Las cosas importantes suceden demasiado rápido; pero en medio de la vorágine puede acontecer un hecho decisivo: vivir y verse vivir, algo así como un desdoblamiento efímero donde la arbitrariedad de la memoria se instala con su lógica inefable. A medida que pasan los años se va debilitando lenta, gradualmente, hasta ceder a la imaginación y el deseo. Aquello que sucedió y pudo haber sucedido se mezclan hasta generar la sensación de estar a la deriva en medio de la nebulosa del recuerdo y resulta imprescindible, una bitácora para ir detrás de un barrilete cósmico gambeteando las constelaciones del tiempo. Tu vida. ¿Dónde estabas el día que Diego Maradona le hizo aquel gol extraordinario a la selección de Inglaterra en el Mundial del 86? La respuesta a esta pregunta es el basamento de Once segundos, la nueva novela del escritor y periodista Carlos Aletto donde, a partir de la reconstrucción de aquella jugada de Maradona que terminaría siendo el gol del siglo, genera un puente tendido desde lo más íntimo a lo social para también desarticular el aspecto ideológico de aquella tan gastada frase que hacía hincapié sobre la importancia de la vida de Diego Maradona en relación a la de los otros, de modo tal que ahora en la historia ficcional que propone Aletto, la importancia de lo que Diego hizo con su vida será parte de la misma integridad de lo que a nivel simbólico o material hizo con la de los demás.

El día en que Maradona murió, me encontré abrumado por una profunda tristeza y me pregunté por qué sentía su muerte como la de un hermano. Fue entonces cuando me di cuenta de que Maradona había dejado una huella en mi vida desde el principio hasta el final. Desde que era niño, en mis sueños, hablaba con Maradona, él venía a visitarme. Éramos amigos” dice Carlos Aletto, autor de Anatomía de la melancolía, el libro de cuentos Antes de perder y el ensayo Julio Cortázar: diálogo para una poética. Fue editor de la revista literaria Unicornio, un caballo con suerte y director del Suplemento Literario Télam (SLT). Obtuvo el Primer Premio Internacional Dante en América, entregado por el Consorcio de veintiuna universidades italianas y el Primer Premio Municipal de Literatura de la ciudad de Buenos Aires. 

“Cuando era muy pequeño, una tarde me atrapó la imagen de un niño haciendo jueguitos con la pelota en un programa de televisión. Con el tiempo supe que ese niño era Maradona. Sentí una gran tristeza cuando ese pibe que lo habíamos visto descoserla en Mar del Plata quedó fuera en el Mundial 78. Al año siguiente, viví la inmensa alegría por su triunfo en el Mundialito. De inmediato, llegó la historia de los años 80, cuando Maradona dejó de ser humano. Era el pibe que había salido del barro y convertido su vida en oro. Pienso que en nuestra memoria, el Mundial 86 se resume en los cuatro minutos entre el gol de la mano de Dios y el gol del siglo, que lo convirtió en un héroe épico. Ya sus triunfos y fracasos eran los míos y los de millones de personas. En el Mundial 90, fuimos felices eliminando a los anfitriones pero también la tristeza de perder la final contra Alemania. Luego vinieron momentos difíciles. El fracaso en el Mundial 94, los problemas con las drogas, los conflictos con la policía y las tristes imágenes en los medios de comunicación. Ese Maradona seguía apareciendo en mis sueños. La novela que escribí explora estos planos: el estado de vigilia, el sueño y la fantasía. Maradona atravesó toda mi vida y esos tres planos. Cuando falleció, fue desgarrador de tal manera que no pude hacer otra cosa que empezar a escribir la novela".

En Once segundos se narra la historia de dos amigos que tienen una vida humilde y se encuentran mirando el partido entre Argentina e Inglaterra de México 86. Específicamente, están detenidos en los once segundos. Desde niño, Daniel Durante, uno de los protagonistas, tuvo el sueño de ser jugador de fútbol. El narrador de la historia, el Gordo Aletto, también, pero por su falta de habilidad abandona ese objetivo y desea convertirse en escritor. Ambos se prometen que si uno de los dos tiene éxito irá a buscar al otro a donde sea para compartirlo. En ambos, la presencia de Maradona es un faro constante, entra y sale de la vida como un amigo más. Diego aparece no solo en la vigilia y en los sueños de los amigos, sino también en las fantasías del narrador. El Gordo Aletto comprenderá que no hay un título ni un diploma para el oficio y que ese compromiso exige una relación ética con la literatura, vale decir con la lectura. Que un escritor de la clase más desposeída pueda sobreponerse a todo tipo de dificultades, estudiar en la Universidad y finalmente convertirse en escritor, le permite a Carlos Aletto escribir una novela donde lo autobiográfico se asume desde distintos niveles, tanto de lo que implica la experiencia vital como de lo que está hecho en términos literarios, y así volver a confirmar que sí, es verdad: hay cierta clase de seres que parecen venir al mundo con la literatura encima.

