"Podemos impulsar una transformación, y no lo decimos desde un modo filosófico, sino porque nosotros recorrimos este camino y sabemos que es el correcto. Lo descubrimos básicamente porque queríamos vivir mejor, y con la ayuda del Estado muchos podrían tener la misma posibilidad." José Ruiz Díaz está seguro del proceso que lo ayudó a cambiar de vida y comparte su experiencia abiertamente. Es el referente nacional de la Rama de Liberados, Liberadas y familiares de detenidos/as del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE-UTEP) y está convencido de que el desafío consisite en aportar conocimiento "para demostrar que un ex detenido que logra sentirse útil y productivo no vuelve a la cárcel nunca más”. “Lo que proponemos desde los polos productivos de Liberados es un cambio de paradigma para abordar la seguridad, una forma de erradicar la reincidencia delictiva", dice  a BuenosAires/12

En la provincia de Buenos Aires casi 500 ex detenidos producen y gestionan polos y unidades productivas en las que realizan actividades relacionadas con la herrería, la serigrafía, la carpintería, la marroquinería y la electricidad. Si bien en todo el país superan los 1.600 trabajadores en el que existen esas actividades y otras, en territorio bonaerense están los polos productivos de Pilar, La Plata, Olavarría, Quilmes y Lomas de Zamora. Además se está trabajando en la creación de polos en Vicente López y Mercedes.

En estos lugares, las personas no sólo encuentran una salida laboral, sino un ambiente de contención con asesoramiento jurídico y psicológico, en el que se brinda formación en oficios y, en economía popular. También hay talleres contra la violencia de género y consumos problemáticos para ellos y sus familias.

José conoce perfectamente tanto la vida carcelaria como el proceso de un ex detenido para reinsertarse a la sociedad y explica las dificultades que atraviesan hombres y mujeres luego de sus condenas. “Es un sistema muy macabro, el de adentro y el de afuera con lo que estuvimos adentro, porque vos tenés pertenencia en la cárcel y no en la sociedad, entonces indirectamente querés volver”, explica el referente que también se desenvuelve como secretario de Formación Político y Gremial de la Unión de Trabajadores de la Económica Popular UTEP.

“La primera vez que cumplí condena conseguí trabajo en dos empresas, de las cuales me echaron por antecedentes penales, y cuando te pasa eso sentís una frustración muy grande", señala y agrega: "Ahí entendes que el mercado laboral no te va a abrazar y terminas reincidiendo”. Hoy lleva más de 8 años en libertad y sueña con retomar su carrera en la universidad de profesorado de Historia.

Luego de reincidir por segunda vez , llegó a la unidad 18 de Gorina, donde se encontró con otros ex detenidos. La mayoría había vuelto a la cárcel por nuevos hechos. Él los conocía a todos. Era un sentido de pertenencia que no había pedido pero que lo acompañaba. “Te das cuenta de que en las unidades penitenciarias somos los mismos de siempre, y que la sociedad no te iba dar otro lugar salvo que nosotros lo creemos para no volver”, dice. 

Junto a tres amigos crearon una pequeña cooperativa para trabajos de serigrafía y comenzaron a hacer buzos de egresados. “Utilizábamos las salidas transitorias para entregar y tomar pedidos, así como comprar materiales; como éramos buenos ,cada vez teníamos más trabajo y eso empezó a entusiasmar a otros compañeros”, cuenta.

Según describe, "la unión de los compañeros era fundamental, pero con eso sólo no alcanzaba". Es entonces cuando apareció el Movimiento de Trabajadores Excluidos, que rápidamente se acopló a la UTEP para crear la “Rama de Liberados” y de esa manera impulsar estos pequeños espacios,  "para ayudarlos a crecer", según afirma.

Cuando rememora aquellos días, José Ruiz Díaz habla de la importancia de la educación “como motor”. “Con la educación sentí que podía ser libre de otra forma”, asevera, mientras agrega: “Yo había empezado la carrera de Historia, leía 8 horas por día y trabajaba, y eso me aislaba de la vida carcelaria y sus vicios”.

Los Polos Productivos de Liberados 

Manejados íntegramente por ex internos, los polos productivos se transformaron en mucho más que un medio de subsistencia. Fueron un lugar de encuentro, de empatía y abrazo entre personas que habían vivido situaciones similares.

Especializados en herrería, carpintería, serigrafía textil, reciclaje de residuos eléctricos, gastronomía y marroquinería textil, tanto los polos como el resto de las unidades productivas que conforman la Rama, enmarcados en la economía popular, lograron un reconocimiento tanto en el ámbito público como en el privado, realizando trabajos para grandes cadenas de cervecerías e indumentaria, pero principalmente lograron que “ningún compañero vuelva a la cárcel después de casi una década”.

“Acá nos ayudamos entre todos, la asesoría legal de los compañeros la dan otros que ya están recibidos o tienen estudios avanzados en Derecho, igual que los talleres de formación en oficios y economía popular en unidades penitenciarias”, describe para concluir contando que “las personas que están detenidas ven la posibilidad de una vida mejor a través de un par porque entienden que pueden cortar una cadena familiar delictiva con casos concretos". "Cuando se logra esto, nosotros aseguramos que no se vuelve a delinquir, es un cambio para siempre”, afirma.

