El mundo narco, lejos de ocultarse tras un telón de cancha, usa al fútbol como herramienta de marketing. Si en el corazón de la tribuna de Newell’s apareció una bandera gigante con imágenes que representan al jefe de Los Monos, Guillermo Cantero, y dos de sus secuaces, es porque buscaron un significante muy fuerte para hacerse notar. “Nosotros estamos, más allá de todo”, dice el trapo. La operación teatral en el partido de despedida a Maxi Rodríguez el 24 de junio, con Messi como invitado principal, fue una obscena demostración de poder. Una más de las tantas que han tenido como escenario los dos principales estadios de Rosario: el Coloso del Parque y el Gigante de Arroyito. Dos territorios donde “el título de propiedad” es disputado por los grupos mafiosos de la ciudad. Esta metáfora filosa es del periodista y diputado provincial santafesino del Frente de la Soberanía, Carlos Del Frade. Un especialista en el tema que ha publicado libros, escribió artículos y denuncia desde hace años lo que llama “bandas narco-policiales”.

-¿Qué es lo que se sabe hasta ahora de la investigación sobre la aparición del telón en la cancha de Newell’s?

-El telón ya estaba en el estadio desde por lo menos un día antes del partido. Eso tiene que ver con que el gobierno de la cancha es de la barra y la barra es parte de la banda narco-policial Los Monos. No fue que tomaron por asalto la tribuna, la tribuna les pertenece a ellos. Pasa también en Central, Colón, Unión y cualquier equipo de la provincia o del país.

-De aquello que definió en su libro La ciudad goleada de 2005 y su segundo tomo de 2008 como un problema político y social, ¿algo cambió?

-Ahora es más grave. Se ha consolidado el poder de los gobiernos de facto en los barrios que producen estas bandas narco-policiales y lo que se vio el sábado pasado en la cancha de Newell’s, no fue una provocación como dijo el intendente de Rosario, sino la exhibición de un título de propiedad. Lo que pasa en la cancha chica del fútbol, se repite en la cancha de la realidad de los barrios rosarinos.

-Para hacer un telón de semejante tamaño, introducirlo en el estadio, abrirlo, desplegarlo, guardarlo y esconderlo, se requiere mucha logística. ¿Cómo fue posible montar esa operación?

- Acá los responsables son los dirigentes de Newell’s, las fuerzas de seguridad -por sobre todas las cosas- que son cómplices y trabajan para la banda y después los sectores vinculados a la justicia, a la política municipal, a la política provincial de los que gobiernan y claramente están manejados por estos grupos que han tomado los clubes de fútbol hace, como mínimo, quince años, tanto adentro como afuera de la cancha.

-Usted usa un significante muy gráfico cuando define a las bandas como narco-policiales, algo que no hacen los medios. ¿Qué porcentaje de esa fuerza de seguridad integra estos grupos que manejan el mercado de estupefacientes?

-Nosotros decimos que tanto en el juicio de Los Monos como el de Esteban Lindor Alvarado, que son las dos empresas del narcomenudeo, y las más asesinas que tenemos acá en Rosario, el 40 por ciento estaban integradas por fuerzas de seguridad, policiales, pero además, nacionales. Son las conclusiones de esos juicios y el modelo de crecimiento está vinculado a la complicidad para crecer en los barrios. Se dice una narco-zoncera muy evidente cuando se habla de estado ausente. Es mentira. El estado está presente pero de forma corrupta. Entonces claramente el porcentaje es ése, un 40 por ciento de los acusados, procesados y condenados eran policías como se demostró en los juicios.

-¿El telón que mostraron Los Monos detrás de la cabecera del acto donde se despidió a Maxi Rodríguez hasta dónde marca la responsabilidad del fútbol y sus dirigentes?

-El fútbol es un fantástico paraíso del lavado de dinero. Fue fundante aquello que Julio Grondona decía cuando definió a la filosofía del lavado: en la AFA nunca se le pregunta el origen del dinero a nadie. Esa frase tiene más de veinte años. Y el fútbol es un lugar extraordinario para lavar dinero donde, al menos, existe una cuádruple contabilidad en los contratos de los jugadores. En donde aparecen casos alevosos como el de Facundo Buonanotte que denunciamos en la Legislatura porque se vendió en seis millones de euros, no le ingresó un peso a Central y no se sabe dónde está la plata. Eso es tremendo. Es un delito flagrante que se dice en forma pública y nadie lo investiga porque el poder genera impunidad y pocas cosas en la vida generan tanta impunidad como ser dirigente de un club popular.

-¿Cómo que no hay una investigación en curso sobre el pase de este juvenil?

-No, no hay. Yo hice tres pedidos de informes y ninguna causa se inició al respecto. Fue bastante espantoso. El pase se hizo a fines del año pasado. Me pregunto también: ¿Dónde va la plata de la bandera enorme de 40 metros por 40 del otro día? ¿Dónde va la plata que se cosecha de la venta de las remeras? ¿A barrio Las Flores? ¿A barrio Empalme Graneros? No, eso se lava en el centro. Cuántas veces hemos escuchado las investigaciones sobre los pases de los jugadores de Central y de Newell’s. Hay documentos judiciales del pase de Angelito Di María, que fue pagado en Portugal y hasta allá fueron siete dirigentes a buscar eso que después terminaba en manos de Pillín Bracamonte y sus amigos.

-¿Rosario es el paraíso del narcotráfico y está encapsulado ahí como se describe en muchos medios o se extiende con fuerza semejante a otros rincones del país?

-No, para nada. Argentina es un país narco. En el año 2007 México fue sancionado por Estados Unidos y Canadá y dejó de traer efedrina, una sustancia que es fundamental para generar metanfetaminas que consume el país más consumidor del mundo que es Estados Unidos. A partir de ese año, cuando a México le sacaron ese mercado, había que reemplazarlo y fue la Argentina. Empezamos a traer metanfetaminas y se generó una gran plataforma de exportación de drogas desde acá, pero para eso hay que ser un gran país consumidor. Y ahí es cuando nuestras bandas narco se volcaron todas al negocio y nuestro país es hoy, el tercero del mundo en exportación de cocaína según informes de Naciones Unidas, el segundo de metanfetaminas y el séptimo de marihuana. Somos un país narco y eso excede a Rosario. Cada año, el 26 de junio, se conoce ese informe de la ONU.

-El jueves en la Legislatura de Santa Fe se discutió poner inhibidores de celulares en las cárceles para que los narcos no se comuniquen con sus cómplices en el exterior. ¿Le parece suficiente esa medida para quitarles capacidad criminal a bandas como la de Los Monos?

- Muchos legisladores de los partidos grandes trabajan sobre las consecuencias de los delitos. Y como demasiados se ordenan desde las cárceles, hay casi una especie de pedido público para que se inhiban los celulares. Lo cual no está mal, pero es trabajar sobre las consecuencias. Yo decía que el problema está afuera y no adentro de las cárceles. En el afuera es donde se generan hechos como el que pasó con la bandera en Newell’s. No es solamente un celular que funciona. Es como estas bandas manejan los clubes, las calles, etc. Porque si el que está adentro no tendría a nadie a quién mandarle a hacer desastres, perdería importancia el celular. De las cuatro bandas que dominaban el narcotráfico en Rosario en 2013 y que nosotros denunciamos, hoy se pasó a cuarenta. Hay muchas armas y dinero en juego.

[email protected]