Parte de las cartas que argentinos de todo el país le enviaron a Juan Domingo Perón en 1951 y 1952 respondiendo a su pedido de escuchar propuestas para el segundo Plan Quinquenal -seleccionadas entre las 20 mil que conservó el Archivo General de la Nación sobre un total de 70 mil o 100 mil, las cifras fluctúan-, fueron trabajadas por artistas visuales argentinos como Daniel Santoro o Gabriela Golder para la muestra La participación al poder, que hasta octubre despliega en el Centro Cultural Kirchner un espíritu de época donde felicidad y posibilidad fueron sello ineludible del imaginario popular. 

La exposición, que puede visitarse de miércoles a domingos de 14 a 20 con entrada gratuita en Sarmiento 151, arma una suerte de ruta por las ideas, expectativas y deseos de progreso y bienestar de un pueblo; una ruta que se despliega en cuatro salas del segundo piso del CCK (la 203, la 204, 205 y 206) donde el público verá las copias de las 800 cartas sobre las que trabajaron 11 artistas -Andrés Denegri, Patricio Larrambebere y Marcela Sinclair entre otros-, y las obras que cada uno de esos artistas hizo a partir de ellas.

Cada uno con una temática particular, con una poética, una técnica y un formato ecléctico, desde el dibujo monumental a planos de casas utópicas (una ciudad del futuro datada para 2007) de fotografías y videos a artefactos móviles como un carro musical o de una rueda mecánica emplumada con fines relajantes; hasta sellos postales hechos a base de caracú y rollos de cocina. Los otros artistas convocados fueron Eugenia Calvo, Lucas Di Pascuale, Guadalupe Fassi, Alicia Herrero, Hernán Soriano y Santiago Andrés Viale.

Desde las cartas, esa ruta adquiere a veces un cariz visionario, otras de ciencia ficción y en algunos casos profundamente emotivo. Hay quien pide canales de agua a cielo abierto armando en su trazabilidad los nombres de sus líderes, Perón y Evita. Un señor que firma “uno más” envía el detallado proyecto de una gran arteria vial que conecta a todo el país con la recientemente nacionalizada red de ferrocarriles.

Alguien pide educación sexual en las escuelas: la respuesta de hace 70 años es que eso corresponde al ámbito privado. Otro propone teclas en los teléfonos en lugar de disco. Tres niñas piden una plaza, y la obtienen, para su pueblo sin juegos. Alguien exalta la importancia del yoga.

Son cartas escritas por niñas y niños, por ancianas, ancianos, varones y mujeres productivas; anónimas unas, firmadas otras con sus nombres; provenientes de todas las provincias, de Jujuy a Tierra del Fuego; enviadas al entonces Ministerio de Asuntos Técnicos de la Nación en respuesta a un pedido expreso de Perón, cuando el 3 de diciembre de 1951 hizo una convocatoria radial a la ciudadanía para que participara con ideas y propuestas para el segundo plan quinquenal, que se iba a elaborar en base a las propuestas de la ciudadanía, las iniciativas que se enviaban desde las provincias y el Plan Nacional.

Hecho en Argentina

La participación al poder, exposición curada por Cecilia Priego y Andrea Wain, llega producida por el CCK, “un centro cultural que no recibe muestras enlatadas, tiene un equipo de trabajo que genera contenidos y se pone al hombro cada proyecto”, aclara su directora, Liliana Piñeyro, y lo hace en el 40 aniversario de democracia ininterrumpida en Argentina, recuperando una iniciativa inédita de comunicación efectiva entre un Estado planificador que lee, y escucha, a su pueblo como coprotagonista de la construcción democrática.

Una experiencia inédita en la historia política argentina y, además, casi desconocida. Cuenta Priego, responsable de este titánico trabajo de recuperación, que fue Lila Pastoriza, periodista, exmilitante montonera y sobreviviente del centro de detención y torturas de la ESMA, quien le contó sobre la existencia de esas cartas, “después una entrevista para una serie que se llamaba La Argentina según Perón", recuerda. "Nosotros no sabíamos nada, de hecho muy poca gente sabía sobre ellas. Llegamos al Archivo General de la Nación (AGN) en 2012 y nos encontramos con un tesoro”.

