"El capitalismo es el sistema productivo más eficiente que se conoce”, pronunció la expresidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner en su alocución el 27 de abril. ¿Es verdadera esta afirmación?

Si se lo compara con sistemas sociales anteriores, tribales, esclavistas y serviles de la producción, o sea formas primitivas en las que las fuerzas productivas mostraban cambios muy lentos, cuyos resultados no alcanzaban una plena satisfacción de las clases involucradas en el proceso de producción y subsistencia, no caben dudas de la potencia del capitalismo como sistema. 

Las condiciones del proceso de producción terminaron con la unidad de los medios de trabajo y el trabajo mismo, esto es de la figura de los productores directos, y consistió en el surgimiento de sociedades divididas en clases sociales en las que una clase trabaja y otra no, pero se apropia de lo producido. El capitalismo pertenece a este tipo y es tan histórico y pasajero como aquellos; ha nacido, se ha desarrollado y desaparecerá agrade o no agrade a quienquiera. Es un logro superior de producción que ha desarrollado (y lo sigue haciendo) el carácter social del proceso de trabajo, las fuerzas productivas, la ciencia, la tecnología, el comercio; pero al mismo tiempo está estructurado en la contradicción trabajo asalariado/capital que es la forma más extrema y violenta de aquella ruptura en las que las fuerzas productivas del trabajo social alcanzan una notable expansión.

¿Cómo logra el capitalismo destacarse de las sociedades pasadas? Primero por la concentración de los medios de producción en pocas manos, que significa la eliminación de la propiedad privada directa de los trabajadores, que a su vez es una potenciación de la producción social. En segundo lugar, con la organización social del trabajo es decir la clase asalariada bajo la administración de la capitalista. Esta es la base objetiva de la distribución desigual de los resultados de la producción.

¿Evolución o regresión?

En su evolución económica e histórica el capitalismo ha ido pasando por etapas. Entre las más conocidas están la libre competencia, el monopolio y el monopolio financiero. La libre competencia, que no fue sino rivalidad voraz entre países y empresas, mostró consecuencias socio-económicas de un despotismo del capital en relación con la masa de trabajadores: bajos salarios, jornadas laborales exhaustivas, trabajo infantil, pobreza generalizada, desempleo, represión ante reclamos de la población, invasiones, guerras comerciales, dumpings. 

La etapa del monopolio exacerbó tales hechos económicos y sociales, desembocando en dos guerras mundiales que no fueron otra cosa que la expresión más descarnada de la rapiña generalizada de las grandes empresas por las ganancias y los mercados del mundo. En la actualidad, la etapa financiera se presenta como la representación de la cúspide del capital como depredador de los recursos naturales, de la fuerza de trabajo, de la tecnología y de la ciencia, todos sometidos a los dictados de lo que Keynes bautizó como "actividades propias de un casino", incluso hasta poner en segundo lugar el proceso real de producción por la ficción de vivir de las rentas que se obtienen de los papeles de todo tipo: acciones, bonos, títulos, fideicomisos y, ahora, inversiones digitales.

La clase capitalista financiera ha llegado hoy a ser lo que en su época fueron los terratenientes feudales: fracciones ociosas de la sociedad, sin ninguna función productiva, y muy costosas para la sociedad. El modelo genera altos costos de producción, salarios regulados, inflación, precarización laboral, mutilación del medio ambiente, producción armamentista creciente, atropellos a poblaciones y países, guerras: ¿ Es esto eficiente? Así pues, el capitalismo es el sistema más derrochador, dilapidador y destructor de los recursos naturales y humanos, de todas las sociedades conocidas.

Y en las propias entrañas de este sistema productivo ineficiente está produciéndose su inexorable superación: el surgimiento de una clase ociosa, holgazana y haragana, que vive de lo que no trabaja y que es muy, pero muy onerosa. ¿O alguien cree que el multibillonario Elon Musk ha trabajado duro para gastar  miles de millones de dólares en un cohete espacial personal que ni siquiera funcionó, porque estalló a segundos de su lanzamiento? Mientras tanto no hay miras del sistema en eliminar la pobreza, la desocupación, la explotación, la injusticia, la desigualdad.

*Economista