Este sábado, a partir de las 18 hs, se presentará el libro El ojo ruso. Intelectuales, arte y política en los márgenes de la modernidad, de 
Leonardo Eiff. La cita será en la CaZona de Flores (Morón 2453) y conversarán con el autor Laura Estrin, Gisela Catanzaro y Martín Cortés.
El ensayo publicado por el sello Tinta Limón pone el foco en la lejana -en tiempo y espacio- Unión Soviética, pero a través de un abordaje que va más allá, o en rigor más acá:  viajar al pasado ruso para llegar al presente latinoamericano. El libro, cuya perspectiva crítica contribuye a la constitución de un lenguaje "resistente al capitalismo semiótico y algorítmico", se pregunta:  ¿Es posible la organización de la vida social más allá o más acá de la lógica del mercado?

En un notable estudio introductorio, el filósofo, politólogo y educador Eduardo Rinesi escribe: 
“Éste es un libro sobre los límites de la interpretación liberal de los dilemas planteados por la revolución y sobre qué significa seguir siendo de izquierda después de la revolución”.

Eiff, autor también de la trilogía Filosofía y política existencial (2011),

Merleau-Ponty, filósofo de lo político (2014) y Fantasmas de la revolución (2020), que de algún modo prefiguran este trabajo, busca en aquella experiencia soviética "trazos" y "restos" que exigen hoy nuevas indagaciones. Recorre e interroga las vanguardias artísticas e intelectuales, indaga en esas zonas que resuenan entre dos modernidades periféricas en contacto directo, sin mediación colonial. El libro está estructurado en tres partes bien definidas: "Huellas", "Fulgores" y "Penumbras". 

Con mirada crítica, El ojo ruso cuestiona la interpretación liberal del llamado "fracaso soviético". Eiff -doctor en Ciencias Sociales, investigador del Conicet y docente de la Universidad Nacional de General Sarmiento-

alude con lucidez a las vanguardias estéticas revolucionarias y desmonta, en palabras de Rinesi, "la nítida oposición entre un tiempo de la experimentación y la libertad, presuntamente anterior al estancamiento de las cosas bajo el dominio total de Stalin, y un tiempo signado por el dirigismo estatal, la persecución política, el 'realismo socialista' y el empobrecimiento cultural, del que Rusia solo habría podido emerger tras la muerte de ldictador y el proceso de desestalinización de la vida política y cultural del país. El asunto está mal planteado, afirma Eiff, porque está planteado dentro de los límites de un liberalismo que no entiende lo principal que hay que entender, que es la singularidad de las vanguardias soviéticas respecto a las occidentales: su apuesta por pensar y hacer el arte después de la revolución". 

Escribe Eiff en el ensayo de más de 450 páginas que será presentado este sábado: "La caída del comunismo, lejos de ser un acontecimiento disruptivo, lo imprevisto en la historia, anidaba en el despliegue dialéctico de su historia. El retorno al capitalismo le dio su forma histórica al comunismo. El socialismo soviético no fracasó como proyecto político -de hecho, demostró que era históricamente viable-; fracasó, en cambio, en su declarada consumación de la Historia, en la pretensión estaliniana de haber ejecutado la utopía".