la cabeza en su hombro. No solo en público, también cuando están solos. La mirada de los demás ahora es propia y marca el fin del juego. Hay una frase de Jean de la Fontaine que asegura: “Aún más raro que el amor verdadero, es la amistad verdadera”. En la infancia la amistad verdadera es el amor verdadero. 

Remi comienza a sentir que su mejor amigo ya no es el mismo: cada vez que lo busca Leo pone un muro entre los dos. Hay dos indicios que marcan la separación: el primero es que los planos compuestos se convierten en individuales. Como si ya no pudieran compartir el mismo espacio. La cámara hace un paneo entre un cuerpo y el otro. 

El segundo indicio son los viajes en bicicleta: el ritual cambia de manera repentina. De pedalear al unísono, como si los pies funcionaran en espejo como en una danza sincronizada fuera del agua, a divorciar los ritmos. Hasta que un día Leo no espera a Remi para ir juntos a la escuela en bicicleta. Lo que destruye la mirada ajena no es solo la inocencia de cada uno, arrasa el mundo que construyeron. El director grafica la alteración en la personalidad de Leo marcando un contraste en la temperatura y texturas de los planos. En los días previos a comenzar la secundaria Lukas Dhont refleja la fragilidad de los dos chicos (que pronto será abatida) a través del campo de flores donde corren de aquí para allá bajo la luz cálida del sol. Flores que Leo ayudará a cortar porque de eso se trata el trabajo de su familia. Cuando el verano queda atrás y comienzan las clases Leo, con su físico delgado y chiquito, se une al equipo deportivo junto a los nuevos compañeros. Hockey sobre hielo. Debe usar un casco que pone rejas sobre su rostro. Endurece el cuerpo con material plástico para no romperse. Sin embargo, ya está roto por dentro. La fragilidad que transmitían las flores es reemplazada por la brutalidad de cómo impacta la espalda de Leo contra las paredes del estadio. Los planos ya no son anaranjados por los rayos solares, ahora son fríos como piel de hielo. Postales azuladas que congelan las emociones de un niño que se obliga a mostrar desinterés en su mejor amigo, la persona que más le importa en la Tierra. Close es una película sobre el duelo de una amistad devastada por una razón tan silenciosa como letal.

Cuánto dolor tolera atravesar un niño

La historia de Leo y Remi es la historia de muchos, un relato universal: Lukas Dhont sintió la responsabilidad de escribir Close cuando leyó, en el libro de 2011 Deep Secrets: Boys’ Friendships and the Crisis of Connection, una investigación de una psicóloga estadounidense, Niobe Way, que entrevistó a chicos desde los trece años hasta los dieciocho indagando sobre la importancia de la amistad en sus vidas. El resultado de ese seguimiento fue que a medida que iban creciendo perdían el vínculo amoroso con sus pares. Cambia la forma de relacionarse. Lukas Dhont trabajó con su dupla Angelo Tijssens para encontrar una manera delicada y poética de trasladar los números de una encuesta a una película protagonizada por gestos más que palabras. A la hora de buscar a los protagonistas eligieron a actores no profesionales, una decisión que le otorga a las escenas entre los dos niños un carácter documental. 

Ensayaron medio año en los que el director se ocupó de edificar un vínculo próximo entre los chicos para que pudieran transmitir a la cámara esa intimidad especial que permite la amistad durante la infancia. Seis meses donde cocinaron panqueques y vieron películas sin cesar, hasta que la complicidad entre los niños se hizo carne. Lukas Dhont descubrió al chico de trece años que interpreta a Leo, Eden Dambrine, dialogando con sus pares en un tren que acortaba la distancia entre Amberes y Gante. Dambrine estudió danza en la misma academia que Victor Polster, quien encarna a Lara en Girl. El cine de Lukas Dhont no se mide en diálogos sino en coreografías. Sea de ballet, de una carrera en bicicleta o de un abrazo. Una danza donde crecer significa caminar en puntas de pie.

Close está disponible en la plataforma de Mubi