Por estos días, la atención mediática está centrada en la desaparición de Cecilia Strzyzowski.

Por el caso están detenidos su exesposo, César Sena, y sus suegros Emerenciano Sena y Marcela Acuña, dos dirigentes sociales con vínculo político con el gobernador Jorge Capitanich. ¿Qué pasó con Cecilia? ¿Fue un femicidio o un crimen con motivaciones económicas? El horror es el mismo.

La presión periodística, se sabe, empuja las investigaciones judiciales.

Pero de forma obscena, dirigentes políticxs, conductorxs y periodistas que nunca se mostraron tan preocupados por la violencia contra mujeres, quieren sacar tajada del dolor, en un contexto electoral. Dan asco.

En promedio en 2022, en el país hubo una víctima directa de femicidio cada 39 horas, según el registro de la Corte Suprema. Las muertas a manos de violentos machistas las contamos casi cada día. Al menos 33 de las 226 víctimas directas de femicidio del último año estuvieron desaparecidas.

Desde el feminismo venimos denunciando hace años las consecuencias de las violencias contra mujeres y otras identidades feminizadas. Periodistas feministas han sido clave para dar cuenta de esa sangría, en cada lugar donde hay una adolescente o una joven que desaparece: ahí están organizaciones feministas y comunicadoras comprometidas para alzar la voz, para marchar, para acompañar a las familias de las víctimas.

En los últimos seis años los femicidios fueron 1482: El pico se registró en 2019, con 260 casos. Después de ese año empezó a registrarse un leve descenso, aunque, sabemos, las cifras siguen siendo insoportablemente altas.

Todos los meses, en promedio unas 200 mujeres y niñas ingresan al registro nacional de personas desaparecidas. Hay en total 5000 sobre las que, como en el caso de Cecilia, no se sabe qué les pasó.

A veces, la justicia no sabe o no quiere investigar.

Hoy la atención está en Chaco. ¿Qué le pasó a Cecilia? La pregunta demanda respuestas urgentes.

El compromiso de los medios y de la dirigencia política para prevenir la violencia machista y su expresión más extrema, los femicidios, debería ser parte de una agenda cotidiana, sin grieta, sin oportunismo ni búsqueda de aprovechamiento electoral. Por Cecilia, por todas.