“No puedo afirmar categóricamente que Once segundos sea una autobiografía”, dice Aletto. “Sin embargo, al releerla varias veces para corregirla, me di cuenta de que se asemeja bastante a mi vida. Aunque es cierto que no es una autobiografía en sentido estricto, porque el narrador no se limita a la realidad consciente que se encuentra comúnmente en una biografía convencional. Mientras que estas últimas se centran en hechos verificables y precisos, mi novela explora más allá de esa realidad y se adentra en otros aspectos de la experiencia humana. Aunque si se piensa un poco, la biografía contrasta con la posible naturaleza más subjetiva y creativa de una autobiografía. En definitiva, el narrador de esta novela, como también lo hago yo, guarda silencios y omite algunas cosas. Considero que podría ser catalogada como una autobiografía fantástica en última instancia, ya que si bien comparte similitudes con mi vida y los eventos que me ocurrieron, se adentra en los sueños y la fantasía del escritor que trascienden los límites de una autobiografía convencional”.

En Once segundos, Diego Maradona excede lo deportivo para instalarlo en otro plano de lo social

-Leopoldo Lugones, hace más de un siglo, encontró esa épica en el personaje del gaucho Martín Fierro, era el hombre que padecía y luchaba por sobrevivir. Hoy el fútbol también es la fuente de épica para aquellos hombres y mujeres que viven en una sociedad injusta. El fútbol les da a estas personas un sentido de pertenencia y les permite encontrar una epopeya en medio de su sufrimiento. Aunque pueden experimentar la mirada aplastante del otro, el fútbol les da una forma de conectarse y sentirse parte de algo más grande. Maradona fue el más grande de sus representantes, fue el solve et coagula, la demostración empírica de cómo el barro puede convertirse en oro. Diego fue alquimia pura.

¿Esta alquimia es la que le permite al narrador reflexionar sobre la felicididad?

-En Once segundos la felicidad aparece cuando no somos consciente de la muerte. Que es la Gran Verdad. Sé que me pongo un poco oscuro y existencialista. Pero en esto estoy de acuerdo con el personaje de la novela. Daniel Durante sostiene que la mentira es esencial para la vida humana y que, de hecho, es beneficiosa. Según Daniel, los momentos más felices de nuestras vidas son aquellos en los que nuestros padres nos han mentido para protegernos de la verdad. La alegría está presente cuando los personajes de la novela son niños y reescriben los clásicos que llaman "Trilogía del elogio de la mentira". Esa es la esencia de la novela. Entretener lejos de la verdad.

Entre las múltiples citas literarias que el narrador despliega, hay una de suma importancia que hace referencia a Carlomagno donde se plantea que la genética podría ser la clave para entender el origen de la vida y el universo, y cómo esta idea se entrelaza con las creencias religiosas y la perpetuación de los genomas a lo largo de las generaciones.”Nuestros antepasados nos han dejado un legado genético que es parte de nosotros”, piensa el Gordo, y que vivirá en nuestros hijos y en las generaciones venideras. El más allá para el protagonista son nuestros descendientes y lo llevamos en nuestro organismo, así como el de nuestros antepasados. Somos el Infierno y el Paraíso de nuestros ancestros. El Gordo, apasionadamente, buscará los orígenes de sus abuelos. Los paternos los encontrará en Teano, en un pueblo cercano a Nápoles y en Cosenza. Pero para su sorpresa, descubrirá que su abuela Nélida era descendiente de Carlomagno, el más poderoso de los reyes europeos. Esta revelación cambiará la perspectiva del protagonista sobre su vida.

Once segundos es una novela única en su género, honesta, entrañable y original en el más cabal sentido del término.