“Un equipo de tres personas investigamos un año entero y relevamos 20.000, que fueron las cartas recuperadas en los 90 de las 70.000 o 100 mil que habían sido enviadas desde todo el país hace más de 70 años . De esas, seleccionamos mil que fueron la base de los ocho capítulos de la serie Las cartas del pueblo que en 2015 emitió Canal Encuentro, y con 800 armamos esta muestra”, explica Prego.

Historiografía para el pueblo

El director del AGN, Pablo Fontdevila, explica que el Archivo “conserva los originales de esas cartas que surgieron en la primera etapa del gobierno de Perón, en un momento general de planificación económica y social” donde “aparecieron algunas dificultades de carácter económico -que culminaron en el golpe cívico-militar de 1955-” y “el lanzamiento del segundo plan quinquenal pretendía, entre otros grandes objetivos, asegurar una mejora de lo que se llamó la productividad en ese momento”.

Para Fontdevila, en las cartas expuestas se ve “el espíritu de época” de “una Argentina de grandes proyectos”, donde “si se construía un aeropuerto tenía que ser el más grande del mundo y si se construía un barrio tenía que ser el más lindo, si era para los obreros”; el zeitgeist del país “de las grandes empresas estatales” y de una “sociedad que creía que la felicidad era posible. Perón consideró que había que convocar al pueblo a traer ideas, y muchas de esas cartas se transformaron en hechos”, dice, y esas cartas encarnan “el debate público sobre los grandes problemas de cómo se construye un país”, destacó.

Burocracia y afecto

Pero además, La participación al poder habla de “una experiencia donde la burocracia se convierte en un acto afectivo”: cada una de esas cartas fue contestada, analizada por distintos ministerios que evaluaron su viabilidad, fundamentando sus respuestas por sí o por no -en torno a la producción de energía, la participación de las mujeres, la organización de la comunidad, la carestía de la vida y un largo etcétera- y de esto habla Andrés De Negri en su obra.

De la misma manera en que trabajó la imagen -desplegando cada uno de los 3.800 fotogramas que tiene un rollo dos minutos y medio de súper 8-, funcionó el conjunto de cartas que recibió De Negri, pero en sentido inverso: no pudo dejar de verlas como una película completa. Los reclamos eran individuales, la temática que le había tocado era la el acceso a la vivienda, pero no pudo dejar de leer en esos pedidos -diversos, cada uno singular en la realidad que les tocaba vivir-, algo distintivo: “no sólo era el acceso a la vivienda, era el acceso a la propiedad”, dice, un deseo particularísimo que habilitaba ese gobierno de Perón, que era también el acceso a la tranquilidad de la herencia para la descendencia.

Otra trama que vio De Negri en ese puñado de cartas que recibió fue la de la abundancia: “Me fascinó el fenómeno, no sólo por la cantidad de cartas, ni por el imaginario desplegado en ellas, también por su contracara: el despliegue burocrático como un acto afectivo: Cada carta tenía su carpetita, su número de expediente. Cuando las ves están marcadas con lápiz, de diferentes colores en algunos casos, atrás hay una especie de ficha donde la mandan a diferentes dependencias, a tal ministerio, a tal secretaría, donde las volvían a evaluar y respondían, a veces respuestas muy simples, otras súper elaboradas”.

Como en esas cartas donde aparecen los sueños de argentinas y argentinos y un gobierno que convoca para transformarlos en realidad, estos artistas convocados hoy, 70 años después, los materializan en obras singulares que también invitan a la interacción de los visitantes. Así lo demuestran el barral de la plaza evocado por Calvo donde quien se anime puede probar su destreza física o el carro musical propuesto por el padre de Peteco Carabajal, músico también, para llevar música a los más postergados (huérfanos, jubilados, presos), y construído por Soriano, que también quien se atreva puede hacer sonar.

* Agencia Télam.