En las últimas dos décadas, Tandil ha atravesado un proceso de continuo crecimiento demográfico, económico y productivo. De acuerdo al último censo, la ciudad cuenta con 151 mil habitantes, casi un 50 por ciento más que al inicio del siglo. La crisis sanitaria y la post pandemia, además, aceleraron un proceso de migración de familias de clase media y media alta desde otros centros urbanos del país. 

En simultáneo, el perfil productivo de la provincia ha migrado hacia los servicios, en especial vinculados al turismo receptivo y el software. Esta última rama de actividad reúne a 48 empresas con 2.500 trabajadores. Tandil tiene una ubicación, cerca del centro geográfico de la provincia, rodeada de rutas que le brindan buena conectividad, un paisaje atractivo y un tamaño que los urbanistas consideran ideal. 

Sin embargo, pareciera ser que no todo lo que brilla es oro. En la ciudad que tuvo una piedra movediza como principal atractivo turístico, relativamente cercana a la costa atlántica, históricamente reconocida por su calidad de vida, por sus quesos y fiambres artesanales, la ciudad del escritor Osvaldo Soriano, de la mano del crecimiento, aparecen problemas estructurales.

El intendente actual es Miguel Lunghi, un pediatra, octogenario, de origen radical, que transita su quinto mandato y aspira a un sexto, acompañando en la boleta a Diego Santilli y Horacio Rodríguez Larreta. Los rivales internos de Lunghi son Juan Manassoni, también por el larretismo, y Marcos Nicolini, por la línea de Patricia Bullrich y Néstor Grindetti.

Pero el de Lunghi no es el primer ciclo largo que presenta la política local. Durante todo el período de la dictadura, comprendido entre 1976 y 1983, Tandil tuvo un solo intendente, el teniente coronel Juan José Zanatelli, el mismo que en 1991 se presentó por Fuerza Republicana, el partido del represor tucumano Domingo Bussi, ganó y fue reelecto en 1995 y 1999. Después de Zanatelli, llegó Lunghi.

Rogelio Iparraguirre es diputado nacional y precandidato a intendente de la localidad por Unión por la Patria, en el marco de una lista de unidad que abarca a todos los sectores y expresiones del justicialismo local, fruto de un paciente trabajo de orfebrería y de haber alcanzado, entre todos, cierta madurez. Enfrentará al intendente Lunghi o a alguno de sus retadores, si es que logran vencerlo en las PASO del 13 de agosto. 

La historia posterior a 1983 de Tandil registra un único intendente peronista. Gino Pizzorno, de él se trata, accedió al ejecutivo en 1987, en la misma elección que consagró gobernador a Antonio Cafiero. El objetivo de Iparraguirre es reeditar esa misma situación. Cuenta a su favor con el apoyo del propio Pizzorno, que sigue militando políticamente.

--¿Se le puede ganar a Lunghi?

--El ciclo de Lunghi presenta síntomas de agotamiento. Después de 20 años, la gente sabe que lo que no hicieron hasta ahora, ya no lo van a hacer. En tanto tiempo, uno ve patrones cíclicos. Cualquier proceso de crecimiento sostenido como el de Tandil requiere de una participación activa del ejecutivo local. Acá creen que no tienen que hacer nada más que aplaudir, en vez de situarse en tiempo y espacio, con el resultado que está a la vista. Tandil crece sin orden, sin plan, sin equilibrio, unos ganan, otros pueden, es como un cristal roto. Durante años, Lunghi supo interpretar y expresar a otros sectores, más allá del radicalismo, pero últimamente eso ya no ocurre.

--¿En qué aspectos se nota eso?

--Tenemos un déficit habitacional de 45 por ciento. Somos la sexta localidad del país con mayor déficit habitacional. La mayoría de los habitantes no pueden soñar ni con un lote propio. ¿Por qué? Porque hay un proceso de revalorización inmobiliaria, eso deja gente fuera, obliga a desplazamientos y el municipio no tiene respuesta para eso. Hay un Tandil que no se ve, del otro lado de la ruta 226 y al norte de la vía del ferrocarril. Estuve recién recorriendo los barrios populares, Los Charitos, La Movediza, El Tropezón. Es impresionante lo que crecen. Entonces, ese es uno de los ejes que nosotros planteamos para nuestra futura gestión, el acceso al suelo y a la vivienda. No es un planteo abstracto, porque hay un ejemplo positivo cercano. Ya se construyeron y se están por licitar las 819 viviendas del barrio Saint Souci, que consta de jardín de infantes, escuela primaria y secundaria y sala de primeros auxilios. Se hizo con fondos provinciales. Ese es el camino. Otra cuestión prioritaria es la productiva.

--¿Pero hay trabajo en Tandil?

--Lo que hay es un cambio de la matriz productiva, que antes era más diversificada, de la industria a los servicios, y los salarios más altos siempre están en el empleo industrial. Tandil tiene apenas un parque industrial, pero hasta hace poco tenía medio, cuando localidades vecinas, más chicas, tienen dos y hasta tres. Hay que balancear la matriz productiva con más industria. Los intendentes pelean la radicación de industrias con el cuchillo entre los dientes. Si un intendente no hace eso, no lo entiende como parte de su trabajo, las industrias no se radican en esa localidad.

--¿Cómo se tiene medio parque industrial?

--Donde está emplazado, una parte importante de la superficie tenía un problema dominial. Obviamente, ninguna empresa invierte un peso si las escrituras no son perfectas, si hay alguna irregularidad en los títulos. Eso estuvo así durante años. Hubo un grado de abandono importante. Nosotros, mediante una gestión con el ministro de Producción de la Provincia, Augusto Costa, y el titular de ARBA, Cristian Girard, lo resolvimos en menos de un año. Había que hacerse cargo del tema e impulsarlo. 

-¿En qué punto está?

--Se resolvió y ahora, además, conseguimos un Aporte No Reembolsable de la Provincia de 173 millones de pesos para poner ese terreno en condiciones. Hay que abrir calles, extender los servicios, para que las industrias puedan instalarse. También vamos por un segundo parque industrial. En articulación con la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, podríamos favorecer el desarrollo de muchas empresas.

--¿Qué pasa con la salud y la educación?

--Tandil tiene un sistema de salud pública municipal que no da para más. Fue pensado para una ciudad mucho más chica que esta. Por ejemplo, tenemos 7 guardias sin cubrir. Si necesitás atenderte con un especialista, hoy te dan turno para noviembre. Por ejemplo, no hay hematólogo. Se agotaron los recursos. La salida es la regionalización, venimos trabajando en eso con el ministro Nicolás Kreplak. Pero Tandil también carece completamente de política pública deportiva y cultural. Entonces, el pibe cuya familia no puede pagarle la cuota de un club, se queda sin hacer deporte porque no tenemos ni un polideportivo municipal, el 40 por ciento de los pibes se quedan afuera de la práctica deportiva. Y ya sabemos todo lo que implica el deporte para la construcción de ciudadanía, de valores, de inclusión, de capital relacional y simbólico.