El gobernador Axel Kicillof presentó en YouTube su video de lanzamiento de la campaña por la reelección para el período 2023-2027. No hay, a lo largo de esos 4 minutos 25 segundos, una sola toma de estudio, filmada ad hoc, con el protagonista mirando a cámara. Son imágenes de Axel con la gente, inaugurando escuelas, presentando programas y políticas públicas, abrazando, saludando, en el auto, en la ruta. Hay también una versión corta, de un minuto, pensada para Tik Tok e Instagram.

Con los candidatos pasa al revés que con los autos: cuanto más caminados y caminadores, cuantos más kilómetros tienen encima, mejor. Ese es el gran activo de campaña que muestra el nuevo video de Kicillof y revela cuál será el eje de su comunicación en estos meses que nos separan de las elecciones de agosto y octubre. Viene recorriendo ininterrumpidamente la provincia más grande del país desde hace siete años.

La campaña de Kicillof asume que una candidatura a reelegir, siempre, por el cargo que sea, es un plebiscito de la gestión que culmina, y decide mostrar justamente esas cartas. Primero como militante, luego como candidato y gobernador. Ahora, como gobernador candidato. Es un capítulo distinto de la campaña modelo 2019, a bordo del trajinado Clio de Carlos “Carli” Bianco, que algún día podrá ser vendido a un coleccionista por su valor histórico y exhibirse en algún museo, pero hoy de escaso valor de mercado. Debe estar pidiendo cambio de aros, camisas y pistones.

El estilo de construcción y de gestión del gobernador es ya una marca registrada, conocida por los bonaerenses. Ir, estar, poner el cuerpo y la oreja, resolver o intentarlo una y otra vez. El video, entonces, cumple con el primer axioma de la comunicación política: mostrar lo que hay, lo que se es, de la mejor manera posible. Un tipo sencillo, un gobernador militante. “La gestión pública también es un acto de militancia”, dice su voz en off, cerca del final.

También están las imágenes y las voces de Néstor y Cristina, porque Kicillof es portador de ese linaje político y debe jugar esa carta, para compensar frente a su electorado la fórmula presidencial. “Vengo a proponerles un sueño”, dice Néstor, “derecho a ser felices”, dice Cristina. “Quien sueña solo, sólo sueña, quien sueña con otros, hace historia”, concluye el gobernador. Otro dato político es que la vicegobernadora Verónica Magario aparece más de una vez, lo cual confirma las preferencias de Kicillof. El video no fue realizado esta madrugada.  

Las imágenes elegidas y los fragmentos de discursos destacan lo que el gobernador considera logros centrales de su gestión. Uno, el impulso a la infraestructura escolar: lleva inauguradas 140 escuelas, a pesar de los dos años de pandemia, más del doble que los 65 de su antecesora, María Eugenia Vidal. Ese número obsesiona al gobernador.

Dos, el fomento del turismo y, en especial, del turismo estudiantil, porque el derecho al entretenimiento y a disfrutar, toda una definición, “no es sólo para los que pueden pagarlo”. Tres, la reedición del plan Qunita, en versión bonaerense, que además de salvar vidas de recién nacidos emplea a internos de los penales y contribuye a bajar la reincidencia. Cuatro, la gestión igualitaria de la pandemia y revalorización de la salud "para ricos y pobres". Cinco, la reconversión del Bapro en un instrumento al servicio de la producción y la inversión en la economía real, frente al perfil especulativo que tuvo durante los años 2016-2019.

Por último, el lema de campaña, “Derecho al futuro”, es el mismo de la gestión. En sus dos acepciones, implica que los bonaerenses tenemos derecho a un futuro, a imaginarlo, planificarlo y construirlo, y también que al futuro se va sin vueltas ni especulaciones, porque el futuro es una construcción cotidiana, a la que se agrega todos los días un ladrillo. 

Al futuro no se va apretando un botón ni con recetas mágicas. Se va día a día, con esfuerzo y convicción sostenida, parecen querer decirnos los estrategas de su campaña, que son los mismos de hace cuatro años (equipo que gana, no se toca). "Apostamos por lo real, sin artificialidad y con mucho contenido político", comentan. 

Como el Clio, que te lleva sin apuro y sin escalas.