Mi vida fue difícil. Tuve crecimientos y logros, es cierto, pero fue dura de entrada. Arranqué de joven, como jugador en Barracas Central y trabajando a la vez. Yo era jugador de la Primera C y, a la vez, recolector de residuos. Tenía que trabajar para conseguir el mango. Era así. A la mañana trabajaba, de 6 a 14, y a la tarde entrenaba. Arranqué joven. Después, tuve un paso por Dock Sud. Finalmente, volví a Barracas cuando había descendido a la Primera D. Ese año ascendimos luego del Reducido. Ahí ya había pasado de recolector a barrendero. Y tuve que dejar el fútbol. No me daba el cuerpo”.

Claudio Tapia era un centrodelantero aguerrido y fibroso, mucho antes de comenzar a llamarse Chiqui y mucho antes, también, de siquiera soñar con ser el presidente de la AFA. El nueve de Barracas trabajaba para la empresa de recolección de residuos Manliba, propiedad de la familia Macri y llegaba con lo justo a fin de mes. Barría, como se decía, con el sistema de frecuencia alternada, los lunes, miércoles y viernes, en las calles de La Boca y los martes, jueves y sábados, en San Telmo. El tiempo diría que, años después, ese morocho de bigotes iba a ser recibido en la Casa Rosada por el mismísimo Mauricio Macri, en papel de presidente de la nación.

Del Tapia barrendero a sentarse en el sillón de Julio Humberto Grondona hubo un sinfín de metamorfosis y una ascendente carrera sindical. En el medio, claro, se convirtió en yerno de Hugo Moyano, ya que está casado con su hija Paola, con la que tiene cuatro hijos: Iván (18), Matías (20), Nadia (24) y Emiliano (26). El muchacho bonachón de respuestas largas y que jamás pierde la calma es, también, un máster en construcción de poder desde la crisis del 2001 a esta parte.

Carlos Sarraf

 

-¿Cómo pasaste de jugar al fútbol a esto que sos hoy?

-Cuando dejé de jugar al fútbol, me dediqué a trabajar y empezó mi carrera gremial. Fui delegado, casi sin pensar en qué podía terminar y me convertí en asesor gremial, al ganar mi segunda elección como delegado. De ahí pasé a secretario gremial. Y en el 2003 me convertí en asesor de medioambiente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

-¿Y Barracas?

-Llegué en 2001, en plena crisis. Yo salía del sindicato y a dos cuadras había un lubricentro donde paraban algunos socios de Barracas. Pasaba siempre y, al conocerme del club, me pedían que ayudara. Barracas estaba a punto de desaparecer. Querían que fuera presidente. Yo no les creía, porque a esa altura tampoco era socio. Pero me explicaron que el estatuto lo permitía. Me convencieron de presentarme, con el equipo a un puesto del descenso. Gané, nos salvamos y ahí empezó todo.

-¿Y ahora?

-Tratando de refundar la AFA. Y creo que lo estamos logrando.

-¿Qué hubiera pasado si al Claudio Tapia del camión le decían que iba a ser el primer presidente de la AFA elegido tras Julio Humberto Grondona?

-Noooo (se sonríe). No te iba a creer. Ni se me ocurría. No sabía que mi vida iba a terminar así. Me acuerdo, sí, la primera vez que pensé en ser presidente de la AFA. Fue en 2010. Se lo dije a Alejandro Orfila, en ese entonces, jugador del equipo de Barracas que dirigía Juan Carlos Kopriva. Veníamos 17 puntos atrás de Excursionistas y logramos empardarlos y salir campeones. En ese semestre, en una concentración, le dije que iba a ser presidente de la AFA. Fue en ese año que ya lo sentí.

-¿Se lo llegaste a decir a Julio Grondona?

-No. No se lo dije nunca. Siempre lo pensé para mí. Siempre que hablábamos con Julio, él decía que había que armar una mesa chica para preparar el recambio en la conducción de la AFA. Sabía lo que podía venir. Creo que los tiempos actuales imponen una conducción más colectiva y no tan personalista como la suya.

