El triunfo del Frente de Todos en Tucumán fue arrollador. La dupla Osvaldo Jaldo-Miguel Acevedo se impuso con el 56,3 por ciento de los votos sobre la versión tucumana de Juntos por el Cambio, Roberto Sánchez-Germán Alfaro, que obtuvo 33,9 por ciento. En votos y porcentajes lo que cosechó el oficialismo fue superior incluso al triunfo de Juan Manzur en 2019. Ahora bien, en ese crecimiento contundente se puede ver la razón de otro triunfo no menos importante como es la llegada de Rossana Chahla, la candidata del FdT, a la municipalidad de la capital provincial, un distrito históricamente adverso para el peronismo. Entre los que diseñaron y pensaron la campaña ven al menos cuatro motivos o causas que garantizaron este triunfo y que van desde la elección de la candidata, la decisión del peronismo de "dejar jugar a todos los sectores" para estos comicios, aprovechar las debilidades de Alfaro, el actual intendente, y sumar a sectores del radicalismo alejados del PRO y de Sánchez, un radical demasiado macrista. Todos datos que se expresan en el fuerte e inusual corte de boleta en la capital tucumana en desmedro de la candidata de JxC, Beatriz Ávila.

Las candidatas

Rossana Chahla es en la actualidad diputada nacional, pero durante la pandemia fue la ministra de Salud que, destacan sus colaboradores, tuvo una fuerte presencia en todo el territorio de la provincia --incluso la capital-- que levantó su nivel de conocimiento público y potenció su gestión.

Como contrapartida, la candidata de JxC fue la senadora nacional Beatriz Ávila, a la sazón esposa de Alfaro que cargó con la herencia de una deslucida gestión. A eso hubo que sumarle la pelea entre el PRO, que representa el matrimonio Alfaro-Ávila, con los radicales que viene desde antes de la disputa por la candidaturas.

Por otra parte, Chahla recorrió todos los barrios más alejados del centro. Su equipo de campaña promovió el contacto cara a cara que incluso se realizó en los barrios de mayor poder adquisitivo y de neto corte antiperonista.

Hasta ahí, hicieron lo que manda el manual del buen candidato/a.

Las internas

En el peronismo tucumano, la disputa interna entre Manzur y Jaldo fue casi sangrienta. Su clímax se produjo poco antes de las PASO de 2021, cuando ambos dirimieron sus diferencias compitiendo en esas primarias. Manzur lo pasó por arriba y la migración del gobernador a la Jefatura de Ministros de Alberto Fernández generó un armisticio que llevó a Jaldo a gobernar la provincia más de un año. Un aprendizaje salió de ese conflicto: se puede (se debe) convivir.

Esto le permitió al FdT tucumano llegar más armado a las elecciones provinciales abriendo la participación a todos los sectores internos del PJ pero también a los partidos que integran el frente, incluso a radicales. Solo se produjo un pequeño cortocircuito, la insistencia de Manzur con forzar la lectura de la Constitución para ir como candidato a vice. Se resolvió, no sin rezongos, con la salida del gobernador de la fórmula y, sobre todo, la decisión de suspender los comicios --previstos para el 14 de mayo-- en todas sus categorías.

Diferente fue la situación en JxC. Sánchez y Alfaro pelearon por encabezar la fórmula hasta minutos antes de inscribirla. La disputa fue feroz, dejó nuevas heridas, profundizó otras antiguas y nunca hubo confianza entre ambos. Por caso, a Sánchez nunca lo convenció la estrategia de recurrir a la justicia que promovió Alfaro. Cuando la Corte le hizo el favor de ordenar la suspensión de los comicios Sánchez se llamó a silencio y cedió el protagonismo a su vice que creyó ver el fin del peronismo en la casa de gobierno tucumana. Se equivocaba de cabo a rabo.

Sectores del radicalismo, la mayoría identificados con el alfonsinismo, fueron alejándose de la campaña electoral en la capital provincial. Lo justifican en el maltrato que les habría prodigado Alfaro y en "lo mal pagador" desde lo político.

Pecera ajena

La deslucida gestión de Alfaro en la municipalidad mas el distanciamiento con sectores del radicalismo llevó a los estrategas de la campaña de Jaldo, Manzur y Chahla a realizar una tarea fina de aprovechar ese descontento y acercarlos, algunos de manera coyuntural, hacia el FdT. Hay quienes sostienen que la designación del radical Fabián Soria al frente del Ministerio de Obras Públicas provincial funcionó como un espacio de convocatoria a sectores de la UCR enemistados con Alfaro.

Esta tarea que el FdT se dio hacia esos sectores de JxC se denominó "pescar en la pecera ajena". No necesariamente se tradujo en sumar dirigentes sino favorecer y alentar la formación de acoples dentro de JxC con predominio radical que desarrollaron una táctica que destrozó el sueño de Ávila de suceder a Alfaro en la municipalidad capitalina: el corte de boleta.

Beatriz Ávila no sólo perdió por dos puntos ante Chahla sino que también recibió 6 por ciento menos de votos que la fórmula de gobernador y vice de Jxc en la capital tucumana. Otro detalle, en 2019 Alfaro reeligió como intendente imponiéndose por 8 por ciento al candidato del FdT. La derrota del 11 de junio muestra que el FdT creció 10 por ciento en votos en la capital de Tucumán.

La caída

En 2003, el entonces peronista Domingo Amaya se convirtió en el intendente de la capital tucumana cuando detuvieron al genocida Antonio Bussi, que se había impuesto por escaso margen para ese cargo. En 2007 fue electo y en 2011 reelecto, siempre junto a Alfaro, cuando ambos comenzaron a encaminarse hacia lo que iba a ser la presidencia de Mauricio Macri, a la que abrazaron con el fervor de los conversos.

Alfaro se convirtió en intendente en 2015 y mandó a Amaya a Buenos Aires. Para estos comicios apostaba a retener por lo menos la intendencia como para seguir siendo el referente de Juntos por el Cambio.

Ahora, cuesta abajo en la rodada, Alfaro ve cómo los radicales José Cano y Silvia Elías de Pérez, que saludan el triunfo de Chahla, se preparan para desplazarlo y sacarlo de la conducción de JxC. Vale el detalle: se trata de dos grandes derrotados del 2019 que creen tener un nuevo tiempo de revancha.