De cara a una nueva temporada de vacaciones de invierno, la cartelera teatral comienza a llenarse de propuestas atractivas para disfrutar en familia. Y en ese marco, Cuentos Feroces la obra se destaca dentro de los títulos más convocantes con un material que combina diversión con reflexión. Con dramaturgia de Shumi Gauto, y dirección de Daniel Casablanca, la puesta invita a repensar los clásicos de la literatura infantil con una mirada diversa e inclusiva.

Inspirada en el proyecto homónimo, que encontró en el formato de podcast su principal soporte de difusión, la obra está protagonizada por Brenda Gandini, Feli de la Garma, Mauricio Vila, María Vives y Anna Fantoni, elenco que se completa con los bailarines Jimena González, Fabricio Saúl Blanco, María Natalia Ferreira y Damián Alejandro Gómez. Las funciones se realizan en el Teatro Metropolitan (Av. Corrientes 1343), los sábados y domingos a las 15, y desde el sábado 15 de julio, de martes a viernes en el mismo horario y los fines de semana a las 14.30.

Cuentos Feroces nació poco antes de la pandemia, con el objetivo de adaptar los cuentos tradicionales con una perspectiva aggiornada a la realidad de las nuevas infancias y con un formato de audiocuento de 15 minutos de duración. Así, la dramaturga y locutora Shumi Gauto se reunió junto con Rodrigo Menéndez, abogado y escritor aficionado, y juntos fueron reversionando historias de príncipes y princesas como las de La Sirenita, La Cenicienta, Blancanieves y Rapunzel, entre otras, que hoy pueden escucharse en YouTube

La iniciativa, que ya cuenta con 20 episodios, creció. En 2022, los relatos se adaptaron a un libro que fue un éxito de ventas, y ahora el fenómeno desembarca en las tablas. “Era un sueño por cumplir”, revela al respecto Gauto, quien decidió llevar a escena dos de los cuentos más exitosos del podcast, que ya cuenta con más de 2 millones de escuchas en toda Latinoamérica y España: Caperuzota Azul y El vestido del Rey Ignacio, que ponen el foco en el empoderamiento y en la libertad de los más chiquitos.

“El camino que llevamos recorrido es sumamente orgánico, y una cosa nos fue llevando a la otra gracias a la demanda de nuestro público. Sin embargo, la idea de hacer una obra la tuvimos desde el día uno, porque nos gusta ir por formatos alternativos. Y a esta propuesta también la encaramos desde un lugar creativo y potente que no subestima a las infancias”, señala la autora.

Por su parte, Casablanca se sumó al equipo, atraído por el mensaje del proyecto original. “Siempre es interesante y atractivo el desafío de desacralizar los textos anquilosados, endurecidos por el tiempo, donde sabemos que varias generaciones los han escuchado de la misma manera, y aprovechar para hablar de temáticas nuevas. Eso fue lo que me atrajo al escuchar los audiocuentos, y fue un desafío llevar eso al teatro”, comenta el actor y director.

-¿Qué desafíos implicó este pasaje del podcast a un formato teatral donde a la cuestión visual se suma el plus del vivo?

Shumi Gauto: -Más que un desafío, el teatro siempre representa la oportunidad del feedback inmediato. Y no hay mejor maridaje que infancia y espontaneidad, con lo cual cada función es un testeo para comprobar si nuestra propuesta funciona. Desde el lado de la puesta, apostamos con total convicción a la propuesta de Daniel que optó por destacar el recurso humano por sobre cualquier dispositivo escénico. La obra es una gran coreografía con nueve talentosos intérpretes todo el tiempo en escena. Nada es literal sino que, al igual que en el podcast, apelamos a la imaginación del público para completar el sentido y el relato. El elenco rapea, baila, toca instrumentos y musicaliza momentos. No hay espacio para distraerse, y uno no quiere perderse de nada.

-¿Cómo es la experiencia de dirigir teatro para las infancias?

Daniel Casablanca: -El público infantil es muy exigente, honesto y espontáneo, y si hay algo que no le gusta te lo demuestra enseguida. El pecado más grande es tratar a las infancias de manera diferenciada de un espectador adulto, en vez de exigir su inteligencia y su concentración. Por eso pienso en hacer espectáculos para toda la familia, y no exclusivamente para las infancias. El éxito está en que les guste a todos los integrantes de la familia. Es raro que las infancias se concentren en el espectáculo si ven a sus padres o madres aburridas. De eso se trata el trabajo de Shumi en los podcasts, y lo que intentamos hacer desde la dirección fue recuperar ese espíritu con una puesta muy dinámica, divertida y artesanal, más cercana al espíritu de un libro que al de la multimedia moderna. Por eso, generamos un espacio teatral donde hay lugar para que todos y todas imaginen su propio cuento, sin imágenes literales proyectadas que puedan coartar esa posibilidad.

-¿Y cómo responde el público a esta nueva propuesta?

S.G.: -Les niñes no se aburren en ningún momento. Tienen espacio para expresarse y para bailar. Y es una obra que tampoco excluye a les adultes. Es una verdadera experiencia en familia y una oportunidad de tiempo compartido. Es el equilibrio perfecto entre diversión y emoción. Y luego de las funciones tenemos mucha devolución a través de las redes. Cuentos Feroces siempre se planteó como una herramienta para las familias, para poder tocar temas que uno no sabe cómo abordar, y para saber cómo propiciar infancias libres. Entonces nos escriben familias conmovidas que nos comparten las charlas que se generan en sus casas después de ver la función.

D.C.: -Las infancias a veces no tienen tanta posibilidad de comparar, y disfrutan más el presente. Los vemos bailar y participar en la platea. Y creo que los adultos se llevan una grata sorpresa ante un producto moderno, no en lo tecnológico sino en la concepción del mismo espectáculo. Es una puesta llena de libertad, para que cada quien la complete como guste.

-En la misma línea de los podcasts, la obra invita a deconstruir los relatos clásicos destinados a las infancias. ¿Qué creen que aporta el formato de teatro para poder reforzar ese concepto?

D.C.: -El teatro es un arte ancestral, artesanal, emparentado con el relato y con la narración oral. Son mundos que navegan juntos. Se enriquecen uno con el otro. Escuchar un cuento o ir al teatro a ver una interpretación son experiencias enriquecedoras y se transforman en recuerdos imborrables. El teatro aporta la posibilidad de contar con el lenguaje del cuerpo, las luces y las actuaciones, y de enriquecer el tema y darle volumen a la narración, para poder potenciar ese discurso.

S.G.: -Creo que aporta la posibilidad de seguir transmitiendo mensajes sin solemnidad. Nosotros no bajamos línea ni militamos. Simplemente describimos con alegría el mundo que nos merecemos. Respetar a los demás nunca puede ser un error. Y el teatro nos permite decir estas cosas a través de canciones copadas, de intérpretes que saben manejar el humor y de personajes entrañables. La sensación del público al salir del teatro es la de haber asistido a una verdadera fiesta.