El 14 de diciembre de 1977, a las 21.30, el Skyvan PA-51 despegó desde el Aeroparque Jorge Newbery. En ese avión de la Prefectura trasladaban a doce militantes que habían sido secuestrados la semana anterior y llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). La Marina se valió de esa aeronave para arrojar al mar y, de esa forma, desaparecer, entre otros, a tres Madres de Plaza de Mayo y a dos monjas francesas. El Skyvan hace casi tres décadas que no es parte de la flota del Estado argentino, pero el gobierno decidió repatriarlo como prueba material de los horrores ocurridos durante la última dictadura. El ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que el sábado despegará el avión desde los Estados Unidos para emprender su regreso al país.

Hace tres años, tres mujeres empezaron a golpear puertas de despachos con una meta: recuperar el Skyvan que se usó para tirar a las aguas al grupo de militantes que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz. Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, empezó a caminar tras ese objetivo con Cecilia De Vincenti, hija de Azucena Villaflor, y con Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga. En enero de este año, Massa les confirmó que el Estado argentino iba a repatriar el avión.

Se sabe que el Skyvan comenzará el camino de regreso a la Argentina el sábado, aunque aún no se confirmó cuándo arribará. El viaje tomará unos cuantos días por tratarse de una aeronave antigua, que no tiene una autonomía de vuelo superior a las cuatro horas y no puede volar bajo determinadas condiciones climáticas. Se estacionará en el Aeroparque, donde terminarán de reacondicionarla, antes de ser llevada al Espacio Memoria y Derechos Humanos –ex ESMA–. Quedará allí como emblema del Nunca Más. “Como fiel testigo para estas y para las futuras generaciones de una de las épocas más oscuras de nuestra historia, recordándonos la importancia de mantener vivo el reclamo de Memoria, Verdad y Justicia”, escribió Massa en su cuenta de Twitter.


En 1971, la Prefectura Naval Argentina incorporó a su flota cinco aviones Skyvan, las PA-50, PA-51, PA-52, PA-53 y PA-54. Todas estuvieron operativas durante los años de la dictadura, cuando la Prefectura estaba al servicio de la Armada –y ponía a disposición sus aviones y sus pilotos–. Durante la Guerra de Malvinas, dos de ellas fueron destruidas, PA-50 y PA-54. Las tres restantes fueron vendidas en 1994 a CAE Aviation SRL, una empresa con sede en Luxemburgo.

La búsqueda del avión fue motorizada por el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo y la periodista argentina Miriam Lewin, quien también es sobreviviente de la ESMA. En 2010, encontraron uno de los Skyvan en Fort Lauderdale, Florida. Había sido comprado por GB Airlink, una compañía que se dedicaba al correo aéreo. Al hallar la aeronave encontraron los papeles de vuelo. Allí figuraba, por ejemplo, el vuelo que hizo el 14 de diciembre de 1977, cuando los secuestrados de la Iglesia de la Santa Cruz fueron sacados del campo de concentración de la Marina.

En 2017, el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 dio por acreditado que ese avión fue el que se usó para desaparecer a las Madres de Plaza de Mayo y a las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, entre otros. A partir de esa sentencia, Mabel Careaga y Cecilia De Vincenti empezaron a pensar en la importancia de recuperar el avión –donde estuvieron por última vez con vida sus madres–. Los cuerpos de Azucena y de Esther fueron identificados en 2005 gracias a los esfuerzos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Lo mismo que el de María Eugenia Ponce de Bianco, la tercera integrante de Madres de Plaza de Mayo, y los restos de Ángela Auad y de Leonie Duquet.

Gran parte de la mecánica de los vuelos de la muerte pudo reconstruirse con las planillas de vuelo que aportó la Prefectura durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y que analizó la Unidad de Coordinación de causas de lesa de la Procuración. En general, estos vuelos tenían lugar de noche y duraban más de dos horas y media. Según esos registros, los Skyvan realizaron 53 vuelos nocturnos en 1976; 64 en 1977 y 94 en 1998. El único vuelo que llevaba la anotación de “navegación” era el del 14 de diciembre de 1977. Un vuelo anómalo dentro de los vuelos anómalos.

La justicia argentina condenó a dos de los pilotos que estuvieron a bordo de ese vuelo, Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino. Solo D’Agostino está vivo y días atrás recibió la noticia de que la Cámara Federal de Casación Penal confirmó su sentencia a prisión perpetua.

Los tribunales no avanzaron en reconstruir la responsabilidad de la División de Aviación (DAVI) de Prefectura –de la que dependían los pilotos y los aviones–. Entre 1976 y 1977, la DAVI estuvo a cargo del prefecto Hilario Ramón Fariña. En enero de 1984, el nombre de Fariña apareció en una carta que mandó la “oficialidad joven y no corrupta de la Prefectura Naval Argentina” al entonces ministro del Interior Antonio Troccoli. “Era quien se encargaba de arrojar desde los aviones Skyvan al mar la gente secuestrada y torturada de la ESMA”, podía leerse en la nota. En esos años, al menos un 20 por ciento de quienes revistaban en ese área presentaron afecciones psiquiátricas graves.