¿Qué pasa en las cárceles de la Provincia?

El trabajo con los liberados es una complementación de hecho con un programa que el gobernador Axel Kicillof empezó a implementar hace tres años dentro de las cárceles. Se llama “Más Trabajo, menos reincidencia”, el cual ha logrado que 16.000 personas privadas de su libertad estudien y otras 17. 000 se capaciten y trabajen.

En este marco, se han puesto en marcha los Polos Productivos Textiles y de Carpintería que funcionan en las unidades 1 de Olmos, 8 de Los Hornos, 32 de Florencio Varela y 47 de San Martín, con perspectiva de género y de acuerdo a la progresividad de la pena. Además se están desarrollando los cuatro polos destinados a producir mobiliario educativo y otros cuatro vinculados a la producción agropecuaria.

A través del desarrollo de estos Polos Industriales en Unidades Penitenciarias, se fabrican componentes del kit del Programa Qunita Bonaerense del Ministerio de Salud, transformando la realidad del trabajo y la formación laboral de las personas que están cumpliendo diferentes penas. Según datos oficiales, desde la implementación de ese programa la reincidencia cayó del 46 al 22 por ciento.

Esta y otras medidas similares fueron presentadas por el ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, Julio Alak, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la ciudad de los Ángeles Estados Unidos, a principios de marzo, como un paquete de medidas que “cambiaron el paradigma de la gestión penitenciaria y postpenitenciaria de la Provincia de Buenos Aires”.

La economía popular en tres pasos y la necesidad de una ley

En el plano del trabajo con los liberados, el secretario de la UTEP reconoce que "no fue fácil llegar hasta donde están hoy”. “Muchas veces volvía en tren llorando porque no nos sentimos escuchados”, cuenta, a la vez que explica que en la economía popular hay que cumplir tres pasos para lograr el crecimiento. El primero es “subsistir”, conseguir lo básico para poder continuar. El segundo es una instancia de “resistencia”, el lugar donde aparece la organización. El tercer paso es el salto definitivo a la "transformación", y consiste en conseguir un mecanismo que cambia la forma de vida. Según detalla Ruíz Díaz, todo ese proceso es “imposible sin el rol del Estado”.

En la actualidad existe un proyecto de Ley impulsado desde distintas organizaciones del sector liberados, el que confluyen representación de casi todas las organizaciones que representan a la economía popular en la Argentina, y que fue presentado por la diputada Natalia Zaracho, junto a otros legisladores como Eduardo Toniolli. Se trata de la Ley contra la Reincidencia, que busca asegurar que ese proceso de transformación sea posible a nivel nacional.  Propone una legislación contra la reincidencia basada en el éxito de estos pequeños polos, para asegurar que exista uno en cada distrito y que de esta manera se logre la inclusión socio laboral para las personas que salen de la cárcel.

Para Ruiz Díaz, además de la creación de estos polos se debe asegurar la participación del Estado para que estos lugares sean proveedores y asegurar así su funcionamiento. “Sabemos que para crecer necesitamos el impulso del Estado, porque de esa forma se articula con el sector privado para crear mejores productos”, advierte. 


Julio Alak frente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 

El ejemplo de Martín

“Hay un concepto muy fuerte para el que estuvo preso y que no cambia aunque salgas: es que tu libertad depende de otro que tiene la llave. Desde ese momento , no sos más libre, hasta que cambies esa lógica.” El que habla es Martín Tizzano. Tiene 35 años y actualmente es serígrafo, electricista y tutor en un curso de electricidad domiciliaria en el Polo Productivo de La Plata de la Rama de Liberados del MTE-UTEP.

Tizzano recuperó la libertad hace algo más de un año, luego de pasar siete años en Olmos. Tras las rejas no solo terminó sus estudios secundarios y arrancó la carrera de Abogacía, sino que encontró en la serigrafía y en la docencia “una nueva forma de ser libre, a través de lo que me gusta”.

Según cuenta a este medio, “un ex detenido que logra la reinserción al mercado laboral no vuelve al delito”, por eso explica que este tipo de proyectos “hace un trabajo fundamental como prevención”. “En tantos años no hubo un solo compañero reincidente mientras trabaja con nosotros y si cuando se van, estamos en condiciones de asegurar que no hay una manera más segura de prevención del crimen”, subraya.

Tizzano vive actualmente en Florencio Varela. Es padre de dos hijos que define como “sus piernas”. Se emociona cuando los nombra, pero enseguida vuelve a hablar sobre los Polos. Se nota que ama lo que hace, y se siente seguro. Sólo deja de mirar a los ojos una vez en toda la entrevista y es cuando cuenta una anécdota con uno de sus hijos: “Fue uno de los primeros llamados que hice desde la cárcel. Mi hijo que tenía 6 años, me preguntó si yo era inocente. Le dije que sí y escuché que dijo 'viste que papá no fue'. Una vez que ves que tu hijo cree en vos, no podés dejar de creer.”

Pero en su relato retoma, con datos precisos, para argumentar la importancia de los Polos. El también asesora a personas adentro y afuera de unidades penitenciarias. “El 70 por ciento de los casos de robos con arma de fuego son hechos por reincidentes, o sea que si esta medida lograra transformarse en ley no solo bajarían drásticamente los índices de delincuencia sino su nivel de violencia”, asegura.