-¿Qué fue lo mejor que tuvo Grondona?

-Lo mejor que tuvo fue la capacidad para lograr representatividad a nivel mundial. Me pasa hoy en día, que vamos a un congreso o a un evento a nivel mundial y todos te hablan de él o te cuentan una anécdota. A nivel dirigencial fue gigante. Ahí te das cuenta la capacidad que tenía, porque fue vicepresidente de FIFA y ni siquiera hablaba inglés. Fue reconocido en todos lados y lo sigue siendo.

-¿Qué fue lo peor que tuvo Grondona?

-Lo peor fue la soledad. Él se encontraba muy solo. En el último tiempo la tuvo muy difícil, porque perdió a su compañera de toda la vida. Quizás no superó nunca esa pérdida, esa ausencia. Creo que él sentía íntimamente que se venía el final, que eran sus últimos momentos como dirigente. Que era su última gestión.

-¿Y después de su final, qué paso?

-Después, creo que nosotros no estuvimos a la altura al no convocar a elecciones y prorrogar el mandato de Luis Segura. Eso fue un error. También, creo que por algo pasan las cosas. Sin el 38 a 38, yo no sería presidente de la AFA. Lo tengo claro eso. Por algo pasa todo, lo bueno y lo malo. Ahora tenemos que recuperar la representatividad a nivel mundial y a nivel sudamericano. Hace 130 días no teníamos proyecto en juveniles y estábamos mal en la mayor, sin Messi por varias fechas. Hoy eso cambió. Tenemos un técnico de jerarquía internacional y estamos encaminando algo importante. Ayer (la nota se hizo el 6 de agosto), por primera vez en 10 años según me dicen los empleados pudimos pagar todos los sueldos juntos. Antes se desdoblaban, porque los empleados cobraban primero, los árbitros diez días después y, otros diez días después, los cuerpos técnicos de los seleccionados. Ayer lo pudimos hacer todo junto por primera vez.

-¿Cómo es estar rodeado de tipos que te piden cosas todo el tiempo?

-Me siento acompañado (se sonríe). Lo difícil cuando vos conducís es dejar a todos contentos, porque con cada decisión que tomás hay un tipo que se siente perjudicado. Pero es un tiempo para tomar decisiones fuertes y estar todos juntos para encaminar la gestión. Si no me sintiera acompañado, no podría gestionar.

-¿Cuál es tu mirada respecto de las sociedades anónimas al fútbol?

-Yo siempre digo que la contención social que realizan los clubes es importantísima. A veces los clubes llegan a los lugares a los que no llega el estado. Los clubes sacan a los pibes de la calle y le dan refugio a sus padres y a sus hermanos. Yo estoy identificado con el rol social de los clubes y eso es lo que quiero transmitir. Es muy difícil acá el tema de las sociedades anónimas. Creo que tal vez tengan una posibilidad en Europa, que es primer mundo y es algo diferente a lo nuestro. Yo he visitado clubes europeos que no tienen ni inferiores. Y acá eso no existe. Te digo la verdad, en mi modelo de fútbol, las sociedades anónimas no van.

-Durante tu gestión parece difícil que eso avance...

-Yo estoy identificado en la función social de los clubes. Hoy estoy en AFA, ya no estoy en Barracas, pero, desde acá, imagino que Barracas va a seguir siendo un club social...

-¿Y si alguno anda con la idea de que las asociaciones anónimas lleguen al fútbol?

-No comparto. Yo no la comparto.

Tapia en su época de jugador, con la 9 de Barracas. Se retiró joven, la recolección de residuos le demandaba mucho tiempo.

