Desde Asunción

Con una tendencia considerada irreversible y casi un tercio de los votos escrutados por la Justicia electoral, el Partido Colorado se impone con su candidato Santiago Peña en las elecciones del Paraguay. La diferencia es mucho más amplia de lo que se esperaba en casi todas las encuestas. Un 45,71 por ciento contra el 28,50 de la Concertación que llevaba a Efraín Alegre al frente de la oposición. Tercero y haciendo un buen desempeño se ubicaba Payo Cubas con el 19,17 por ciento de los sufragios, lo que puede interpretarse como un flujo de votantes que eligió esa opción para rechazar al oficialismo. 

La elección demostró que la apatía de los días previos, el poco entusiasmo ciudadano, se transformó al momento de optar por los candidatos. En los centros educativos dispuestos para los comicios ya había movimiento desde muy temprano, cuando aún era de noche.

A las 5.30 de la mañana – una hora y media antes de la apertura de mesas – se empezó a notar un ambiente cargado de ansiedad, que marcaría las horas por venir. También tensión, aunque muy localizada en determinados locales del interior. En Paraguarí una pelea entre autoridades de mesa derivó en una lesión grave de uno de los involucrados. Recibió una herida cortante en una oreja y sangraba de manera profusa. En Luque, vecina de esta capital, no funcionaron nueve urnas electrónicas que retrasaron por un momento la votación a donde debían concurrir 11.050 electores.

La candidata a vicepresidenta de la Concertación, Soledad Núñez, fue agraviada por un puntero del Partido Colorado mientras esperaba su turno para ingresar al cuarto oscuro. Luego la entrevistaron en vivo por la TV y a su agresor también. Sin ruborizarse, el hombre le espetó que había “comprado su cargo” en la fórmula con Efraín Alegre. Un ataque en la fila que rozó la misoginia.

A esa altura, con la apertura del acto electoral, nadie se privaba de hacer declaraciones de fuerte contenido político. Primero fueron tres apoderados del coloradismo que se quejaron en una conferencia de prensa de la conducta de la Junta Cívica, un órgano que se constituye para dirimir posibes pleitos en cada elección. Decían que estaban en minoría, como victimizándose. El candidato de la Concertación después de votar visitó la redacción del diario ABC, donde gracias a sus periodistas, este enviado pudo trabajar con comodidad. Alegre, muy confiado en su desempeño anticipó: “Solo estamos esperando para festejar”.

Su optimismo contrastó con las expresiones del actual presidente, Mario Abdo Benítez, quien describió de manera sombría el día anterior la realidad del oficialismo: “Es un momento trágico el que vive el coloradismo”. Se refería a la denuncia del gobierno de EE.UU por “significativamente corrupto” que le atribuyó al expresidente Horacio Cartes, la máxima autoridad partidaria. Así dicho, pareció un salvavidas de plomo para el candidato Santiago Peña, el ahijado político del acusado. Hace tiempo Cartes se convirtió en enemigo íntimo de Benítez en la interna oficialista. El tono de las denuncias en una dirección y otra no disminuyó con el desarrollo de la jornada, donde la gente se volcó con vocación cívica a los centros electorales.

Fue tal la adrenalina desplegada para votar, que se vieron escenas como la de Amambay, el departamento que limita al norte con Brasil. Decenas de ciudadanos ingresaron corriendo a un lugar de votación, como si compitieran en una prueba de fondo. Muchos adultos mayores tuvieron que ser asistidos cuando llegaron ante las urnas electrónicas. Otros lo hicieron bajo un programa que se llama Voto en Casa, aunque el número no fue demasiado signficativo: lo demandaron 567 personas con problemas de motricidad. Se vio de todo en el debut del voto electrónico. Incluso episodios que reflejaron cómo se inducía el voto a los adultos mayores que requerían de asistencia en las urnas. Sospechas de ardides para captar la voluntad de la gente mayor o de violación de las normas electorales que Alegre sintetizó en seis palabras: “Donde no hay control hay fraude”.

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