¿Tienen algo en común Walter White, Carlos Gardel y Skeletor? Al parecer, nada. Sin embargo, sus tres figuras conviven sobre la repisa móvil que sostiene los variados y valiosos pedales de guitarra de Hernán “Tery” Langer, en la renovada casa matriz de Carajo. “Acabamos de reformar el estudio, incorporamos la parte de la pachera y conseguimos más fierros”, presenta el bajista y cantante Marcelo “Corvata” Corvalán, entre muñecos y estatuillas. “Ya queremos hacer canciones, armar algo nuevo. Alcanzamos un ritmo que se supone que uno alcanza cuando le está yendo bien. Se pierde tranquilidad y control sobre los tiempos, pero estamos muy agradecidos, no terminamos de hacer una cosa, que ya encaramos otra”.

Las palabras del músico pretenden definir el presente de Carajo, uno de los grupos argentinos de heavy metal con más relevancia en el plano latinoamericano. Con 16 años de carrera, el trío que este año ganó dos premios Gardel viene de repasar su carrera en el documental Hoy como ayer (2016), presentado en el Luna Park, y de reeditar en vinilo dos de sus placas más significativas: Atrapasueños (2004) y El Mar de las Almas (2010). 

Hoy desde las 21 en El Teatro (Av. Rivadavia 7802), Carajo volverá a interpretar esos discos, algo que hizo en dos fechas anteriores, pero por separado. Corvalán define: “Decidimos mantener la dinámica de dividirlo en dos partes, tanto en lo musical como en lo visual. Es como dar una idea de pasado, sin pantallas ni tecnología, y después avanzar hacia algo más moderno. Si bien la lista se va a repartir entre los dos discos, siempre tenemos alguna yapa guardada. Pueden quedar afuera ‘Sacate la mierda’ o ‘Joder’, pero si la gente quiere más, no se lo vamos a negar”.

Si en Carajo (2002) el grupo apareció con una propuesta cruda y su máximo éxito (el mencionado “Sacate la mierda”), para Atrapasueños las aspiraciones habían sido otras: el grupo amplió la paleta de recursos hasta llegar a El Mar de las Almas con un sonido redondeado. “Nos dimos cuenta del gran riesgo que tomamos ahí. Fue el segundo disco de una banda que venía de una cuna metalera o nü metal, de ser los ex A.N.I.M.A.L. Pegamos un volantazo, y mucha gente dijo: ‘¿Qué pasó acá?’. Ya la tapa con el nenito volando agarrado de un globo daba para preguntarse adónde habían quedado las tachas, el cuero, las bermudas, los tattoo… Tuvimos la oportunidad de reescribir la historia”, dice el bajista y cantante.

Los dos Premios Gardel que el grupo recibió este año –uno al          Mejor álbum artista de rock pesado/punk, otro a la mejor ingeniería de grabación–, fueron tan bien recibidos por el grupo como sus posteos en las redes sociales, volviendo con las estatuillas en la línea B de subte. “El primero lo ganamos en 2014, fuimos los primeros ganadores de ese rubro. Antes era muy difícil competir con bandas que hacen un rock más popular”, destaca Langer. Y Corvalán lo sigue: “Nos llamaba la atención, porque no tenemos compañía discográfica. Eso nos dio tranquilidad, fue como entrar a la industria de la música argentina, estar al mismo nivel con artistas como Abel Pintos, Indio Solari, León Gieco. Ahí no sólo ganó Carajo, estamos representando a colegas y generaciones que vienen. Se ve que estamos haciendo un poco bien las cosas y nos lo reconocen”.