 

Ver trabajar a Tapia es, a la vez, descubrirlo todavía a medio camino entre el que fue barrendero y el que será la cabeza del poder futbolero durante varios años. Por eso, es capaz de regalarle una camiseta de la selección a Ulises Bueno, el cantante del que lleva una calcomanía en el vidrio del auto, y entregarle otra a Adrián Suar, en pleno evento de gala. Entonces, visita a Carlos Tevez en China o juega un picadito con Gianni Infantino en Dubai, a la vez que publica una foto cortándose el cabello en la peluquería del barrio mientras se desata un escándalo mundial por una sanción a Lionel Messi. Su primera acción de gobierno habla por sí sola: el día que fue nombrado capo de la AFA viajó a San Juan para entrar de rodillas al santuario de la Difunta Correa. Chiqui es uno y es otro, todo el tiempo.

-¿Qué sueños tenés por delante?

-La Copa del Mundo. El sueño deportivo es el espíritu que te impulsa. A todos los dirigentes nos gustaría que el equipo vuelva con el trofeo. Interpretamos que puede ser el último Mundial de una generación y no hay que olvidarse que no hemos trabajado bien en juveniles como para darle futuro a esto. Si no soñara con que Argentina puede salir campeón del mundo, me quedaría en mi casa.

-¿Qué imaginás que van a decir de tu gestión en unos años?

-Que fui un tipo que asumió un compromiso importante en un momento clave. Que la gestión, más que decirse, se vea. Yo sé que en el lugar en el que me encuentro, es difícil que hablen bien. Es más fácil decir otra cosa. Pero al final se van a dar cuenta. Estoy en un puesto en el que siempre que decidís algo, tenés un tipo que te va a putear, porque se siente perjudicado. Sobre mí, el tiempo dirá.

-¿Cómo fue decirle a un entrenador con contrato, Edgardo Bauza, que no iba a trabajar más?

-Fue difícil, porque yo no lo conocía. No lo había elegido y pensaba que necesitábamos cambiar. Si la Comisión Normalizadora me hubiera dado la oportunidad de charlar con él, por ahí era otra cosa. Pero no ocurrió. Fue difícil por eso, pero no por lo que venía después. La selección no tenía identidad de juego. Vos podés jugar bien o mal, pero saber a qué jugás. Y no sabíamos a qué jugábamos. Es una oportunidad histórica para todos. Lo siento así.

-Hagamos un ejercicio de un par de nombres propios. ¿Lionel Messi?

-Hablamos mucho con Leo. Cuando me recibió en su casa tuvimos tiempo y charlamos de varias cosas. Se siente normal poder charlar con él, aunque la gente piense diferente, por cosas que se imaginan por el lugar que ocupa Leo. Él es un chico normal, con mucha madurez, con mucha idea de lo que implica y de lo que se le viene. Con él llevando nuestra bandera, estamos en buenas manos.

Carlos Sarraf

 

-Mauricio Macri...

-Presidente de la Nación.

-¿Nada más?

-Tuve una relación de trabajo importante desde que fue Jefe de Gobierno de la Ciudad, yo por el lado del Sindicato de Camioneros era un poco el interlocutor por medio de Diego Santilli, que era el ministro de Espacio Público. Lo conozco bastante a Macri.

-¿Cómo manejás su intervención o no en la AFA?

-Él es un presidente muy futbolero, porque cuando fuimos con Jorge Sampaoli a verlo, charlamos un rato largo del juego. Y después, a nivel trabajo, la AFA es una institución manejada por los dirigentes y que tiene autonomía propia. Se manejó así durante mucho tiempo y va a seguir así.

-¿Marcelo Tinelli?

-Un gran dirigente. Él puede aportarle muchísimo a la AFA, aunque no esté. Es un generador de cosas. Tiene un programa exitoso y una gran gestión en San Lorenzo. Cuando estuvo, trabajamos de la mejor manera. Por algo a Marcelo le va cómo le va...

-¿Era él o vos para el sillón de Viamonte?

-No, porque él se presentó contra Segura (se sonríe). No sé ni de qué iba en esa lista, yo.   

Carlos Sarraf